El asesinato del padre Jacques Hamel fue una operación «hábilmente preparada» - Alfa y Omega

El asesinato del padre Jacques Hamel fue una operación «hábilmente preparada»

El semanario La Vie accede al expediente de la investigación donde se constata que el atentado se ordenó desde Siria y que falló el control judicial y la vigilancia de uno de los autores materiales

Fran Otero
Un grupo de personas se concentran en París tras el asesinato del padre Hamel, que tuvo lugar el 26 de julio de 2016. Foto: CNS.

Hace casi cinco años, el 26 de julio de 2016, Saint-Étienne-du-Rouvray era testigo de un brutal crimen. Dos terroristas entraron en la iglesia de esta localidad francesa y degollaron al sacerdote Jacques Hamel e hirieron gravemente a un fiel, un atentado que, según ha desvelado La Vie tras acceder al expediente de la investigación, no fue un ataque de lobos solitarios, individuos aislados que se radicalizan solos, sino «una operación hábilmente preparada».

Según recoge el semanario, en el ataque no se dejó nada al azar. Lo impulsó desde Siria un ciudadano francés que se había enrolado en el Daesh en 2015: Rahid Kassim. Nacido en Roanne (Loira), de padre yemení y madre argelina, fue quien pidió a Adel Kermiche y Abdel-Malik Petitjean que llevaran a cabo el atentado, ambos abatidos tras asesinar al padre Hamel.

«Dentro de la organización terrorista, Rachid Kassim se encargaba de localizar a personas radicalizadas en suelo francés, reclutarlas, asegurar su adoctrinamiento a distancia y guiarlas en la comisión de atentados», se explica en la investigación periodística, que añade que siguió este procedimiento con los dos asesinos de Jacques Hamel. Además, no fue el único ataque en el que estuvo implicado Kassim, pues en el expediente judicial se citan otros: el asesinato de dos policías en junio de 2016 y el atentado fallido contra la catedral de Notre Dame de París, en septiembre de ese mismo año.

Contacto por Telegram

El método de contacto era la red de mensajería Telegram, con un sistema de privacidad y encriptado fuerte, a través de la que el yihadista no solo enviaba órdenes y adoctrinaba, sino que hacía de casamentero. Era una forma, esta última, de controlar la vida privada de los reclutas.

Kassim es el único acusado del caso por «complicidad de asesinato» en el juicio que se celebrará entre el 14 de febrero y el 11 de marzo de 2022 en París, aunque nunca podrá ser condenado pues se cree que está muerto. De hecho, habría fallecido en un ataque de un dron estadounidense en julio de 2017. Sí se juzgará a otras tres personas —Farid Khelil, Yassine Sebaihia y Jean-Philippe Steven— por asociación criminal al haber mantenido contacto con los autores del atentado y conocer las intenciones de ambos.

«Podría haberse evitado»

Según explica a La Vie Me Mouhou, defensor de las víctimas del terrorismo y experto en islamismo, el atentado «podría haberse evitado completamente». Señala fallos tanto a nivel judicial como de los servicios de inteligencia, que se manifiestan con claridad en el caso de Adel Kermiche. Y así lo confirma la investigación judicial.

El joven —tenía 19 años cuando cometió el atentado—, había intentado llegar a Siria en dos ocasiones en 2015, pero fue interceptado en Alemania y Turquía y devuelto a Francia, donde fue enviado a prisión en la segunda ocasión. Menos de un año después y a pesar de su radicalización fue puesto en libertad porque le había dicho al juez que había tomado conciencia de sus errores.

A partir de aquí, Kermiche estuvo bajo arresto domiciliario en casa de sus padres y con un brazalete electrónico, con revisiones cada semana y luego cada 15 días, y con la posibilidad de salir a la calle entre las 08:00 y las 12:00 horas. El mismo día del atentado se firmó un informe semestral en el que se decía que el joven seguía siendo musulmán practicante sin estar seguros de su radicalización, así como que su discurso sobre la religión no demostraba ideología extremista.

«Se han descuidado otros elementos graves. Según nuestras informaciones, su madre acudió tres veces a la comisaría y a la prefectura para alertar sobre la deriva y el riesgo de actuación de su hijo, sin que se le diera el menor seguimiento», recoge el semanario.

Falta de vigilancia policial

El otro error tiene que ver con la falta de vigilancia policial. De hecho, el teléfono de este terrorista no fue intervenido: «El expediente está lleno de intercambios condenatorios entre Kermiche, Petitjean, Kassim y otras personas radicalizadas. Pero solo fueron reconstruidos por los servicios antiterroristas tras el atentado». En ellos tratan la elección del objetivo, la cobertura mediática o la forma de jurar lealtad al Dáesh.

«Así, ya el 19 de julio de 2016, [Kermiche] planteó el escenario que iba a ser utilizado en el atentado llevado a cabo en la iglesia de Sant-Étienne-du-Rouvray» contra Jacques Hamel, concluye en el auto la jueza Emmanuelle Robinson.