Los obispos de EE. UU. recomiendan la vacuna de Pfizer o Moderna
Inmunizarse contra la COVID-19 es «una obra de caridad» a la vista de la «gravedad de la actual pandemia». Las mejores alternativas de momento son las vacunas de Pfizer y Moderna, pues su conexión con líneas celulares procedentes de abortos «es muy remota»
Los obispos de Estados Unidos han animado a la población a vacunarse frente a la COVID-19 como «un acto de caridad», dando prioridad a la vacuna de Pfizer y Moderna. En unas orientaciones hechas públicas el lunes, monseñor Kevin Rhoades, presidente del Comité sobre Doctrina, y monseñor Joseph Naumann, su homólogo del Comité de Actividades Provida, pretenden responder a los dilemas morales que el comienzo de la vacunación en el país ha suscitado.
De las tres vacunas de eficacia reconocida y susceptibles de aplicarse en un futuro más o menos inmediato, las de Pfizer y Moderna son preferibles. Ninguna de las dos empresas farmacéuticas uso «en su diseño, desarrollo o producción» «líneas celulares comprometidas moralmente» por haberse obtenido a partir de fetos abortados de forma intencionada.
«Responsabilidad» por el bien común
No están, con todo, «totalmente libres» de conexión con el aborto: «La línea celular HEK 293 se empleó para una prueba de confirmación» en ambas. Los obispos, sin embargo, subrayan que «la conexión es muy remota del mal inicial del aborto».
Como consecuencia, y «a la vista de la gravedad de la actual pandemia y de la falta de disponibilidad de vacunas alternativas, las razones para aceptar las nuevas vacunas para la COVID-19 de Pfizer y Moderna son lo suficientemente graves como para justificar su uso». De hecho, añaden, «recibir una de estas vacunas debería entenderse como una obra de caridad hacia los demás miembros de nuestra comunidad» y, por tanto, «parte de nuestra responsabilidad compartida por el bien común».
Objeciones a AstraZeneca
En el caso de la vacuna de AstraZeneca, en cambio, «se usaron las líneas celulares HEK 293» en todas las fases: diseño, desarrollo y producción, además de pruebas confirmatorias. Por ello, está más «comprometida moralmente» y «debería evitarse» si hay alternativas disponibles. Aun así, sería permisible aceptarla si «realmente alguien no tenga la opción de elegir vacuna, o al menos no sin un largo retraso en la inmunización que podría tener graves consecuencias para la salud propia y ajena».
En cualquier caso, los católicos –concluyen los obispos– deben «estar en guardia» para que estas orientaciones no les «insensibilicen o debiliten su determinación de oponerse al mal del aborto en sí mismo y del consiguiente uso de células fetales en la investigación».