«La Semana Santa no puede caer en el olvido»
El arzobispo emérito de Sevilla anima en el pregón de Madrid a «preparar mentes y corazones, sentimientos y fe» para vivir la Pascua
La catedral de la Almudena acogió el pasado sábado, 20 de marzo, el solemne pregón de apertura de la Semana Santa madrileña a cargo del arzobispo emérito de Sevilla, cardenal Carlos Amigo. Ante las cruces de guía de todas las hermandades de penitencia de Madrid, situadas en el presbiterio, el cardenal Amigo fue conectando los acontecimientos clave de estos días de Pasión, Muerte y Resurrección del Señor con lo que se vive en una procesión y lo que representan las imágenes de las distintas hermandades de Madrid.
Unas imágenes titulares que se podrán venerar en la peregrinación a sus templos entre los días 27 de marzo y 3 de abril y que, como recordó el purpurado, son «mucho más que una simple escultura». Cada imagen «habla, se mete por los ojos y llega al corazón, y lo que parece una figura es una presencia viva». Por eso, «lo que se ama no es la copia, sino el original representado».
«Se dice que la Semana Santa hay que vivirla con todos los sentidos», explicó el arzobispo emérito. Así, «nos acercamos al misterio de Cristo para ver sus gestos, su rostro herido, para oír sus palabras […], tocaremos las heridas en el cuerpo santo del Señor y haremos nuestro su dolor en el sufrimiento de tantos hermanos como sienten el peso diario de la cruz». Ante el dolor de la pandemia, reconoció, «mucha gente se siente cautiva y prisionera del miedo, y han perdido la esperanza».
Por eso, propuso acudir a esa hermandades que muestran en sus imágenes «estos estremecimientos y quieren hacerlos vida en sus comportamientos de ayuda y caridad», como la Ilustre Congregación de Nuestra Señora de la Soledad, «¡qué actual!», la de Nuestro Padre Jesús el Divino Cautivo, «cautivo de la incertidumbre, de la enfermedad», o Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de la Salud, que «parece que habéis elegido los títulos para este año».
Aparte del pregón del cardenal Amigo, la catedral ha acogido las charlas cuaresmales del arzobispo, que ha pedido situarse en «el paradigma del cuidado», y un vía crucis organizado por los jóvenes cofrades y la Delegación de Jóvenes. Este sábado, 27 de marzo, a las 20:00 horas, habrá un concierto de la Banda Sinfónica Municipal, y este domingo, a las 12:00 horas, el cardenal Osoro presidirá la Eucaristía del Domingo de Ramos, que será retransmitida por Telemadrid. La televisión regional también emitirá el Viernes Santo, a las 12:00 horas, el Sermón de las Siete Palabras desde Medinaceli, y la Eucaristía del Domingo de Resurrección, a las 12:00 horas. Por su parte, La 2 de TVE se encargará del Triduo Pascual: Santa Misa de la Cena del Señor a las 18:00 horas, Pasión y Muerte del Señor a las 17:00 horas y Vigilia Pascual a las 20:00 horas.
A su vez, la Semana Santa se convierte en «providente aliento de Dios» que reaviva los rescoldos de una fe «quizá descuidados pero nunca perdidos». «Puede ser el momento de Dios para reencontrarse con lo mejor de nuestra condición de creyentes», reveló. «No habrá procesiones […], pero no por ello la Semana Santa puede caer en el olvido ni en falta de celebración», pues es memoria intemporal, vigente y actual del misterio más grande de la fe cristiana. «Lo que no verán los ojos lo hará patente la fidelidad de los cristianos de Madrid a su Señor», aseveró el pregonero.
Muchas hermandades de Madrid remiten a esta fe, «la razón fundamental de nuestra vida cristiana», a través de sus titulares, y desde ellas, el purpurado se desplazó con sus palabras a la basílica de Jesús de Medinaceli: «Vimos tu rostro, Señor de Medinaceli, querido y venerado, y tan desfigurado estaba que ni aspecto de hombre tenía, pero sus heridas nos han curado». Un rostro maltratado que «no deja indiferente al hombre de fe, sino que le lleva a ser testigo del Crucificado en medio del dolor de la humanidad».
El oficio del costalero
«Al abrir las puertas del templo, aparecerá la cruz». El que sigue a Cristo, el buen discípulo, «lleva la cruz sobre sus hombros y el amor de su Señor en su corazón». Una cruz «que no es muerte, sino esperanza» y, por eso, «no se puede perder de vista la cruz de guía». En este sentido, invitó a fijarse en los nombres de algunas imágenes de la Semana Santa: dolores, agonía, desamparado, soledad, angustia… No son nombres, sino cruces que se llevan en la vida, dijo, «pero, como si se trata de una transfiguración, la cruz ha pasado […] del escándalo al amor del Crucificado, de la tortura a tener grabadas las cicatrices de Cristo». Y junto al Crucificado, su Madre, Dolorosa. Jesús está muriendo en la cruz, y «su dolor se acrecentaba por la presencia de la Madre». «El gran sufrimiento del corazón de Cristo fue el dolor de su Madre; el gran dolor de la Madre fue el sufrimiento del hijo».
«Ha terminado la procesión», recreó el arzobispo, que no se olvidó del «hermano costalero»: «Escondes tu cara para que se vea mejor el rostro del amor de Dios manifestado en Jesucristo. Qué buen oficio el de ser costalero de Cristo, sobre todo de Cristo vivo y sufriente en los pobres, los humillados, los excluidos, los enfermos». En sus palabras finales, quiso poner todo en manos de la Virgen de la Almudena y de san José, suplicándole «que nos dé fortaleza, como la que él tuvo, para superar tantos momentos de dolor y preocupación». Y animó: «Preparad mentes y corazones, sentimientos y fe para honrar y vivir con la devoción más sincera y profunda la Pascua del Señor Resucitado».
El acto del pregón concluyó con un concierto de marchas procesionales a cargo de la banda sinfónica de La Lira, con las palabras de agradecimiento del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, y con el regalo de una talla de la Virgen de la Almudena al cardenal Amigo. Este es, como destacó el propio cardenal Osoro al principio, «un hombre al que se le entiende» y en que sabe «establecer lazos de comunión con las personas», hasta el punto de que es «el obispo de España que más ha hecho por las relaciones interconfesionales».
Pasar del paradigma del bienestar al del cuidado, «que puede ser la gran noticia evangélica que demos en Madrid», fue una de las invitaciones destacadas del cardenal Osoro en las tres charlas cuaresmales que predicó la semana pasada en la catedral de la Almudena. La pandemia, aseguró en la primera, ha revelado la condición vulnerable del ser humano y por eso «tenemos que construir hombres y mujeres que busquen cómo cuidar más y mejor a quien está a mi lado». También habló de la conversión, esto es, «dar una versión nueva a la vida». Para ello, «es importante dejarse perdonar por Jesús» en la Penitencia. Un perdón que no se alcanza por una conquista personal, «sino cuando uno descubre a un Dios que me ama tanto que no me pone ninguna condición, simplemente me viene a abrazar».
En su segunda charla, el arzobispo animó a «eucaristizar la vida», a vivir de la Eucaristía para hacer verdad el mandato del Señor: «Dadles vosotros de comer». «En el corazón del ser humano –subrayó– está el hambre de Dios siempre», de ahí que el cristiano esté llamado a ofrecer el amor de Dios. «Cuando uno recibe a Jesucristo, no puede dar otra cosa más que a Jesucristo». Por último, el purpurado propuso la asunción en la vida de una «espiritualidad misionera de servicio». Y en este camino –detalló– san José, en su año jubilar, es el gran maestro.