Desahuciados de los campamentos de chabolas
La situación de los temporeros en Albacete viene de lejos, pero la COVID-19 y los contagios en uno de los asentamientos donde vivían en condiciones infrahumanas los ha colocado en el disparadero desde el pasado mes de julio. Desde entonces, estos migrantes han ido ocupando varios espacios cedidos por el Ayuntamiento manchego hasta que el pasado 15 de septiembre dio por finalizada la campaña agrícola y, por tanto, cerró estos recursos. Una situación que provocó que los migrantes se quedaran en la calle teniendo que recurrir de nuevo a establecerse en asentamientos de chabolas o tiendas de campaña. Lo hicieron cerca del que habitaban cuando se contagiadon de coronavirus.
Allí, al pie del cañón y muy cercana a esta realidad, ha estado la Iglesia de Albacete a través de diversas iniciativas –de la diócesis, Cáritas, congregaciones, Justicia y Paz…– para asistir a los migrantes: alimentación, ropa, higiene…
Una atención que se ha tenido que reforzar en la última semana, después de que la Policía instase a los migrantes instalados en uno de los campamentos a abandonarlo. Según explica a Alfa y Omega Miguel Giménez Moraga, delegado diocesano de Migraciones, el alcalde de la ciudad había pedido previamente a los propietarios de los solares que denunciaran para que se pudiese llevar a cabo esta actuación. «Antes había desinterés con respecto a estas personas, pero ahora hay ensañamiento», lamenta.
Ante esta situación, la propia diócesis ofreció una zona del seminario para hospedar a los temporeros de este asentamiento, aunque las exigencias sanitarias y de seguridad impidieron que saliese adelante. Al cierre de esta edición, y gracias a la implicación, entre otras, de personas de Iglesia, algunos de ellos ya estaban alojados en un hostal.
En Jaén, donde acaba de comenzar la campaña de la aceituna, el delegado episcopal de Cáritas, Juan Raya, reconoce que este año, por la COVID-19, la situación es «más compleja». En este sentido, explica que a pesar de que está habiendo una menor afluencia de temporeros, la no apertura de albergues por parte de algunos ayuntamientos o la reducción de subvenciones está provocando que muchos –estima que varios cientos– estén durmiendo en la calle en toda la provincia. Allí, el papel de la Iglesia también es fundamental: «Todas las Cáritas hacen algo en este campo».