Don José Manuel Osoro Sierra: «Mi hermano Carlos no engaña. Vive el Evangelio»
Tan unidos están los tres hermanos Osoro —Carlos, Fernando y José Manuel— que se llaman por teléfono cada noche para ver cómo está cada uno. El menor, don José Manuel, es hoy decano de la Facultad de Educación de la Universidad de Cantabria, y aunque reconoce que «tenemos diferentes puntos de vista sobre ciertas cosas» y «hasta diferencias ideológicas», habla de su hermano no sólo con un inmenso cariño, sino también con profundo orgullo. «Para mí no es monseñor Osoro, sino Carlos, el hermano mayor que te sirve de referente», dice. Y añade que el nuevo arzobispo de Madrid es «el que hace la labor de nexo, de unión», en una familia muy bien avenida
Pocas personas conocen tan bien a su hermano como usted. ¿Quién es Carlos Osoro?
Yo hablo desde un ámbito afectivo. Para mí no es monseñor Osoro, sino Carlos, el hermano mayor que siempre ha estado fuera, pero que para la familia hace la labor de nexo, de unión, y que te sirve un poco de referente. Es un hombre bueno, con grandes sentimientos y una preocupación constante por nosotros. Es un hombre de familia. Eso es algo que hemos vivido los tres, porque nuestros padres eran así, pero al haber sido el mayor y no haber tenido responsabilidades familiares, su familia somos nosotros.
De ahí lo de llamarse cada noche…
Sí. Todas las noches nos llamamos por teléfono los tres. Y si a él no le da tiempo y sólo me llama a mí o a Fernando, el que sea llama al otro para decir que Carlos está bien. Decimos: ¿Te ha llamado ya el cura? Porque tiene la costumbre de que nos llama a las tantas, que es cuando está trabajando tranquilo y se acuerda de los hermanos. Es una persona buena, y se implica mucho en los problemas de la familia y en la situación de sus sobrinos. A veces, ni siquiera le contamos todo, porque sabemos que se va a preocupar, incluso si no es algo grave.
Él disfruta con los jóvenes. ¿Cómo es la relación con sus sobrinos?
Muy buena. Tiene tres: dos varones, hijos de Fernando, y mi hija, que vive en el extranjero, y habla con ellos por teléfono y Whatsapp. Ellos le tratan con frecuencia y se ríen mucho. En realidad, todos nos reímos mucho con él, porque tiene mucho sentido del humor (lo tenemos todos). Los sobrinos bromean, por ejemplo, con su manera de vestir: cuando viene en verano, va siempre con el clergyman y la cruz pectoral. Yo le digo: Que estás con nosotros, date una alegría y ponte una camisa, pero siempre va de cura. Es una excusa para bromear, sin herir y con respeto. Nos llevamos muy bien.
¿Cómo era su familia?
Mis padres, Carlos y Eloísa, eran gente muy humilde (mi madre era ama de casa y mi padre, electricista), pero que tenían esa intuición de lo que debía de ser la familia y la educación de sus hijos. Nos educaron en la comprensión, en la tolerancia, en el hablar las cosas, en expresar nuestros sentimientos… Su interés es que nos lleváramos bien, estuviéramos unidos y fuéramos una piña. Y, como decimos a veces, sin que sea peyorativo, somos como los gitanos: pasa algo y ahí estamos todos. Ahora que acaban de operar a mi cuñada, hemos estado dos o tres días todos en el hospital; también Carlos, que vino desde Valencia.
¿Cómo vivieron sus padres la vocación sacerdotal de su hijo mayor?
Su relación con mis padres era muy buena. Primero, porque era el mayor, y segundo, porque era cura, y mis padres eran muy creyentes, sobre todo mi madre. Cuando Carlos dijo que se iba al Seminario, a Salamanca, al principio fue un pequeño disgusto, porque se marchaba lejos, y porque tenía ya su vida encarrilada y tendría que empezar de nuevo. Pero luego no sólo lo llevaron bien, sino con orgullo. Con el tiempo, ves que lo de volver a empezar ha sido una constante en su vida: está 10 años en Salamanca, luego 20 en Santander, luego marcha a Orense, marcha a Oviedo, marcha a Valencia, y ésta es ya la cuarta andadura que emprende, con una resignación y una alegría que me asombran.
