Miguel Ángel Tirado quiere enterrar a Marianico el Corto. Ya no le hacen gracia los chistes de su alter ego, aquel entrañable hombre, corto de estatura, que boina en ristre copó buena parte de la televisión de entretenimiento de los años 90, llenó las gasolineras con sus cintas de casete y recorrió España entera con su show. Todavía hoy lo sigue haciendo, ya con bastantes más días libres en la agenda, y sin el foco de la fama apuntándole tan de lleno.
Esto es, en esencia, El último show, un drama que nos llega con la producción de Aragón TV, que rebosa sencillez y melancolía, que está codirigido por Álex Rodrigo, uno de los directores habituales de La casa de papel, y que tiene, entre otras muchas virtudes, la de visibilizar –como se dice ahora–, a los mayores, tan protagonistas de nuestra vida cotidiana y tan ausentes, por desgracia, también de la ficción audiovisual.
Son ocho capítulos, de unos 50 minutos de duración cada uno, que pueden verse en HBO y que gustarán, especialmente, a los que hayan cruzado ya el medio siglo de vida, por aquello de saber muy bien de lo que están hablando, y porque no hará falta explicarles quién es ese señor que contaba chistes. Junto a él desfilan, entre otros, Luisa Gavasa, Itziar Miranda, María Isabel Díaz, José Luis Esteban o la adolescente Laura Bodet, que –oh sorpresa–, contra la costumbre de otras series, parece una verdadera adolescente y vocaliza e interpreta con naturalidad.
Sin caer en la chabacanería, hay algún peaje a la corriente dominante en materia afectivo-sexual, pero, en conjunto, se deja ver y hay que reconocerle que, al menos, no promete nada que no vaya a dar y que pone sobre la mesa cuestiones interesantes, que no es poco. Por eso, en esta ocasión, hay que hacerle más caso a los Queen que al propio protagonista de la serie y pedir que el espectáculo continúe.