Monseñor Martínez Camino: «Hace falta redefinir el progreso y un nuevo estilo de vida»
El mensaje principal de la encíclica Laudato si es que «no hace falta solo una armonización de la protección del medio ambiente con el progreso, sino redefinir qué es el progreso». Esto «implica un nuevo estilo de vida, no guiado por el consumo; y una moratoria o incluso una disminución» del crecimiento y el gasto. Lo afirmó monseñor Juan Antonio Martínez Camino este jueves durante el encuentro Laudato si’ y el papel de la ingeniería, en la Escuela Universitaria de Ingeniería Forestal
¿Qué dice la encíclica Laudato si a los ingenieros forestales y de montes, que trabajan de cerca con la protección del medio ambiente? Responder a esta pregunta era el objetivo de Laudato si’ y el papel de la ingeniería, la sesión del ciclo Diálogos de Actualidad organizada este jueves, en la Escuela Universitaria de Ingeniería Forestal, por la cátedra Universidad, Empresa, Sindicato, de la Universidad Politécnica de Madrid, y el aula Veritatis Splendor de la Delegación de Pastoral Universitaria de Madrid.
El ponente principal fue monseñor Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid. En su intervención, explicó que los católicos, como «creyentes en un Dios creador, tenemos una obligación particular en relación con la naturaleza. La teología implica una ecología. Y a la inversa: la preocupación por la casa común pone a la razón ante la cuestión de la naturaleza, de su origen y de su sentido; es decir, ante la cuestión de Dios».
«Una espiral de destrucción» que no se resuelve «con medidas parciales»
Según monseñor Martínez Camino, el mensaje principal de la encíclica Laudato si es que «no hace falta solo una armonización de la protección del medio ambiente con el progreso, sino redefinir qué es el progreso», convertido muchas veces en un ídolo «sediento de sangre». «El Papa dice que estamos en una espiral de autodestrucción», que no se podrá resolver con «medidas parciales». La redefinición del progreso –continuó– «ha de incluir variables distintas del máximo crecimiento económico y beneficio inmediato. Implica un nuevo estilo de vida, no guiado por el consumo; y una moratoria o incluso una disminución en el ritmo actual del crecimiento y del gasto».
El obispo auxiliar de Madrid explicó que «el responsable principal, aunque no único, de lo que está pasando con la tierra es el ser humano, que se ha apartado del Creador y se ha puesto a sí mismo en el centro de todo haciéndose autorreferencial. Por el contrario, la fe en el Dios del Génesis nos funda en la humildad y el cuidado de su hermosa creación».
Debemos recapacitar –afirmó– «sobre cuáles son nuestros criterios. El Papa dice que hay que frenar el gasto de energía. ¿En qué se puede frenar?», debe preguntarse cada uno. También reconoció que «algunos se burlan del Papa argumentando que ni siquiera los católicos estarán dispuestos a apretarse el cinturón. Quienes no están dispuestos» a renunciar al antropocentrismo, reconoció, «tienen excusas para todo».
«Los ingenieros damos la bienvenida a la encíclica»
Tras la ponencia de monseñor Martínez Camino, se realizó una mesa redonda entre César Nombela, rector de la universidad Menéndez Pelayo; y Carlos del Álamo, decano del Colegio de Ingenieros de Montes. César Nombela subrayó «lo amplia» que es la mirada de la encíclica «sobre la realidad del problema. Es difícil encontrar una cuestión que no esté mencionada» y comentada de forma «que lo puede entender cualquiera». Sin embargo, reconoció que «en una encíclica no puede haber una solución inmediata que se estructure en medidas, decretos y leyes. Pero sí hay un llamamiento a la reflexión» que «resalta fundamentalmente la dignidad humana, y desde ella la responsabilidad del hombre y todo lo demás».
Por otro lado, «como documento de un pastor, contiene una verdadera denuncia profética», que abarca «desde el peligro de guerras hasta la ecología superficial», pasando por «la cultura del descarte». Además, como documento religioso, hay en él «una teología de la ecología» que se propone «a todo el mundo», con la virtud de que el Santo Padre «habla al agnóstico o ateo en un lenguaje tan de nuestra vida que es una propuesta para todo el mundo».
El representante de los ingenieros en la mesa, Carlos del Álamo, explicó que «esta encíclica nos debe hacer pensar, y más a nosotros, que se supone que somos los que combinamos la economía con la tecnología. Esa obligación inherente a nuestro ejercicio profesional se encuentra muy cómoda y muy valorada en esta encíclica». Por eso, subrayó que los ingenieros de montes «damos la bienvenida» al documento del Papa. «Creemos que ese concepto de ecología integral» que propone «es inevitable, no puede haber otro. Si alguien piensa que el desarrollo y la gestión de los recursos naturales no tienen trascendencia sobre las personas se equivoca completamente». Como ejemplo, reconoció que «no sé si es verdad o mentira el calentamiento global, pero es evidente que la contaminación no nos va bien y ahí puede haber un riesgo para la humanidad que tenemos que prever».