Y lo de ser padre y hermano de un obispo, ¿cómo se lleva?
Para mis padres, fue un ejemplo de hijo. Mi padre murió antes de que fuese obispo de Orense, pero mi madre sí llego a verlo, muy consciente y muy bien mentalmente. No puedo imaginar el tremendo orgullo que tuvo que ser eso para una madre. En casa, Carlos era el mayor, el que tenía criterio, el que mandaba; para mis padres, lo que decía Carlos iba a misa…, ¡y nunca mejor dicho! Nosotros a veces le tomábamos el pelo a mis padres: Carlos ha dicho eso, como para decir cualquier cosa. Para mis padres era un ejemplo de hijo, sin desmerecer que los demás no lo fuéramos, pero era más ejemplo todavía. Y entre los hermanos (y meto a las cuñadas) no ha sido ningún problema. Entre nosotros puede haber diferencias ideológicas, pero para mí es un orgullo que sea lo que es. Además, hay gente que despotrica de la Iglesia (a veces, incluso, con razones), pero nunca he oído ni leído nada malo de Carlos. Yo no puedo decir que sea una persona de Iglesia, es más, soy muy crítico con la Iglesia, y con él tengo discusiones en el aspecto más bondadoso de la palabra. Pero eso forma parte de un entorno íntimo, de discusión, que debe existir. Tiene amigos de un espectro ideológico muy amplio, y para mí es un orgullo que haya llegado donde ha llegado, por sus méritos y porque tiene grandes capacidades.
¿Por ejemplo?
Carlos es muy inteligente, tiene una gran capacidad de trabajo y una red de relaciones inmensa. Puede estar horas perdiendo el tiempo con alguien si cree que a ese alguien puede servirle para algo. Además, le gusta mucho ser un cura de calle. Lo ha hecho en Valencia y lo hará en Madrid. Mi hermano no engaña a nadie. Su mensaje y lo que él vive es el Evangelio.
Don Carlos ha ido sembrando rasgos de su personalidad allá por donde ha ido. Madrid es una diócesis compleja, quizás las más compleja de todas en las que ha estado. ¿Qué riquezas cree que puede traer Carlos Osoro a Madrid?
Hay una cuestión innegable, que cuando la gente le vaya conociendo va a sorprenderle, y es su inmensa capacidad de trabajo. A alguno le va a costar seguirle el ritmo. No digo que sea hiperactivo, porque Carlos es una persona muy reflexiva, pero es capaz de dedicar muchas horas a esa reflexión.
Y a transformarla en acción, además…
Tú lo has dicho. Yo creo que tiene esa capacidad de transformación. Además de toda su apariencia de bondad y de simpatía, la diócesis se va a encontrar con una persona con las cosas muy claras. Si él piensa que la línea pastoral debe ir por un sitio, va a intentar convencer a todos para que vaya por ese sitio. Él tiene focalizadas muchas cosas, y si ves la trayectoria que ha seguido en estas tres diócesis, son fundamentales para él: el tema de las vocaciones (los seminarios yo creo que son para él una fijación) y el tema de los jóvenes. En Torrelavega montó una especie de club juvenil en la parroquia de La Asunción, que se llamaba La Pajarera y logró atraer alrededor de la parroquia a los adolescentes. El local se llamaba La Pajarera porque en años anteriores había sido una pajarera. Yo me encuentro con gente de mi edad que pasaron por La Pajarera y tienen una visión de Carlos impresionante, porque recuerdan su juventud con una alegría que dicen: «Seguramente buena parte de lo que soy en este momento, se lo debo a La Pajarera». Incluso yo en algún momento participé: cuando vivíamos en Santander, estuve en campamentos con él.
