«Me da alegría compartir la luz con quien la necesita con los scouts»
Este año, la Luz de la Paz de Belén ha dado un pequeño rodeo. Pero, como siempre, Claudia y su grupo scout la llevarán a hospitales y familias necesitadas
La Luz de la Paz de Belén ya está recorriendo España de la mano de los scouts de todo el país. Claudia, una niña de 12 años que es ranger en el grupo Ronsel, de Sada (La Coruña), nos explica que «esta luz la recoge cada año un niño de Austria en la cueva donde nació Jesús, y luego se va repartiendo entre los grupos y la llevamos a sitios para que lleve paz y alegría a la gente» en distintos países.
Desgraciadamente, este año no ha podido ser así. En Austria vuelve a haber muchas restricciones por la pandemia, por lo que los scouts austriacos no han podido viajar hasta Belén para encender su vela. Pero, a pesar de todo, en España seguirá brillando esta luz, gracias a la parroquia de Santa María, de Figueiras, en Santiago de Compostela.
Su párroco, Miguel López, es también el sacerdote que acompaña a los Scouts de Galicia, la rama gallega del Movimiento Scout Católico. Miguel conoció esta tradición cuando estudiaba en Italia y colaboraba con los scouts, y al llegar a su nueva parroquia decidió pedirles la Luz de la Paz de Belén para tenerla encendida en Santa María todo el año. Empezó hace ocho años, «y la renuevo cada Navidad: no apago la que tengo hasta que recibo la nueva» traída de Belén. En su iglesia, además, «la luz del sagrario, las velas del altar y la corona de Adviento se encienden con esta».
También muchas personas de la aldea se la llevan a su casa, «con un candil para que no se apague». Este sacerdote cree que la luz de Belén «refuerza nuestra fe», porque como viene de Tierra Santa, del mismo lugar donde nació Jesús, «nos hace ser más conscientes de su presencia en medio de nosotros, que se repite cada Misa».
Este año, cuando se empezó a pensar en cómo repartir la Luz de la Paz de Belén, se decidió hacerlo en Santiago de Compostela porque estamos en Año Santo Compostelano. Y, al saberse que no llegaría la luz desde Austria, los scouts se dieron cuenta que no había mejor opción que hacerlo con la que guarda Miguel en su parroquia.
La celebración se hizo el domingo, y en ella participaron jóvenes y responsables de los scouts católicos de toda España. En torno a la luz, «aprovechamos para explicar toda la historia del apóstol Santiago: quién era, de dónde venía y qué consiguió». Luego, cada representante se llevó una vela para seguir difundiendo esta luz en sus provincias, cuenta Miguel.
«Es más que una velita»
En Galicia, durante las semanas de Adviento los scouts se han preparado para recibirla con una catequesis basada en un texto de la Biblia, un gesto y una canción, elegidos según sus edades. Este fin de semana, Claudia y su grupo recibirán la luz y les dirán dónde van a llevarla. Otros años han ido «a hospitales, o a alguna familia concreta en la que haya enfermos» o que esté pasando por alguna necesidad. «Nos dan mucho las gracias, porque son personas religiosas y les hace ilusión» tener ese fuego que recuerda al nacimiento de Jesús. «Y a mí me transmite mucha alegría» compartirlo con «quien lo pueda necesitar».
En el grupo Ronsel, la lámpara es también un símbolo importante en la acampada de Navidad, que celebran del 2 al 4 de enero y en la que «hacemos manualidades y otras actividades típicas», añade la niña. Y además, cada año, su familia lleva una vela con esa misma luz a su parroquia.
Miguel está muy contento por poder compartir la luz de Belén de su parroquia con toda España. Para él, es muy importante que «los chavales se den cuenta de que este símbolo que recibimos cada año no es solo una velita». Por eso, intenta darle protagonismo en todas las actividades que hace con los scouts. Sobre todo desde que la casa del cura que había al lado de su parroquia se transformó en un centro scout donde muchos grupos van y hacen encuentros y acampadas. «En la Eucaristía con ellos siempre la ponemos en un lugar destacado y digo algunas palabras sobre cómo esa vela nos une a los scouts de todo el mundo y nos recuerda nuestros valores y nuestras promesas». Poco a poco la gente se va acostumbrando, «y algunos grupos me la han pedido para hacer vigilias de oración».