Luis Ángel de las Heras: «Es tiempo de proximidad y disponibilidad»
Tras poco más de cuatro años en Mondoñedo-Ferrol, el obispo claretiano afronta una nueva etapa en León. Caminar hacia una Iglesia misionera y la cercanía con los que sufren serán dos de sus prioridades
Solo ha estado poco más de cuatro años en Mondoñedo-Ferrol.
Es una sensación extraña. Me voy de un sitio en el que estaba muy a gusto y eso cuesta. Me ha ocurrido otras veces en mi vida… pero no me acostumbro.
¿Marca el primer destino episcopal?
Mi escuela episcopal ha sido Mondoñedo-Ferrol. Por muchos cursos que nos den, las cosas se aprenden poco a poco y día a día. Esta diócesis tiene el valor de haber enseñado a un sacerdote religioso a ser obispo.
¿Qué destacaría de estos años?
Creo que hay un deseo por parte de mucha gente de construir una Iglesia de cercanía, de proximidad, una comunidad cristiana en la que se viva la fe y se ayuden unos a otros. Esto es lo que sustenta lo demás. La implantación de las unidades pastorales o la preparación de buenos catequistas es para construir esta comunidad de referencia, donde la gente se sienta a gusto y acogida. Esto lo he visto aquí y es lo más valioso, lo que da cohesión. Otra parte importante es la opción y preferencia por los más pobres: los ancianos que viven solos, las personas migrantes, los necesitados en general. También destacaría la corresponsabilidad entre sacerdotes, religiosos y laicos.
León no está tan lejos de Mondoñedo-Ferrol…
Está cerca en muchos sentidos. Me voy a encontrar una Iglesia particular con semejanzas y necesidades parecidas.
Por ejemplo, las distancias geográficas son grandes.
Pero hay buenas comunicaciones, aunque con el invierno y la nieve la cosa se complica en algunos lugares. Esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de hacer un plan de reorganización, porque habrá que hacerlo. Allí ya empezaron con las unidades pastorales y hay que continuar con su implantación.
León también es España vaciada. ¿Cómo afrontar esta realidad?
Hay que verla con una perspectiva esperanzadora, no desde la pena por lo que se pierde y por tener que cerrar parroquias. En estos tiempos hay una realidad sociológica diferente y tenemos que afrontarla con esperanza. Cuando las dificultades son mayores, hay que poner más esperanza en la misión.
Ahora que habla de esperanza. Entra en León a las puertas de la Navidad.
Ha sido una cuestión de calendario. Este tiempo tiene la singularidad de la esperanza. El Evangelio de la Eucaristía de inicio del ministerio pastoral narra el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista. Su misión es modelo para la mía en León: señalar al Señor e invitar a los leoneses a mirarlo a Él, a recibirlo. Quiero ir como un mensajero, de tal manera que no se fijen en mí, sino que, a través de mí, puedan encontrar a Dios. Esto es lo importante.
¿Qué desafíos tendrá que afrontar?
Primero tengo que conocer la realidad. Pero sí veo un reto general: transformar nuestra Iglesia en una Iglesia misionera. El Papa nos lo ha recordado. Es el gran desafío: que nuestras diócesis sean misioneras. Nos cuesta entenderlo porque durante muchos años hemos considerado que la misión estaba fuera de España. Desde este horizonte hay que ubicar los demás retos.
Usted es un obispo religioso y el presidente de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada. ¿Cómo será la relación con esta en León?
En León hay mucha vida consagrada. Hay una presencia de vida contemplativa significativa, también congregaciones de vida activa, religiosos presbíteros… Es una realidad amplia. Esta presencia, unida a los laicos y los sacerdotes, nos tiene que ayudar a hacer visible esa Iglesia que camina junta. Este es otro gran desafío: la corresponsabilidad que nos permite ser una Iglesia sinodal.
¿Cómo afecta la pandemia a la misión de la Iglesia?
En todos los sentidos, pues la Iglesia también la sufre. En estos momentos tenemos que estar al lado de las víctimas: enfermos, fallecidos y sus familias… También de los que sufren las otras consecuencias, las económicas, las psicológicas… Es una prioridad. Es tiempo de hacer un esfuerzo de proximidad, cercanía, disponibilidad para escuchar, atender y animar. Creo que también debemos ayudar a las personas a superar el miedo en esta situación, a ofrecer la perspectiva de la esperanza cristiana, para que puedan entender esta calamidad que estamos padeciendo y confiar desde la fe en el Dios que nos salva, que es un Dios de vivos. Desde ahí se puede ir reconstruyendo todo lo demás. Creo que la propuesta del Papa en Fratelli tutti nos puede ayudar. La voy a tener muy presente en León.
En unos días comienza el Año Santo Compostelano y León es parada obligatoria en la ruta a Santiago. ¿Será un tiempo especial?
Lo primero que voy a hacer es procurar asistir el día 31 a la apertura de la puerta santa. Este camino es otro regalo que nos hace la Iglesia en su tradición, en la perspectiva de ayudarnos a transitar nuestra vida. Este año nos tiene que ayudar en la búsqueda de lo esencial, que siempre nos acerca a los demás –hermanos todos– y a Dios.
Por cierto, va a estar más cerca de su tierra natal (Segovia) y de su familia (Aranda de Duero).
Mi padre me lo dijo. Podré ir a visitarlo un poco más. De todas formas, él sabe y entiende que su hijo tiene que estar donde lo manden. He tenido la suerte de tener unos padres que han entendido mi vocación y lo que significaba sin exigir nada. Ahora me toca ir a León y me importa, porque es el lugar al que el Señor me envía. Mi ciudadanía es ser ciudadano de Dios. Viviré en leonés como en Mondoñedo-Ferrol viví en gallego.