Nuestro sistema de asilo es muy pequeño. España recibió 5.947 solicitudes en 2014, menos del uno por ciento de las presentadas en la Unión Europea, pero está colapsado. Hay cientos de sirios atascados en Nador con serias dificultades de acceso a Melilla para pedir asilo. Más de mil esperan durante meses su traslado a la península en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes –CETI– de Melilla, un recurso inadecuado para acoger refugiados. Respecto a las personas que acceden por la península, las citas para solicitar asilo se demoran más de tres meses y una vez se celebra la entrevista inicial, hay de nuevo listas de espera de meses para acceder a una plaza en uno de los diversos Centros de Acogida de Refugiados –CAR– del territorio.
Los CAR están colapsados. Solo hay 900 plazas, lo cual es una cifra ridícula en un país de 46 millones de habitantes. Además, la estancia máxima en los mismos es de seis meses. Desde 2008, los recortes han dificultado el proceso de integración de las personas solicitantes de asilo. Las dificultades para homologar títulos académicos, obtener becas de estudios o para que sus competencias laborales sean reconocidas también perjudican los procesos de inserción.
Aunque el plazo previsto en la ley para la resolución de las solicitudes es de seis meses, tardan más de dos años en resolverse. Precisamos liderazgo político y capacidad intelectual de la Administración para diseñar un sistema con competencias definidas de las comunidades autónomas, ayuntamientos y sociedad civil, y mayores recursos.
Cristina Manzanedo / SJM