«Mis padres han sido evangelizadores para mí, porque fueron los primeros que me hablaron de Jesús y me llevaban a Misa. Cuando era más pequeña no quería ir, pero luego empezó a gustarme». Habla Elsa, una chica de 13 años de Los Corrales de Buelna (Cantabria), que este año participó con su familia en un encuentro que Acción Católica General organizó en San Lorenzo de El Escorial (Madrid). Unas 80 familias, incluidos 30 niños de entre seis y 13 años, se juntaron para trabajar y reflexionar juntos sobre el tema Evangelizar en familia.
En el encuentro, niños, jóvenes y adultos intentaban compartir. Como algunos temas eran demasiado complicados para los más pequeños, «cuando los mayores se iban al salón de actos a hablar» o a escuchar alguna charla, «nosotros estábamos con los monitores y hacíamos actividades». Lo explica Carlota, de Torrelavega (también en Cantabria). Tiene ocho años, y también viajó a Madrid con sus padres y su hermano. Por ejemplo, «hicimos una yincana con distintas pruebas: escribir una palabra entre todos formando las letras con nuestro cuerpo, irnos a rezar solos un ratito», hacer una carrera con una pierna atada a la de otro niño para aprender cómo hay que relacionarse con los hermanos…
- Buscamos momentos para estar todos juntos.
- Vamos a Misa porque, si no, no podemos conocer a Jesús ni ser misioneros.
- Rezamos juntos: antes de comer, antes de dormir, algún rato más largo…
- Damos a conocer a Jesús en el cole y con los amigos, y los padres en su trabajo.
- Nos comprometemos y ayudamos a la gente.
Otra de las actividades solo para niños fue representar, divididos en grupos, «a familias cristianas y a otras que no creen» –nos dice Elsa–. Los monitores les decían que hicieran un pequeño teatro con distintas situaciones que viven las familias, y los niños se disfrazaban y lo interpretaban. La actuación que hizo Elsa era sobre cómo se vive el domingo: «La familia cristiana va a Misa, y luego, en casa, preparan la comida y ponen la mesa todos». El grupo de Carlota representó un cumpleaños.
Cuando los adultos terminaban su reunión, se juntaban y hacían talleres juntos. Carlota fue a uno en el que «los mayores se tumbaban en el suelo, levantaban las manos y nosotros teníamos que tirarnos y tener la confianza de que nos cogieran. No me costó nada hacerlo, porque sabía que me iban a coger».
Alba Ortiz, responsable de Infancia de Acción Católica General (ACG), nos explica que lo que querían enseñar a los niños en el encuentro de este verano es que «no podemos quedarnos» la Buena Noticia «en nuestra familia, o en la parroquia. En casa se enseñan las cosas que nos hacen falta para actuar en la sociedad. Eso, luego, se saca fuera. Si con la familia tienes actitudes y valores cristianos, después te va a ser mucho más fácil evangelizar fuera». En esta tarea, «los niños tienen que ser protagonistas. Hablar de Jesús o ponernos a rezar no puede depender solo de que lo digan los padres; tienen que buscarlo también los hijos».
Este deseo de dar protagonismo a los niños marca toda la labor de ACG. «Intentamos que todas las cosas que hacemos impliquen a los tres sectores, y facilitar que haya momentos para trabajar todos juntos. En mi diócesis, Santander, los niños no solo participan en las actividades más de ocio, sino incluso en la asamblea en la que tomamos las decisiones».