Hubo un momento en el que decidimos dar un giro, y pensamos «¿por qué no?, ¿y si abandonamos nuestra banda de rock and roll y nos pasamos al rock and God?». Después de muchos años de carretera, escenarios, conciertos a las tantas de la madrugada, festivales, cientos de horas en el local de ensayo, nos lanzamos a lo desconocido… Y ese cambio de aires nos llevó a aprovechar toda esa experiencia musical para formar un segundo proyecto que nos permitiera ponerla al servicio de Dios. Así, tal cual suena. Con la consecuente estupefacción de muchos conocidos de nuestro entorno. Porque es verdad que a veces lo cristiano vende menos. Pero ahí es donde justamente queríamos incidir nosotros. Cualquier artista, cuando compone, lo hace con un enfoque muy amplio. No solo hace un texto, que más tarde se convertirá en una letra, sino que cuida decenas de aspectos igual de importantes: armonía, ritmo, melodía, producción musical, sonido, estética… Y esto es precisamente lo que queremos conseguir: proponer un proyecto musical fresco, cuidado y atractivo que nos permita hablar de nuestra experiencia de Dios.