Arde Toletum: misión a pie de calle
Un grupo de 25 misioneros han participado en Toledo en el primer encuentro Arde Toletum evangelizando por las calles de la localidad de Mora
«Desde siempre, el anuncio de salvación de Jesús llega a las personas allí donde se encuentran y así como son en la vida de cada día». Estas palabras del Papa Francisco se han hecho realidad en el primer encuentro Arde Toletum de la diócesis de Toledo, celebrado en la localidad de Mora. Hasta allí se trasladaron la primera semana de agosto un grupo de 25 personas de la comunidad Fuego Vivo para evangelizar en las calles de la localidad en un anuncio cien por cien kerigmático.
«Desde hace tiempo teníamos ganas de una actividad de verano» que diera continuidad a la esencia evangelizadora del grupo. Lo explica el sacerdote Joaquín Garrigós, integrante de Fuego Vivo y y uno de los organizadores de Arde Toletum. El grupo de evangelización había surgido en 2014 en el seno de la Delegación de Familia, y algunos de ellos conocían Arde Complutum, proyecto misionero de la diócesis de Alcalá. «Queríamos hacer algo así; de hecho, hemos sido apadrinados por ellos», explica Garrigós.
Así, la misión arrancó el 1 de agosto con una Eucaristía en la parroquia Santa María de Altagracia de la localidad, presidida por el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, que hizo el envío de los misioneros y les impuso la cruz de misionar, una cruz de madera con el logo de Arde Toletum (la llama de fuego del Espíritu), realizada con la colaboración de jóvenes de la parroquia de Argés.
Los primeros días del encuentro se dedicaron fundamentalmente a la oración y a la formación, con meditaciones, enseñanzas y talleres sobre, entre otros, los profetas, la Evangelii gaudium, el acompañamiento espiritual, la estética y la belleza en la evangelización o los carismas del Espíritu Santo. Asimismo, contaron con invitados que les ofrecieron su testimonio sobre distintas experiencias de evangelización: Courage España, un apostolado de ayuda espiritual a homosexuales y familiares, les habló de la sanación del corazón, pero también pudieron escuchar testimonios de pastoral penitenciaria y de la comunidad Fe y Vida.
De jueves a sábado, la misión se centró en la evangelización a pie de calle. Siguiendo el estilo de los Centinelas de la Mañana, el grupo se dividía en dos, y mientras unos se quedaban en adoración en el templo, otros salían a la calle. Ante los vecinos se presentaban como misioneros de parte de su parroquia y, «lo primero, les hablábamos del kerigma: Dios te ama, Jesucristo está vivo, ha muerto por ti, ha resucitado y quiere salvarte».
Y a partir de ahí, continúa Garrigós, se iniciaba una conversación «tranquila», siempre de la mano del Espíritu. Si estaban cerca de la parroquia y encajaba, se les invitaba a entrar en la iglesia; si era en una casa, se podía hacer un rato de oración con la familia; con unos jóvenes a los que encontraron en un parque lejano charlaron de la Iglesia, de sus inquietudes…
Lo hacían por la mañana y por la noche, junto a tiempos de alabanza y a la Eucaristía. «La acogida del pueblo ha sido una gozada –observa Garrigós–; la gente estaba súper contenta». Y aunque «los frutos ya se verán», acto seguido reconoce que «los primeros han sido para los propios misioneros», y que sí ha habido quien se ha acercado de nuevo a la Iglesia después de mucho tiempo. También sido también muy bonito, cuenta, ver cómo gente de la propia parroquia se ha unido a la misión.
Arde Toletum no se ha quedado en este 2021. «Hay párrocos de otros pueblos que ya se han interesado», así que «la idea es continuar todos los años».