La fantasía es una guía para el mundo
«Podemos vivir sin historias, pero no crecer» por dentro, dice la escritora inglesa Veronica Cossanteli. Con ella y con un profesor de Inglés exploramos por qué los mundos imaginarios nos gustan y nos ayudan
Cuando era niña, Veronica Cossanteli pasó mucho tiempo «viviendo en lugares de fantasía». Algunos los encontró en los libros. Pero en la casa de su familia, en el campo de Hampshire (Inglaterra), también creaba sus propios mundos llenos de animales imaginarios. Ahora que ha crecido y es escritora, algunos se cuelan en sus libros. Su última obra en realidad no es suya: ha adaptado El maravilloso país de los snergs, escrita en 1927 por E. A. Wyke-Smith. Todo empieza cuando dos niños, Pip y Flora, se escapan del Hogar Bahía Soleada para Niños Superfluos y Huérfanos por Accidente y empiezan a vivir aventuras con Gorbo, un snerg.
«Los snergs son listos, no más altos que una mesa, con un gran corazón y talento para pasárselo bien, a veces demasiado». Viven en una ciudad construida en las ramas de los árboles, donde se puede pagar la compra con cuentos. Les gusta «tener la tripa llena y una vida pacífica», con fiestas bajo las estrellas. «Aunque pueden ser valientes e incluso bastante sensatos cuando hace falta», nos cuenta. Se parecen un poco a los hobbits de J. R. R. Tolkien. De hecho, a este autor y sus hijos les encantaba este libro, y a lo mejor le inspiró en parte.
Javier Segura, que fue profesor de Inglés y ahora es delegado de Enseñanza en la diócesis de Getafe, explica que mientras «en España hay muy poca literatura fantástica», el Reino Unido, el país de Veronica, es rico en esas obras que nos trasladan a otros mundos o introducen elementos de fantasía en este. De allí salieron la mayoría de libros que leía y lee esta autora: Peter Pan, Alicia en el país de las maravillas, Las crónicas de Narnia, La princesa y los trasgos, El hobbit y El Señor de los Anillos…
Todos tienen en común, explica Javier, un escenario alejado del nuestro en el espacio o el tiempo, normalmente en contacto cercano con la naturaleza (no faltan los animales que hablan), y figuras que nos recuerdan a la Edad Media, como los caballeros y las princesas. Lo misterioso o mágico tiene una presencia fuerte, y hay además elementos de los cuentos como los viajes o misiones, las pruebas, los objetos que hay que encontrar, proteger o destruir…
El Viaje a Narnia que cada año organiza la diócesis de Getafe demuestra que este mundo sigue atrayendo a muchos chicos. 6.000 alumnos de Religión vivieron la semana pasada en esta aventura. Esta vez, cada uno lo ha hecho en su colegio a causa de la pandemia.
Los chicos han descubierto que la COVID-19 era un arma de la Bruja Blanca para dominarnos. Pero también que es posible vencer. Cada día, personajes como los hermanos Pevensie; el señor Tumnus, el fauno, o el centauro Oreius, les han enviado consejos para vencer la tristeza, el miedo y la soledad que nos ha causado este año. Todo ello, claro, confiando en la ayuda de Aslan y dando lo mejor de cada uno por él y por aquellos a quienes queremos.
Desde que vivíamos en cuevas
Con el Día del Libro aún reciente, nos hemos preguntado por qué gustan tanto. «Desde que nos sentábamos en torno al fuego en cuevas, hemos usado historias para buscar sentido al mundo», cuenta la escritora. Y aunque ahora la ciencia ha explicado muchas cosas, seguimos necesitando entender otras más profundas. «Podemos vivir sin historias, pero no crecer» por dentro. En los mundos de fantasía, explica, conocemos nuevas emociones, mientras nos sentimos «protegidos al saber que todo es inventado». Enfrentarnos a amenazas imaginarias «nos prepara para luchar» en la vida real, y a la vez podemos pensar si seríamos tan listos, valientes o compasivos como los protagonistas.
Por todo esto, Javier insiste en que estas obras no son una forma de escapar de este mundo o de los problemas. «La fantasía está unida al mundo real y lo refleja». A los elfos o los snergs les ocurre y les preocupa lo mismo que al ser humano. Y por eso «nos enseñan cosas y nos dan pistas para entender nuestro mundo». Y al tiempo, nos hacen comprender que en la vida «hay algo más» que ir al colegio, comer, jugar o descansar.
Eso sí, avisa, lo que nos enseñan «puede ser cualquier cosa» que quiera el escritor, «también negativa o destructiva». Por ejemplo, recuerda que el autor de Juego de tronos dijo una vez que su libro muestra que «el malo es el ser humano». Mientras que otros libros como los de Narnia o El Señor de los Anillos, presentan a la gente con debilidades y cosas malas, pero «también reflejan cómo queremos ser mejores». Y en este caso, además, como sus autores eran cristianos, «al final siempre hay esperanza».
E. A. Wyke-Smith y Veronica Cossanteli
La Galera
2021
360
17,5 €