¿Y cómo fue?
Yo era uno más, y él era un tío joven, muy cercano, un cura nada rimbombante, que sin embargo hacía una labor pastoral con los jóvenes tremenda.
Los años de Asturias fueron duros. ¿Cómo son las preocupaciones de un sacerdote y cómo se acompañan?
Él nos cuenta muy poco de su vida, y sobre todo de sus preocupaciones. Nos cuenta lo bueno, para no preocuparnos. Participamos poco de sus preocupaciones, y a veces te duele, porque sabes que lo está pasando mal y no te dice nada, o sólo te dice: Pues sí, lo estoy pasando mal. Nosotros le hacemos mucho seguimiento por las revistas en papel y digitales; mi mujer y yo le hacemos un seguimiento diario. No todo lo que se dice es verdad, pero intuimos cuando hay problemas. Él no quiere preocuparnos con su vida, pero sí intuíamos que el tiempo de Oviedo, por ejemplo, fue en algunos momentos duro. Yo conozco mucho Oviedo y sé que es una sociedad muy compleja. Él no contó nada, no nos hace partícipes de cualquier situación que nos pueda preocupar a nosotros, pero sí que sabemos que lo pasó mal.
En Valencia, sin embargo, ha dicho que estaba encantado.
Así ha sido. La impresión que tengo de lo que le pasó en Oviedo no la tengo de Valencia. Que seguro que ha tenido problemas, pero yo en Valencia he visto feliz a mi hermano Carlos. Con trabajo, porque él tiene una enorme capacidad de trabajo (le llamas a las doce y media de la noche y le preguntas «¿Qué haces», «Contestando cartas». «Pues sigue contestando cartas»), pero le he visto contento, porque es una sociedad muy abierta. Él decía: «Te montan una fiesta por menos de nada y sale la fallera mayor si hace falta». Igual es una percepción, pero con al menos un 70 % de realidad. Al margen de que tenga problemas, porque se mueve en un gran ámbito de relaciones y las relaciones siempre son complejas, pero yo le he visto contento y le he visto feliz. Mi preocupación ahora como hermano es que Madrid me parece un sitio duro. Y digo: Mira que ahora empezar de nuevo, con lo feliz que eras, o por lo menos con lo feliz que parecías ser… A ver lo que pasa.
La bienvenida está siendo muy calurosa. Y no sólo los medios, sino que los fieles de Madrid estamos encantados con nuestro nuevo arzobispo…
Cuando su nombramiento, vimos los periódicos, tenemos el dossier de todo lo que ha salido, y el tratamiento que le han dado ha sido muy bueno. Al menos, los más que suelen ser más críticos han mostrado una cierta asepsia. Incluso en El País le han dado un tratamiento muy bueno. A mí eso me tranquiliza, porque Madrid es un sitio…, en fin, que no sólo es el arzobispado, sino que la diócesis parece ser otro Ministerio más, porque la sociedad está muy politizada. Por eso me ha tranquilizado que al menos el recibimiento sea bueno. Yo sé que él tiene encaje, tiene maneras, es muy pasiego, y no se va a lanzar a la yugular de nadie. En ese sentido, es muy dialogante, muy de ponerse en el lugar del otro. Sabemos que tiene amigos (aunque desconozco en qué grado de amistad) del espectro político más variado, que cuando iban a Valencia, han ido a verle.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo Bono, y parece que es conocido también de Pedro Sánchez, con quien ha tenido alguna relación en algún momento. El otro día, hablando con él sobre Pedro Sánchez, me dijo: Es un tío majo. ¿Por qué no lo va a ser? Otra cosa es que sea del espectro político que sea, que no sea creyente, pero si es una buena persona… Creo que en algún momento también tuvo relación con María Teresa Fernández de la Vega. Fíjate que esta mujer debe de ser dura, pero él cuenta que era una persona muy afable y que se entendían bien. Otra cosa es que luego no llegaran a acuerdos. Eso es otra historia, pero se entendían bien y él hablaba bien de ella. Aunque, lógicamente, tampoco nos cuenta mucho de sus cuestiones más privadas.
