La vida de Claret por fin llega a la gran pantalla
El proyecto se intentó en 1950 y en 1970. Al final, la película verá la luz este viernes. El hilo conductor es una investigación de Azorín, que descubrió una trama contra el fundador catalán
La familia claretiana lleva más de 70 años detrás del proyecto de una película sobre su fundador, Antonio María Claret (Sallent de Llobregat, 1807 – Abadía de Fontfroide, Francia, 1870). «Se había intentado ya otras dos veces. La primera en el año 1950, en torno a su canonización, pero el proyecto no fue adelante», explica Gonzalo Fernández, ex vicario general de la congregación, en conversación con Alfa y Omega. La idea volvió a estar sobre la mesa en 1970, año en el que se celebró el centenario de la muerte del santo, «pero tampoco se culminó, a pesar de que ya se contaba incluso con un guion». Finalmente, será este viernes, 24 de septiembre de 2021, cuando se estrene la película, que si bien en un principio se iba a llamar Pobre y a pie, finalmente «hemos optado por un título más breve, más directo y, en cierto sentido, más enigmático: Claret».
En realidad, la cinta estaba lista para su presentación el 24 de octubre del año pasado, día en el que se conmemoró el 150 aniversario de la muerte del fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María –más conocidos como misioneros claretianos–, pero la pandemia trastocó todos los planes.
Con el filme, la congregación trata de dar a conocer la figura de su fundador a un público general. «Claret es más o menos conocido en ambientes religiosos, sobre todo a raíz de su canonización, pero es muy desconocido en el ambiente cultural. La excepción quizá puede ser Cataluña, donde su nombre suena más al ser catalán, pero en el resto de España no es muy conocido. Incluso en algunos lugares donde se le conoce, tiene como una especie de leyenda negra», asegura Fernández.
Por ello, los claretianos han querido «presentar de la manera más objetiva posible al público una figura que fue relevante, no solo en el ámbito eclesiástico, sino en el ambiente social de la época». De esta forma, el espectador se va a encontrar «con un eclesiástico muy metido en los acontecimientos sociales de la época –la película aborda ampliamente la cuestión racial–, en acontecimientos extraordinariamente complejos ante los que, sin embargo, Claret es capaz de vivir un ideal y no hacer componendas», concluye el religioso.
Biografía apócrifa
La objetividad la ha puesto el director Pablo Moreno, que reconoce que los claretianos le han dejado «una libertad absoluta» en el proceso creativo, a pesar de que antes del proyecto «conocía lo justo de Claret. Que era santo, que había fundado los claretianos y poco más», reconoce a este semanario.
De esta forma, el director mirobrigense tiró de documentación para ahondar en la figura de este sacerdote, misionero, arzobispo y confesor de la reina Isabel II. Entonces «me di cuenta que esta misma investigación ya la había hecho Azorín un siglo antes». En su libro La voluntad, publicado en 1904, el escritor y periodista se despachó a gusto contra el religioso, pero tiempo después se retractó de sus palabras e incluso llegó a escribir una semblanza para el proceso de canonización de Claret. Entre medias, «descubrió que alguien había hecho una biografía apócrifa del santo e incluso habían adulterado algunas de sus obras para denigrarlo», asegura el director, que precisamente ha utilizado esta investigación de Azorín como hilo conductor de la película.
En su estudio, y durante el rodaje de la película, Moreno también descubrió «a un personaje con una riqueza espectacular», del que le impresionó «su inteligencia», su «capacidad de trabajo» o su «lucha contra las injusticias». Y al que ha sabido llevar a la gran pantalla, cumpliendo el deseo de la familia claretiana, con un presupuesto más que ajustado «de quinientos y pico mil euros».
¿Conocía algo de Claret antes de meterse en su piel?
Nada. No conocía a Claret ni a los claretianos.
Y una vez que se documentó, ¿qué le pareció?
Después de leer sobre él, vi que coincidía con muchos de sus valores. Su lucha contra la injusticia, contra el racismo, contra la corrupción. Era un revolucionario. Es un Batman de la época. Él se dedica a transmitir su mensaje y a luchar contra todo lo que cree que no es justo.
Creo que el personaje le llegó en un momento delicado.
Estaba en un momento profesional y personal difícil. De búsqueda, de querer evolucionar, de crisis. Incluso me planteaba si tenía sentido seguir adelante con la profesión. Es una carrera muy complicada y hay que sacrificar muchas cosas. De hecho, conozco muchísimos compañeros que abandonan. Yo estaba ahí cuando me ofrecieron hacer a Claret. Así que fue un regalazo. Fue como si bajara el santo a verme. Me volví a ilusionar. Tenía muchas cosas dentro y Claret me hizo sacarlas. Tuve una entrega total con él.
¿Le reconcilió con usted mismo y con la profesión?
Totalmente. Viendo su constancia, sus valores, pensé que todavía había esperanza en el mundo. Hay gente que sigue luchando por la justicia y que se entrega por los demás. Todo esto me hizo reflexionar muchísimo y seguir para adelante a nivel personal y profesional.