El cardenal Rouco se despide de los seminaristas: «Necesitamos jóvenes dispuestos a dar la Verdad»
En la última semana como administrador apostólico de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela continúa con las despedidas y ha presidido este jueves una Misa solemne en el Seminario Conciliar de Madrid
Acompañado del rector del Seminario, don Andrés García de la Cuerda, el cardenal Antonio María Rouco Varela entraba en la capilla para hacer oración unos minutos antes de las ocho de la tarde.
Poco después, entraba en procesión con los sacerdotes concelebrantes en la que sería su última Misa en el Seminario como administrador apostólico de Madrid. Tras hacer un repaso por el carácter de pasado, presente y futuro del sacramento de la Eucaristía, el cardenal se refirió al Evangelio de Lucas –¿Pensáis que he venido a traer la paz a la tierra? No, he venido a traer la división– y explicó que Cristo «no ha venido a dividir, pero cuando hay personas que no quieren, no hay posibilidad de coincidencia. O estás con Él o estás contra Él. Quien es indiferente, está contra Él».
Por eso, señaló el cardenal, es tan importante la labor de los sacerdotes, que llevan la Verdad a quienes no conocen a Cristo o a quienes están contra Él. «El Papa BXVI decía que el primer deber de la caridad es la comunicación de la Verdad –explicaba el cardenal-. Si negamos la Verdad, esos bienes espirituales, estamos haciendo un daño tremendo. Necesitamos jóvenes dispuestos a dar esa Verdad. Esta es nuestra tarea», decía el cardenal a los seminaristas.
¿Hemos hecho lo posible?
Ya en relación con el relevo arzobispal en Madrid, el cardenal Rouco recordaba a los futuros sacerdotes que seguir a Cristo es estar preparado para todo, para dar la vida por Él. «Cuando un obispo deja la diócesis y llega otro nuevo, se echa la vista atrás, sobre todo si son veinte años, tenemos que echar la vista atrás y preguntarnos en qué medida hemos sido cristianos de verdad. ¿Hemos dado la vida, año tras año? Hay motivos para decir que sí, pero quizá en el análisis más hondo de la conciencia, veamos que no», señalaba el cardenal, que recordaba a los seminaristas que no dar la vida del todo por el Señor tiene consecuencias nocivas, no sólo para uno mismo, sino, sobre todo para quienes no conocen a Dios».