La respuesta de san José
Cuarto domingo de Adviento
El Evangelio de este domingo se nos presenta como una continuación enriquecedora del que se nos proponía en la solemnidad de la Inmaculada Concepción. En aquél contemplábamos la escena de la Encarnación de la mano y el pensamiento de María. En esta ocasión observamos de nuevo aquellos momentos, pero lo hacemos ahora con los ojos de san José y su experiencia interior. La Virgen, en el evangelio de la Anunciación, acogía al Señor al entregarse totalmente a Él, mostrándonos así un camino privilegiado para entender y vivir el Adviento y la Navidad. San José se hace solidario con nosotros y nos ayuda a observar la escena conforme debe hacerlo un creyente. Él conoce la Escritura. La propuesta que recibe en sueños no le resulta extraña, lo había profetizado Isaías: «La Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros» (Is 7, 14).
El conocer la Sagrada Escritura, el amar la Palabra de Dios, permitirá a san José dar pleno sentido a lo que debe significar la Palabra que Dios pronuncia en la vida del discípulo del Señor. Como nos recordaba el Papa Benedicto XVI, en la Exhortación Verbum Domini (n. 22), al hablar de la respuesta del hombre al Dios que habla, «Dios nos ha hecho a cada uno capaces de escuchar y responder a la Palabra divina. El hombre ha sido creado en la Palabra y vive en ella; no se entiende a sí mismo si no se abre a este diálogo». El esposo de María abre su corazón totalmente a la acción de Dios, dialoga con Él, y entiende perfectamente la misión que Dios le está encomendando. Entonces, y sólo entonces, es cuando es capaz de comprenderse a sí mismo plenamente y lo que Dios le pide al presentarse en su vida de un modo inopinado.
Estas semanas de Adviento, los Evangelios que estamos proclamando en las celebraciones eucarísticas, las lecturas bíblicas que escuchamos y los personajes que en ellas se presentan, nos ayudan a comprender mejor lo que significa realmente el nacimiento del Mesías y su presencia novedosa en la vida de la Humanidad y en la nuestra. La escucha de la Palabra, la capacidad de guardarla en el corazón y de hacerla vida, puede reproducir en nosotros la experiencia vivida por san José que, desde aquella solicitud personal, comienza a proponer la novedad del Evangelio a toda la Humanidad de un modo nuevo. Se ve sorprendido por la creatividad de Dios, acoge al Señor y, con María, desde la vida oculta pero fecunda de Nazaret, lo propondrá al mundo.
El Papa Francisco nos anima a dejarnos sorprender por la novedad de Cristo y a convertirnos en audaces anunciadores de su presencia y de su amor: «Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (Evangelium gaudium, 11).
María y José, nos muestran su respuesta ante la irrupción del Niño, ante la llamada de Dios y ante su constante creatividad. El Señor sigue rompiendo esquemas en este Adviento mostrando su interés ilusionante de encontrase con todos: ¿cuál es nuestra respuesta?
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueños un ángel del Señor, que le dijo:
«José hijo de David, no temas llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel (que significa Dios con nosotros)».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.