Nuncio en Chile: «Los cristianos estamos llamados a ser artífices de paz»
Monseñor Alberto Ortega pide «diálogo y respeto» para que todos los chilenos «colaboren juntos en la construcción de un país mejor para todos»
Acaba de cumplir un año como nuncio en Chile, ¿cómo ha sido su desembarco? Ha llegado en un momento muy complicado, ¿cómo describiría la situación del país?
Llegué a Chile a mediados de diciembre del año pasado en un momento particular de la vida del país, un par de meses después del llamado «estallido social» y un poco antes del verano de aquí, que es un periodo más tranquilo. Después vino la pandemia del coronavirus y se han limitado mucho las actividades públicas. Por eso, ha sido un desembarco un poco particular en el que percibo que tengo todavía mucho que aprender y mucho por conocer.
Chile es un país donde no faltan contrastes, como se ha puesto de relieve con motivo del reciente aniversario del estallido social. Hay mucha gente que hace ver, de manera pacífica, un deseo de cambio y de mejoras sociales y económicas. Pero también hemos constatado una violencia desmedida y preocupante por parte de unos pocos que no respetan ni siquiera los lugares de culto, tan significativos para una parte importante de la población.
Es un momento importante en el que se plantean diversos desafíos. El pueblo está llamado a elegir, en diversas elecciones y en el referéndum del 25 de octubre, qué futuro quiere para su país. Mi deseo es que todos los chilenos, a través del diálogo y del respeto a sus conciudadanos que pueden tener diversas opiniones, colaboren juntos en la construcción de un Chile mejor para todos y en la búsqueda desinteresada del bien común.
¿Y a nivel eclesial?
La Iglesia chilena ha atravesado un momento de crisis por diversas circunstancias, sobre todo por la grave situación de los abusos contra menores cometidos por algunos miembros del clero, que han provocado mucho dolor en todos. Esta crisis ha significado una purificación para la Iglesia y constituye una llamada para todos a una conversión profunda a nivel personal e institucional. Estamos llamados a mirar de frente a esta crisis para transformarla en una nueva forma de caminar; y a dar un paso adelante al servicio de todos nuestros hermanos, en especial de los más necesitados.
No podemos olvidar que hay también muchas cosas positivas y que la Iglesia chilena tiene una rica historia de fe y de santidad. Por eso, es el momento de vivir nuestra fe y nuestra misión con gratitud y confianza, sin perder la esperanza.
¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta la Iglesia local?
La Iglesia está llamada a ofrecer una gran contribución a la sociedad viviendo, con verdad y con humildad, su propia identidad. La Iglesia somos todos y la gran contribución de la Iglesia es hacer presente el Reino de Dios, es continuar hoy entre los hombres la misión salvadora de Jesucristo. Así, los cristianos estamos llamados a ser artífices de paz, de diálogo, de reconciliación y de desarrollo, cada uno desde su propia vocación.
Por poner un ejemplo, subrayo la respuesta que la Iglesia chilena ha dado a las necesidades que la pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto. La Iglesia ha ofrecido muchas de sus estructuras para alojar a la gente sin techo o para convertirlas en residencias sanitarias para el bien común. Además, se han promovido actividades de recolección de fondos y de alimentos para ayudar a los más desfavorecidos.
Por último, la Iglesia ha estado cerca con una palabra de esperanza y los sacerdotes se han sabido adaptar a las nuevas circunstancias trasmitiendo las Misas y otras iniciativas de oración y de evangelización a través de las redes sociales.
¿Ha podido hablar con el Papa sobre la situación de Chile?
El Papa sigue de cerca la situación en Chile, que es un país al que tiene mucho cariño. Lo visitó hace dos años y reza por él todos los días. Francisco ha dado a todos un regalo precioso con su última encíclica Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social, y pienso que este documento será muy útil para Chile en estos momentos.
La Conferencia Episcopal Española ha enviado una carta a la Iglesia chilena para manifestarle su «su fraternidad y cercanía en estos momentos difíciles, a causa de algunos brotes de violencia de los que han sido objeto algunas iglesias de la Archidiócesis de Santiago de Chile».
En la misiva, dirigida al presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, monseñor Santiago Silva Retamales, la Iglesia española se une profundamente al dolor del pueblo católico por los ataques sufridos en los últimos días.
Además, manda «un mensaje de oración, rogando a Dios que derrame su gracia en el pueblo chileno para que aplaque el corazón de los violentos y brote el respeto de la verdad, la justicia y los derechos humanos».