¿Alguna vez le ha hablado su hermano de Dios?
No, no hemos tenido conversaciones de este tipo.
¿Y a su otro hermano?
No lo sé. Nosotros, con independencia de no ser asiduos de la Iglesia, cuando nos juntábamos en casa de mis padres a comer, la comida iba precedida de la Misa. Siempre nos reíamos mucho, porque mi padre era hombre de horas: «Aquí se come a las dos», y si no, ya le sentaba mal y se le descompensaba la alimentación. Sin embargo, Carlos venía siempre tarde, a las dos y media o las tres, y celebrábamos la Misa primero. Y le decía, bromeando: «¿No le dices nada a tu hijo mayor?». Cuando vivían mis padres, era una cosa muy natural aparecer en su casa unos y otros, y terminar por juntarnos todos a cenar, sobre todo si sabíamos que venía Carlos, y antes de cenar empezábamos con la Misa. Pero él, y eso es cosa de agradecer en un hermano, siempre ha sido sumamente respetuoso con nosotros. Supongo que lo será con todo el mundo en general, pero con nosotros especialmente. Nunca ha planteado Hay que hacer esto, desde el punto de vista religioso. Por ejemplo, cuando viene, nos avisa: «Vamos a ir a Suanzes —donde vive mi otro hermano—, lo que pasa es que iré y celebraré la Misa a las doce. Si os apetece…». Y allí vamos todos a las doce a la Misa de Carlos. Y de verdad que es un orgullo estar ahí. Lógicamente, no lo vemos, porque tiene un club de fans (risas). Ya lo veréis en Madrid: supongo que irá mucha gente de Santander para el día de la ordenación.
Una de las cosas que se dice de su hermano es que es «el hombre del Papa Francisco en España». De hecho, el Papa le dijo que le había apodado el peregrino, porque sabía que recorría las parroquias de Valencia. ¿Les ha contado algo de cómo es el Papa Francisco?
Creo que se han visto tres veces, y yo le he preguntado: Bueno ¿qué tal es el Papa? Mi mujer me dijo, cuando salió elegido el Papa: ¡Se parece a tu hermano! Y sí que se parece, tiene un perfil, un escorzo, que es igual que él. Él lo pone muy bien, dice que tiene un trato cercanísimo, y que se siente muy valorado. Lo del peregrino es una anécdota graciosa, pero que el Papa sepa de las andanzas particulares de un arzobispado, por más que lo sea de una sede importante en España como Valencia, reconforta. Del Papa nos ha contado que es muy afable, que sabe perfectamente que es lo que está ocurriendo en el mundo, y que tiene otra visión de la vida y de la Iglesia. Y que su manera de entender la Iglesia, va a volver a atraer a mucha gente. Porque, del planteamiento social de la Iglesia, ¿quién va a estar en desacuerdo con ello? Incluso los que dejan al margen los ritos, la liturgia, la Eucaristía, ¿quién va a estar en desacuerdo con su propuesta social? Nadie. ¿Quién va a decir algo en contra de Cáritas, o de la labor social que hace la Iglesia? Yo creo que Carlos valora el cambio. Porque Carlos es una persona muy rompedora en este sentido. La Doctrina de la Iglesia sabemos como es, sabemos qué opina del aborto, de la familia, etc. y para él eso es como lo dice la Iglesia. Pero es transgresor, por ejemplo, en el acercamiento a los jóvenes. A los jóvenes, antes, en el año 1976 cuando estuvo en Torrelavega, o ahora en 2014, te tienes que acercar de una manera distinta, porque los jóvenes son distintos. La ilusión que tiene Carlos por el cambio de la Iglesia, por el Papa, por lo que va a suponer de cambio, es muy interesante.
¿Ha leído alguno de los libros de su hermano?
