Una cooperante trae a España las Miradas de Tanzania
Bárbara Bravo, de la ONG África Directo, cuenta en una exposición lo que hay detrás de cada una de las miradas y recauda fondos para el Mama Kevina Hope Center, de niños con discapacidad
Fatuma llegó hace un año al centro Mama Kevina Hope, en Same (Tanzania), en la región del Kilimanjaro. No hablaba nada. Incluso tenía miedo a Bárbara Bravo, joven española voluntaria de África Directo, la ONG que gestiona el centro. «Venía de una zona muy pobre y había vivido cosas muy duras», entre otras, el abandono de su padre y un hombre nuevo en la vida de su madre, que era alcohólico. Ahora, Fatuma, de 10 años, es una niña «muy alegre, que sobre todo necesita cariño y atención; le gusta escribir, va al colegio y está más fuerte de salud». Le ha perdido el miedo a Bárbara. De hecho, ahora «es como mi sombra». Y habla casi por los codos.
Esta pequeña tanzana es la niña de mirada triste y turbante amarillo que ilustra el cartel de la exposición Miradas de Tanzania, con fotos de Bravo. Muy diferente a la Fatuma de ahora, de ojos alegres y chispeantes. «¡Cómo te cambia la mirada en un año!», se admira la joven voluntaria, que decidió montar la exposición porque les prometió a los niños del centro que, «estuviera donde estuviera, los iba a seguir ayudando». «Yo tenía en el móvil más de 2.000 fotos, y casi todo eran miradas» detrás de las cuales había una historia.
La vida de Bravo como cooperante, que es lo que a ella le llena en realidad, empezó en 2019. Llevaba diez años trabajando como publicista y decidió que tenía que frenar ese ritmo de vida acelerado y exigente. Con una inclinación desde siempre a hacer algo por los demás, su sueño era ir a África, aunque hizo una primera aproximación en Lesbos (Grecia) antes de encontrarse con África Directo, que tiene más de 90 proyectos en 17 países. La joven se ofreció a ir donde más falta hiciera, y ese sitio era el Mama Kevina Hope de Tanzania. Un centro para niños con diversidades funcionales, físicas y mentales, muchas de ellas por malnutrición ya desde la gestación. En él viven 34 menores, además de aquellos que acuden para tratamientos terapéuticos. Estos suelen provenir de las montañas, de aldeas de difícil acceso a las que acuden los voluntarios dos veces al año, en recorridos de diez días. Así, anualmente atienden a más de 600 niños. Para los residentes, el centro es un verdadero hogar en el que aprenden a ser independientes y autónomos. Se les facilita además la asistencia al colegio. «Les gusta estudiar, y la mayoría quieren ser médicos», comenta Bravo, que subraya lo «increíbles» que son los niños, «no se quejan, no lloran; tienen sueños grandes, tan grandes como ellos».
Bibliotecas de Madrid
No todas las historias son como la de Fatuma. A veces hay que respetar la decisión de unos padres reacios a dejar a sus hijos en el centro. Así sucedió con Witness, una niña a la que Bárbara conoció en una de las salidas a las aldeas y con la que se implicó «mucho emocionalmente». «Venía con el brazo encogido y no lo podía mover». Lo tenía totalmente quemado; su hermana les contó que se le había prendido fuego al chal, en circunstancias no aclaradas. Consiguieron que la madre la llevara al hospital para hacerle las curas, pero no que la dejara con ellos. «He aprendido que no puedes ayudar a todo el mundo, aunque la niña sabe que yo voy a estar siempre».
Miradas de Tanzania, actualmente en Chinchón, recorrerá hasta julio de 2022 varias bibliotecas de la Comunidad de Madrid. Los interesados pueden colaborar con Mama Kevina Hope Center comprando alguna de las fotografías o haciendo una aportación económica. Más información en miradasdetanzania.com.