Acogida para los que llegan, y para los que ya están
El Papa pidió el domingo a las parroquias que acojan a los refugiados. Muchos cristianos se han adelantado a sus palabras, y llevan desde hace años compartiendo con ellos su casa, su dinero y su tiempo
«Conocí el centro de solicitantes de asilo de Vallecas en 1992. Mucha gente escapaba de la guerra del Congo y llegaba hasta Madrid. Así fue como empezamos a ayudar a los refugiados». Lo cuenta Jesús Romero, portavoz de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid, uno de los participantes en la Mesa por la hospitalidad que organizó el lunes la Iglesia en Madrid para dar respuesta a la emergencia de los refugiados. Ellos ya tienen solera ayudando a los que llegan a nuestro país huyendo de la guerra, de la persecución religiosa o de un gobierno opresor. Y 20 años después, siguen manos a la obra.
El Papa pidió en el Ángelus del domingo que «cada parroquia, cada monasterio y cada santuario de Europa acoja una familia, –comenzando por mi propia diócesis de Roma–». Pero la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid se había adelantado. «En noviembre del año pasado conocimos a una familia siria que vivía en el centro de solicitantes de asilo de Vallecas. Mientras se arreglaban sus papeles nos hicimos amigos. Ahora tienen su estatus de refugiados, pero a los seis meses de haberlo conseguido, se quedaron sin ayuda oficial. Se fueron directamente a la calle, sin nada», explica Romero. Desde entonces, Sant’Egidio les ayuda a pagar el alquiler, a buscar trabajo, a solicitar el acceso al instituto para los hijos… pero sobre todo «nos hemos convertido en una familia. Para ellos, somos algo más que personas que les dan de comer».
Crear canales humanitarios
La Comunidad de Sant’Egidio también realiza una labor que trasciende las fronteras. En mayo de 2014, ya preocupados por el éxodo sirio, hicieron una propuesta a la Unión Europea: «La idea es crear canales humanitarios para evitar las muertes en el Mediterráneo. Eso se traduce en poner en marcha centros de atención en países de tránsito –Marruecos, Mauritania, Argelia– , que gestionaríamos nosotros mismos, con la condición de que en estos lugares se pueda tramitar el estatus de refugiado», cuenta Jesús Romero. Así, no tendrían que continuar el éxodo a pie y ser víctimas del hambre, el cansancio y las mafias. Desde el centro volarían directamente hasta el país acogedor. Todavía no han recibido respuesta por parte de la UE.
Otra de las propuestas de Sant’Egidio es «que los estados concedan el visado humanitario, que es más rápido que los procedimientos habituales, y que las familias refugiadas tengan un espónsor por parte de comunidades de la Iglesia y de la sociedad civil de los países de acogida», cuenta Romero. Estos días hay una reunión del movimiento en Albania, y el patriarca de Babilonia de los caldeos, Louis Sako, ha contado cómo familias musulmanas están dando donativos para ayudar a los cristianos, porque están agradecidos con las congregaciones religiosas con las que sus hijos estudiaron durante sus viajes a Estados Unidos o Europa. «Esta idea de la esponsorización funcionaría», concluye Jesús.
Otro ejemplo de la apertura que pide el Papa nace de la Compañía de Jesús. Julián, madrileño, es abogado y lleva 25 años acogiendo a jóvenes en su casa. Pertenece a las Comunidades de Hospitalidad, una iniciativa jesuita en la que las familias y los sacerdotes comparten su hogar con los inmigrantes sin papeles que llegan a España. El padre Higinio Pi vive, junto con otros cuatro sacerdotes, con tres africanos. «Queríamos estar presentes en medio de la población más vulnerable, y vimos que los chicos que llegaban en patera, huyendo de la guerra y la pobreza, eran quienes más nos necesitaban», explica. «Si se detecta que hay solicitantes de asilo sin apoyo jurídico, nos volcamos con el caso», señala Alberto Plaza, director de Pueblos Unidos, presente también en la Mesa por la hospitalidad de Madrid. Además, «ayudamos a los chicos en todo el proceso de integración, desde la atención psicológica a la búsqueda de empleo». Para Plaza, es fundamental, en este momento de sensibilización, «recordar que también hay personas que ya viven en España que necesitan la misma hospitalidad».
Trascendiendo fronteras, las familias del Movimiento de los Focolares llevan desde que empezó la guerra siria apoyando a los refugiados en países limítrofes como Líbano o Jordania; han abierto un bed & breakfast en Florencia para acoger a los refugiados libios que llevan desde 2011 intentando empezar una vida en Italia; en Lyon, Francia, decenas de familias ya viven con inmigrantes en sus casas; e incluso atienden conflictos olvidados, como es el caso de los prófugos de Myanmar que viven en campos de refugiados en el norte de Tailandia.
La Comisión de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española ha pedido, en una nota publicada la semana pasada, «respuestas urgentes, eficaces y generosas» a la crisis de los refugiados. La Iglesia en Madrid no ha tardado en dar el paso. La mañana del lunes se reunieron varias entidades y organismos sociales que trabajan con migrantes en la ciudad. El proyecto se ha denominado Mesa por la hospitalidad de la Iglesia en Madrid, y cuenta con representantes de Cáritas Madrid, Justicia y Paz, CONFER, Sant’Egidio y el propio arzobispado. El arzobispo de Madrid, monseñor Osoro, que presidió la mesa, dijo a los presentes que «este momento tan difícil es una oportunidad inmensa para sacar lo mejor de cada uno. Con todos los que ya están aquí, y con todos los que tenemos que recoger». De cara a una segunda reunión, que se celebrará la próxima semana, los participantes recogerán las respuestas que pueden ponerse en marcha. Cáritas Madrid ha habilitado ya una cuenta corriente (Concepto: IGLESIA DE MADRID POR LOS REFUGIADOS – Nº de cuenta: IBAN ES38 0075 0001 83 0607368971).
La archidiócesis de Valencia ha empezado a acoger, en viviendas del arzobispado, a familias inmigrantes desplazadas, y ha puesto en marcha una comisión de ayuda al refugiado. En Barcelona, el arzobispado ha destinado parte del antiguo seminario menor a la acogida. Cáritas de Orense, coordinada con las parroquias y comunidades religiosas de la provincia, pondrá sus programas de atención y acompañamiento a disposición de las personas que buscan refugio. Y el obispado de Cádiz ha establecido una Mesa diocesana para la coordinación de la atención a los refugiados a través del centro Tierra de Todos. Las congregaciones religiosas también se han puesto manos a la obra. La Congregación General de los religiosos escolapios ha enviado una carta a los colegios para plantear qué pueden ofrecer para dar respuesta a la situación. Y entre otras iniciativas –cada día hay más– las dos patronales de colegios católicos concertados y privados de España –Escuelas Católicas y CECE– han pedido a los centros que abran sus instalaciones para acoger a los refugiados.