Casa de oración y de misión - Alfa y Omega

Casa de oración y de misión

El sacerdote canadiense James Mallon propone en Una renovación divina (BAC) las claves para hacer de la parroquia una comunidad de fe viva y misionera

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: EFE / Marta Pérez.

El mayor grupo religioso del mundo son: ¿los católicos? ¿los musulmanes? No, los católicos alejados… Según el CIS, el 60 % de los españoles que se declaran católicos no va nunca a Misa. De cada 100 niños que nacen en nuestro país, 80 reciben el Bautismo; 60, la Comunión; 20, la Confirmación, y aún menos viven como auténticos cristianos. Y de cada 100 parejas, solo el 35 % ha contraído matrimonio sacramental.

En los últimos años, muchos fieles han ido abandonando la Iglesia, la parroquia, los sacramentos, porque «no han encontrado ni el anuncio kerigmático ni el testimonio personal de evangelizadores que les hayan llevado a un encuentro personal, profundo e intenso con Jesucristo»; y tampoco han experimentado «una vida de comunidad relevante en la que sentirse valorados, queridos y aceptados»; ni han encontrado la posibilidad de «un crecimiento espiritual que les lleve a la madurez» de su fe; ni han sido llamados «a un compromiso misionero que les mueva a encontrar a aquellos que están fuera de la familia de Dios», escribe el sacerdote canadiense James Mallon en Una renovación divina (BAC). ¿El resultado? «Una cultura eclesial que no está centrada en la conversión y en la transformación», así como multitud de recursos «para predicar a los de siempre», y una Iglesia que «acepta la inmadurez a gran escala como algo normal».

El Papa Francisco lamenta en Evangelii gaudium que «las parroquias todavía no han dado suficientes frutos para orientarse completamente a la misión». Su diagnóstico es compartido por un buen número de sacerdotes españoles conscientes de la necesidad de una «conversión pastoral», pero muchos de ellos se han puesto manos a la obra para probar las ideas que propone Mallon. Su libro ha sido traducido al español por Tote Barrera, director de los cursos Alpha en España, y ya ha llegado al Papa Francisco de manos de un sacerdote argentino.

Celebración de la Vigilia pascual. Foto: Parroquia de Saint Benedict

Una pastoral obsoleta

Carlos Ruiz, párroco de Cadalso de los Vidrios (Madrid), se reúne un domingo al mes con varios sacerdotes de la diócesis de Getafe para compartir ideas y sugerencias de cara a la evangelización de sus parroquias. «Todos nos hemos dado cuenta de que la manera de hacer las cosas hasta ahora está obsoleta en muchos aspectos. Juan Pablo II hablaba de una nueva evangelización con “nuevos métodos”, pero no existe una hoja de ruta para ello». Por eso, han ido probando las soluciones que propone Mallon y otros referentes en evangelización. «No se trata de métodos ni consejitos -aclara el sacerdote-, sino de experimentar un cambio de mentalidad. Nuestro objetivo no es que la gente se acerque a la parroquia, sino que se acerque a Jesucristo». Eso es lo que diferencia la evangelización del proselitismo: «No buscamos ser un comercial que se mueve por objetivos, sino que queremos que la gente tenga una relación personal con Cristo».

Carlos Ruiz recoge de Mallon la idea de focalizar la evangelización de los fieles más afines: «Jesús dedica mucho tiempo a unos pocos que no son los mejores, sino los más receptivos, y empieza con ellos un proceso de crecimiento y discipulado que podemos llevar a cabo con cosas muy sencillas: ir donde viven, comer con ellos, proponer un día en el campo con cuatro o cinco familias, hacer planes juntos, proponerles lo que a ti te ayuda en la relación con Jesús, alguna lectura, ir a un monasterio. Y luego iniciar un proceso en un grupo pequeño, semanal o quincenal, para conocer la Biblia por ejemplo, algo que a la gente le encanta. Todo eso genera una relación entre ellos, que es lo que le pasaba a los discípulos con Jesús».

Y para la gente que no se acerca a la parroquia ni de lejos, una ayuda que propone James Mallon son los cursos Alpha, una herramienta de evangelización que consiste en varias cenas que promueven el anuncio del amor de Jesús y el diálogo en un ambiente distendido. Se pueden organizar en una casa o incluso en un bar, porque «la gente busca y tiene sed de Dios más que de cualquier otra cosa. Jesús atrae y mucho». No es una estrategia, porque «Jesús está desde el minuto uno. Lo que a la gente no le interesa es lo religioso en el sentido de la idea que la gente tiene de la Misa: la chapa, pero las grandes preguntas están ahí para todos. Y Alpha engancha con las preguntas que ya tienes».

Mejor que no hacer nada

Desde Toledo, Jesús Robledo director del secretariado de Nueva Evangelización y párroco de Yuncos, piensa que las aportaciones de Mallon «dan respuesta a lo que muchos estamos pidiendo y que la realidad va imponiendo. Nuestra estructura sacramental y catequética está basada en una sociedad y en una familia sociológicamente católicas, que ya no existen», pero precisa que la novedad de estas propuestas «debería estar avalada por las diócesis, porque son muy novedosas», como por ejemplo en aspectos como no ofrecer los sacramentos del Bautismo, Primera Comunión y Confirmación y Matrimonio automáticamente a todo el que los pide. En este sentido, explica que los sacramentos «los tenemos que aprovechar para evangelizar. Hay niños que llegan a las catequesis de Primera Comunión y ante un crucifijo preguntan: “¿Ese quién es, por qué está en la cruz”, y deduces que en su familia no se ha hablado de Jesús. Por eso, la catequesis ha de ser familiar, que implique a toda la familia y a los padres especialmente».

