Francisco propone una Iglesia «de puertas abiertas» frente a la de los «perfectos y puros»
Durante la Eucaristía del Corpus Christi, ha insistido en que los cristianos tienen que salir a encontrar a la gente y despertar la sed de Dios y del Evangelio
El Papa Francisco ha propuesto este domingo, en la Eucaristía del Corpus Christi en la basílica de San Pedro, una «Iglesia de puertas abiertas, una sala grande donde todos pueden entrar» frente a «la Iglesia de los perfectos y los puros» que es «una habitación en la que no hay lugar para nadie».
«La Iglesia debe ser una sala amplia. No un círculo pequeño y cerrado, sino una comunidad con los brazos abiertos de par en par, acogedora con todos. Preguntémonos: cuando se acerca alguien que está herido, que se ha equivocado, que tiene un recorrido de vida distinto, ¿la Iglesia es una sala amplia para acogerlo y conducirlo a la alegría del encuentro con Cristo?», ha señalado.
Esta imagen también la ha trasladado a nivel individual para decir que si nuestro corazón «no tiene una habitación amplia se parece a un depósito donde conservamos con añoranza las cosas pasadas, un desván donde hemos dejado desde hace tiempo nuestro entusiasmo y nuestros sueños».
Y ha añadido: «Si se parece a una sala angosta y oscura porque vivimos solo de nosotros mismos, de nuestros problemas y de nuestras amarguras, entonces será imposible reconocer esta silenciosa y humilde presencia de Dios». Porque, según ha dicho, «la presencia de Dios es tan humilde, escondida, en ocasiones invisible, que para ser reconocida necesita de un corazón preparado, despierto y acogedor».
Necesitados de Dios
Por otra parte, Francisco ha apuntado que para celebrar la Eucaristía es necesario reconocer que necesitamos a Dios, que no podemos salir adelante solos. «Se han extinguido las preguntas sobre Dios, se ha desvanecido el deseo de Él, son cada vez más escasos los buscadores de Dios. Dios no atrae más porque no sentimos ya nuestra sed profunda», ha constatado. Por eso, ha recalcado que como Iglesia no es suficiente el grupito de asiduos, sino que hay que «ir a la ciudad, encontrar a la gente, aprender a reconocer y a despertar la sed de Dios y el deseo del Evangelio».
Finalmente, se ha referido a la entrega de Jesús en la Eucaristía, de la que tienen que ser partícipes todos los cristianos: «No puedes partir el Pan del domingo si tu corazón está cerrado a los hermanos. No puedes comer de este Pan si no compartes los sufrimientos del que está pasando necesidad».