Un sacerdote se une a los 150 estudiantes secuestrados esta semana en Nigeria
El arzobispo de Lagos pidió la semana pasada a las autoridades declarar el estado de emergencia por la inseguridad
Continúa el goteo de violencia y secuestros en Nigeria. El arzobispo de Maiduguri, Oliver Dashe Doeme, confirmó el martes a Fides que el sacerdote de su diócesis Elijah Juma Wada fue secuestrado la semana pasada. «Sabemos que está vivo y tenemos la esperanza de una salida positiva», añadió. El sacerdote desapareció el 30 de junio en la carretera entre Damboa y Maiduguri, mientras se dirigía a Damaturu para participar en la Misa de acción de gracias por el décimo aniversario de la ordenación de un amigo.
Se sospecha que los secuestradores pertenecen al grupo islamista Boko Haram, nacido en 2009 en la región, que en los últimos años se ha dividido en varias facciones. En los últimos años, junto a los secuestros con fines ideológicos o religiosos, Nigeria vive una oleada de desapariciones a manos de bandas criminales, que tienen como objetivo la obtención de rescates. La Conferencia Episcopal de Nigeria ha prohibido que se pague ninguna cantidad a cambio de la liberación de sacerdotes o religiosas.
Uno de los fenómenos más recientes es el secuestro en masa de estudiantes de todo tipo de centros, sobre todo internados. Volvió a ocurrir en la madrugada del lunes, cuando un grupo de hombres armados irrumpió en el instituto baptista Bethel de Kaduna, en el noroeste del país. Secuestraron a 153 estudiantes, de los cuales este miércoles han sido puestos en libertad 28, ha informado el centro a la agencia Reuters. 125 siguen en cautividad.
400.000 chicos sin escuela
Es el décimo secuestro de este tipo desde diciembre, y las víctimas ya superan las 1.000. No se trata de ataques específicos contra cristianos, pues en muchos de los casos han tenido lugar en zonas mayoritariamente musulmanas y las víctimas procedían de familias de esta religión.
Estos ataques están además generando una grave crisis educativa en la región noroeste del gigante africano. Esta semana, el estado de Kaduna ha decidido cerrar los 13 centros más vulnerables a un ataque similar. Pero, según UNICEF, son ya 1.120 colegios los que han suspendido su labor en los estados nigerianos noroccidentales. Incluso cuando no lo han hecho, muchos padres han dejado de llevar a sus hijos a clase. En total, se estima que entre 300.000 y 400.000 muchachos han dejado de estar escolarizados.
Estado de emergencia
Esta situación llevó la semana pasada al arzobispo de Lagos, Alfred Adewale Martins, a solicitar a las autoridades que declaren el estado de emergencia. Esta medida, confiaba en declaraciones a Fides, serviría para que el Gobierno tenga que prestar más atención a las fuerzas de seguridad y poner en sus manos «todas las herramientas y recursos que necesitan». Pobremente equipados, «hay policías muy desmoralizados». Asimismo, considera necesario «que los estados tengan más autoridad y dispongan directamente de los recursos».
«La inseguridad es ahora un fenómeno generalizado», lamentaba. Se producen secuestros «directamente en las casas, así como en las iglesias, o en las mezquitas, en todas partes; los bandidos atacan los pueblos y matan, roban, saquean y secuestran». La inseguridad se da sobre todo en el norte, pero afecta a todo el país porque «el número de personas que huyen de esas zonas a otros estados del interior es enorme y, agravan la situación de zonas que ya tienen problemas» de otro tipo.