Chiara Cazzuola, nueva superiora general de las salesianas - Alfa y Omega

Chiara Cazzuola, nueva superiora general de las salesianas

Sucede en el cargo a Yvonne Reungoat, quien ha asumido este servicio de animación y gobierno en los últimos 13 años

Redacción
Cazzuola es la decimoprimera superiora general. Foto: Salesianas.

La italiana Chiara Cazzuola ha sido elegida como madre general del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, más conocidas como salesianas, dentro del 24º capítulo general de la orden, que se está celebrando en Roma desde el 17 de septiembre.

Sucede en el cargo a Yvonne Reungoat, quien ha asumido este servicio de animación y gobierno en los últimos 13 años. De esta forma, Cazzuola se convierte en la decimoprimera superiora general de la congregación, que fue fundada por santa María Mazzarello y por don Bosco.

Hasta ahora ejercía de vicaria general del instituto y, por lo tanto, era una de las más estrechas colaboradoras de Reungoat. Esta, una vez que se ha producido la votación de las 172 hermanas capitulares, le he preguntado a Chiara: «¿Aceptas?». A lo que la religiosa ha contestado emocionada: «Confío en el Señor y me confío a María Auxiliadora. Por esto, digo “SÍ”».

Optimismo sonriente y bueno

Chiara Cazzuola nació en Campiglia Marittima, Livorno (Italia), en 1955 y vivió sus primeras etapas formativas en Castel Gandolfo (Roma) donde, el 5 de agosto de 1975, emitió los votos de la primera profesión religiosa en el Instituto FMA.

Durante su vida religiosa, ha ejercido durante una década de delegada local e inspectorial de las Polisportive Giovanili Salesiane (PGS). Asimismo, ha desempeñado el cargo de coordinadora inspectorial de pastoral juvenil y de consejera inspectorial.

En 2007 fue nombrada inspectora de la Inspectoría Emiliana-Ligur–Toscana Madonna del Cenacolo, con sede en La Spezia (ILS), y un año después, consejera visitadora. Así, en el sexenio 2008-2014 visitó algunas inspectorías de América y de Europa «madurando una experiencia rica de salesianidad y de interculturalidad», subrayan las salesianas.

Durante aquella etapa, destacó por «su amor sin límites», por un «optimismo sonriente y bueno» y por su «capacidad para captar los gérmenes de vida y de esperanza en cada persona y en cada evento». Se trata de una «persona clara, «entusiasta de la vocación» a su orden, y que «tiene en el corazón una gran pasión por los jóvenes».