La violencia de hijos a padres se duplica desde el confinamiento
La Fundación Amigó desvela en un informe que la violencia filio-parental ha aumentado en España casi un 5 % en el último año, y que desde el confinamiento ha tenido que duplicar sus intervenciones. «Es un problema oculto al que hay que dar más visibilidad», afirma
«En mi familia vivíamos situaciones que no eran normales. Mi hija se alteraba con facilidad, nos insultaba y hasta llegaba a agredirnos. La convivencia en casa era muy difícil, no teníamos nada de diálogo entre nosotros y no sabíamos qué hacer. Era todo cada vez peor»: el de la familia de Carlos es uno de los numerosos casos a los que se enfrenta cada día la Fundación Amigó, que acaba de publicar su informe Violencia filio-parental en España, en el que advierte del creciente aumento de este fenómeno en nuestro país.
Concretamente, el informe desvela que los expedientes abiertos a jóvenes que pegan a sus padres aumentaron un 4,6 % durante el año pasado, situándose en 5.055 los procedimientos incoados a menores por este tipo de delito. Eso supone ya que el 17,8 % del total de los expedientes a menores de edad se abren por este motivo.
La Fundación señala asimismo que solo se denuncian los casos más graves, entre un 10 y un 15 % del total, por lo que «nos encontramos con un problema que en la mayoría de las ocasiones se sufre de manera oculta y al que es necesario dar visibilidad».
Según una investigación realizada por la propia Fundación Amigó, más del 70 % de los conflictos comienzan cunado los hijos tienen entre 12 y 18 años; el 30 % de las agresiones las protagonizan hijos únicos; y en el 63 % de los casos la violencia es ejercida por los hijos varones, mientras que en el 37 % corre a cargo de las hijas.
Sobre el contexto en el que viven los menores, más del 15 % ha sufrido acoso escolar; dos de cada tres presenta algún tipo de adicción; y más del 40 % ha sido testigo de algún tipo de violencia. En general, tres de cada cuatro ha visto disminuido su rendimiento escolar.
José Antonio Morala, director de la Fundación Amigó en Galicia explica que «llevamos una década de una subida gradual de los conflictos, y ahora es la primera vez que se supera el número de 5.000 denuncias de padres hacia sus hijos. Es un hecho que está cobrando cada vez más peso».
Antes de llegar a denunciar, «los padres antes han pasado mucho. En general dejan evolucionar mucho el proceso y solo dan ese paso cuando ya han agotado todos sus recursos». Por eso, «lo que nos llega es la punta del iceberg de un fenómeno que es más común de lo que se piensa».
Un cambio social
¿Qué es lo que lleva a un menor a agredir a su padre o a su madre? Morala habla de una causalidad multifactorial: «hay chicos con un temperamento más agresivo, la educación social contempla la violencia como un método adecuado para resolver problemas, y hay quienes han visto mucha violencia en sus hogares, la mayoría de las veces de género».
Pero hay más. El director de la Fundación Amigó en Galicia añade «una falta de valores en la educación que se transmite a los hijos», «el cambio del modelo que ha sufrido la familia en las últimas décadas», o el poco tiempo que los padres pueden dedicar a sus hijos y que muchas veces «intentan compensar con objetos materiales o complaciendo sus caprichos».
Existe además un elemento que genera cada vez más conflictividad: la aparición del móvil y la explosión de las redes sociales, que suscitan muchas peleas «cuando los padres intentan restringir o limitar su uso» a los menores. Relacionado con esto, Morala también lamenta que muchas veces «se intenta sustituir mucha acción educativa por la tablet o por el móvil para que el niño esté entretenido».
Con todo ello, José Antonio Morala constata que los chavales de hoy crecen «interiorizando la idea de que la violencia es una forma de conseguir las cosas. Eso es lo más novedoso con respecto a otras épocas».
La influencia del confinamiento
A esta situación se ha añadido el confinamiento, pues Morala reconoce un aumento de la demanda de los servicios de la Fundación, hasta el punto de duplicar las intervenciones con las familias que ya venían atendiendo; además, ahora están acogiendo seis casos nuevos al mes, cuando antes eran solo la mitad. «Las familias han vivido y viven todavía mucha presión. Hay un deterioro en las relaciones que en realidad es comprensible».
Desde la Fundación Amigo atienden desde el año 2015 a cerca de 1.000 personas cada año. A través de su Proyecto Conviviendo «intentamos ayudarles para que no se llegue a la denuncia. Ofrecemos una intervención psicológica y socioeducativa, tanto para los hijos como para los padres, mostrando que hay alternativas a la violencia», concluye José Antonio Morala.
Todo ello para acabar recogiendo testimonios como el de Carlos, que a las cuatro sesiones ya empezó a ver los frutos del trabajo en común con su hija: «Nos han enseñado a hablar, a comunicarnos. No creía que en tan poco tiempo nos iban a solucionar este problema. Nosotros llegamos aquí rendidos, pero ellos desde el principio nos aseguraban que lo nuestro tenía arreglo. Nos han enseñado a vivir».