«Es cuestión de probar cosas -continúa-, porque el hecho de los padres acudan a nosotros lo tenemos que aprovechar para presentar el atractivo de Jesucristo. No debemos tener miedo a equivocarnos. Ir probando es mejor que no hacer nada».

Bautizo de adultos en la parroquia del padre Mallon. Foto: Parroquia de Saint Benedict

No es solo una Misa más animada

El delegado de catequesis de Jaén y párroco de San Pedro Poveda, Julio Segurado, también está promoviendo reuniones con el libro dentro de su parroquia. «Hemos trabajado mejor en grupos las diez claves que da James Mallon para una parroquia sana y en crecimiento. Es un tema complicado porque se trata de una renovación muy profunda, no solo es hacer una Misa más animada».

Esta dinámica de cambio la han concretado en un Plan de Corresponsabilidad de los fieles que son habituales de la parroquia. Durante cuatro semanas, trabajan varias claves: «la primera es de promoción y anuncio, qué significa ser cristianos, que no es venir solo media hora a Misa y ya está, etc. En la segunda animamos a ser corresponsables con Dios y ofrecemos cursos de oración, organizamos un acto de adoración comunitario. En tercer lugar, ser corresponsables con la familia, cómo soy en mi familia; y por último la parroquia, cómo puedo ofrecer mi tiempo, mis talentos y mi economía. En esa última semana se le da a la gente todas las actividades de la parroquia para que se apunten, y en el Día de la Iglesia Diocesana pueden concretar sus compromisos solemnemente ante toda la parroquia».

De una parroquia de mantenimiento…
  • Centrada en los niños y en la catequesis
  • Comodidad: «el cómodo criterio pastoral del “Siempre se ha hecho así”», que denuncia el Papa en Evangelii gaudium
  • Mínimas expectativas sobre el crecimiento en la fe y en la vocación misionera de los fieles
  • Estabilidad, clericalismo
  • Cuidado de los propios miembros: «Predicar a los de siempre»
  • La parroquia como club social privado

…a una parroquia misionera

  • Que utilice los sacramentos -Bautismo, Primera Comunión, Confirmación, Matrimonio- como una oportunidad pastoral para propiciar que los más alejados se encuentren con Jesús de verdad. Y catequesis de niños de tipo familiar
  • Que dé prioridad al domingo para reunirnos, celebrar y conectar juntos después, sin Misa exprés
  • Hospitalaria: equipo de acogida, folletos de bienvenida, boletín de noticias, visita a los hogares de las nuevas familias de la parroquia, ágapes de vez en cuando para construir relaciones, etc.
  • Con una música que eleve: nueva o antigua, pero que sea participativa y conduzca a la alabanza sincera, con medios modernos
  • Unas homilías bien preparadas que lleven a la alegría, con amor a la gente, transformadoras
  • Una comunidad llena de sentido: con «un solo corazón y una sola alma», como las primeras comunidades, donde unos conozcan a otros y recen juntos
  • Donde las expectativas estén claras: sin miedo a pedir cosas a los fieles, especialmente el participar en un proceso de crecimiento en la fe
  • Y donde cada fiel colabora en lo que se le da mejor
  • Que funcione en pequeñas comunidades, con relaciones más significativas y reuniones en las casas de los fieles
  • Donde se experimente de verdad al Espíritu Santo, sin miedo paralizante
  • E invite a otros a venir a la Iglesia: si se da lo anterior, los fieles invitarán a otros de manera natural. Y que haya una variedad de eventos no sacramentales para poder invitar a los más alejados

Un cambio diocesano

El párroco de San Antonio de la Florida, en Madrid, Juan Luis Rascón observa que Mallon «tiene intuiciones muy buenas y hace un buen diagnóstico. No se trata tanto de copiar actividades como de ir introduciendo poco a poco la mentalidad de pasar del mantenimiento a una Iglesia misionera, que haga discípulos misioneros».

Rascón lamenta que «todavía hay mucha inercia. Si tengo 50 bodas al año, ¿eso significa que hay más familias cristianas? Si celebro 60 bautizos, ¿la Iglesia está creciendo de verdad? Pero tampoco puedes negarte a casar o bautizar». Por este motivo, opina que esta conversión pastoral «debería producirse a nivel diocesano, porque si yo cambio las catequesis de Primera Comunión o los cursillos prematrimoniales y otras parroquias no lo hacen, entonces la cosa no funciona. Sería ineficaz. Debería ser una pastoral de toda la diócesis. Por eso -concluye- sería interesantísimo que en el Plan de Evangelización de Madrid salieran a debate estas propuestas, y que la diócesis respalde lo que hagamos en las parroquias».

James Mallon es el párroco de Saint Benedict, una iglesia de la región canadiense de Halifax. «Ya no podía hacerlo más», reconoció tras una celebración en la que se confirmó a varios jóvenes de cuya preparación y adhesión a la Iglesia tenía serias dudas. Harto de bautizar a niños cuyos padres nunca pisaban de nuevo la Iglesia, propuso a su obispo hacer de San Benito «un laboratorio pastoral». Recogiendo la invitación de Juan Pablo II a plantear «nuevos métodos» e inspirado asimismo por Evangelii gaudium para revisar «costumbres, estilos, horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial», ha hecho de su parroquia una comunidad fuerte, viva y misionera. En Una renovación divina (BAC) explica cómo hacerlo.