Sí, claro, aunque no todos. Él tiene varios libros, que son lo que son; no son libros de lectura de playa. El primero que leí es A la Iglesia que amo, que fue el primero que escribió. Luego tiene otro muy bonito que es Cartas desde la fe. Y ahí me he quedado, aunque los tengo y los iré leyendo. A mí me parecen muy interesantes, para cualquier persona que tenga interés intelectual. Me parecen de una gran profundidad, bien documentados con una profusión de citas, bien trabajados, bien escritos. Pero claro, no son un best-seller, ni un libro ligero. A veces le he comentado que estaría bien que hiciera un libro más de divulgación, para llegar a más gente.
¿Guarda con especial cariño algún momento de intimidad con su hermano?
Para la familia, Carlos hace la labor de nexo, de unión. A veces nos reímos entre nosotros, porque decimos, este hombre no vive aquí abajo, está ahí arriba y cualquier día levita. Y le decimos a él esas cosas. Yo recuerdo una anécdota que representó mucho para mí: durante los veranos, en mi casa, mi hermano me daba clases particulares de Matemáticas, de Física, de Química…, de todo lo científico. En mi época de Bachiller suspendía siempre las de Ciencias, y Carlos, cuando volvía de Salamanca, me daba clases en el salón de casa. No estaba yo sólo, sino que había otros chavales porque se pasaba trabajando todo el verano dando clases particulares porque eso suponía una ayuda para la familia, en la que el único sueldo que entraba era el de mi padre. El otro día, de hecho, me dieron recuerdos de alguien que me conocía porque iba también a esas clases particulares. Lo recuerdo bien por todo lo que supuso. En estas cosas hay veces en la vida que alguien te marca un poquito y te pone en la línea. Y eso es lo que hizo Carlos conmigo. También recuerdo otros momentos en mi vida en los que Carlos me ha dado algún consejo, o me ha hecho ver las cosas claras en mi vida personal. Aunque no fuera fácil para mí escucharlo ni para él decirlo. Pero visto con la perspectiva del tiempo, pienso Menos mal que le hice caso. En la vida tomas decisiones constantemente, y a veces las decisiones te pueden jugar una mala pasada.
¿Qué pide el hermano de Carlos Osoro a los hermanos que vamos a recibirle en breve, a la diócesis de Madrid? De hermano a hermano.
En primer lugar, que le recibáis bien, con los brazos abiertos; con ese componente emocional que es recibir a una persona como en nuestra casa al amigo que viene a cenar. Que lo recibáis pensando que a Carlos le vais a conocer rápido, para lo que os guste y para lo que no os guste, porque no tiene lado oscuro. Es una persona con la que se puede trabajar muy bien con él, y que deja trabajar. Os pediría que le conocierais un poco y que emocionalmente él se sienta bien. De momento, sé que está siendo así. Cuando tome posesión, se verá que va a trabajar mucho porque la capacidad de este hombre es tremenda. Estoy seguro de que Carlos empezará a viajar, a moverse, irá a todas las parroquias, hasta aquella que esté en un barrio perdido no se sabe dónde. También creo que va a cuidar mucho la relación con los curas, porque yo creo que la diócesis de Madrid está un poco inconexa, fragmentada en ese sentido. Esa labor del cura de calle la ha hecho en Valencia, con perspectiva de cercanía, de andar la calle. Eso de que el obispo está en el Palacio Episcopal…, Carlos nunca ha sido así. En Valencia, a las 9 de la noche, cuando ya había acabado de trabajar, se iba a andar 5 o 6 kilómetros, porque le viene bien hacer un poco de ejercicio. Y claro, por el camino se encuentra a todo el mundo, y sabemos, no por él, que le estaban esperando pobres, prostitutas, gente que tenía problemas, gente nada fácil. De vez en cuando se iba a comer una hamburguesa, iba al Corte Inglés a hacer un poco de compra… Espero que en Madrid, le cunda también.
Estamos seguros de que así será…