Un nuevo Moria: «Y todo vuelve a empezar...»
Ante la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, el drama de 13.000 solicitantes de asilo en Lesbos subraya la urgencia de crear vías de entrada legales y seguras
«Y todo vuelve a empezar…». Solo unas horas después de hablar con el jesuita Maurice Joyeux sobre el incierto destino que espera a los 13.000 migrantes y solicitantes de asilo que vivían en el campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, la periodista recibe este lacónico comentario del sacerdote, con algunas fotos (como la de la derecha) recibidas de amigos recién instalados en Kara Tepe.
Tras días a la intemperie desde que un incendio asoló Moria el 9 de septiembre, al cierre de esta edición eran ya 9.000 los que habían cedido a la presión de las Fuerzas de Seguridad y habían entrado a este nuevo campamento provisional. Era la única alternativa que ofrecía el Gobierno heleno a dormir al raso, desafiando la humedad y el relente de unas noches que ya empiezan a ser frías.
El padre Joyeux con algunos voluntarios (el Servicio Jesuita al Refugiado–JRS por sus siglas en inglés– no trabaja en la isla), al igual que otras organizaciones humanitarias, les ha intentado llevar tiendas de campaña, kits de higiene y hasta comida, porque el reparto del Ejército no llegaba a todos. «La gente no quiere estar en ningún campamento, pero está muy cansada».
Una tragedia anunciada
«Estábamos esperando que ocurriera algo horrible», reconoce a Alfa y Omega el jesuita, muy crítico con la actitud de las autoridades de culpar a cuatro afganos, ya detenidos. «Es mucho más complicado», asegura. Cita el hartazgo y la «sensación de indignidad» de llevar meses o años «sobreviviendo, más que viviendo» en un lugar diseñado para 3.000 personas, que albergó hasta a 21.000.
Grecia
1.630 km2 (similar a Fuerteventura)
86.500 habitantes
Mitilene (30.000 hab.)
5,5 km. a la costa turca
La llegada del coronavirus agravó las tensiones dentro del campo. También con la población local, que lleva años sufriendo una presión migratoria enorme frente a la que Europa no actuaba. Hace pocos meses, recuerda el padre Joyeux, radicales xenófobos atacaron a los trabajadores humanitarios y los residentes de Moria. «Grecia está llena de odio».
«Ha sido precisamente el sistema de contención impuesto» por la UE en las islas griegas estos años, con «condiciones de vida inhumanas, lo que ha llevado a este desastre», subraya Mario López Alba, responsable de salud mental de Médicos Sin Fronteras en la zona. Su prioridad estos días ha sido continuar la atención sanitaria. Han logrado localizar por teléfono («afortunadamente encontraban dónde cargarlos») a parte de sus pacientes, e incluso atenderlos presencialmente. «Su situación es desesperada. Algún adolescente ha tenido que hacerse cargo de su familia porque los padres están desbordados».
Por todo ello, el rechazo de las organizaciones humanitarias a Kara Tepe es tajante. «No se debe construir un nuevo Moria, o en unos meses nos enfrentaremos a una nueva crisis humanitaria», asegura López Alba, al tiempo que denuncia también la «perversa» disyuntiva que se plantea a los migrantes y solicitantes de asilo: estar en la calle «sin acceso asegurado a agua, comida y servicios básicos, o renunciar a su libertad y meterse en un campo cerrado con una enorme incertidumbre» sobre cuándo podrán salir de él, o sobre la veracidad de las promesas (o amenazas) de que es la única forma de tramitar unas solicitudes de asilo que llevan años estancadas.
Reubicación, única salida
El JRS, junto a las religiosas scalabrinianas y la Comunidad de Sant’Egidio, han exigido que se reubique a los refugiados en Europa. «Es la vía más sostenible», subraya Monica Attias, coordinadora de los corredores humanitarios de Sant’Egidio desde Lesbos. Tras el incendio, se puso inmediatamente en contacto con las autoridades italianas y logró acelerar el cierre de un acuerdo que ya se estaba negociando para reubicar a 300 personas.
Tras la firma el martes del acuerdo con el Estado italiano, Monica Attias, de Sant’Egido, calcula que 300 migrantes (familias, personas vulnerables y menores no acompañados) podrán llegar al país en octubre. Es la primera respuesta italiana al llamamiento de la UE para el reasentamiento de refugiados tras el incendio. Este movimiento también ayudará a seleccionar candidatos para otros países como Alemania, «después del importante anuncio este país» de que acogerá hasta a 1.500 refugiados.
La labor de Sant’Egidio en Lesbos comenzó en marzo de 2019, cuando miembros de la comunidad acompañaron en su visita a los cardenales Jean-Claude Hollerich, presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE), y Konrad Krajewski, limosnero pontificio. Fruto de la visita, 43 solicitantes de asilo fueron trasladados al país transalpino, que ya ha acogido a 3.000 por este medio.
Para Attias, es solo un ejemplo de las «muchas formas complementarias» de vías legales y seguras para llegar a Europa que «se pueden aplicar con facilidad para evitar el tráfico de personas». Ante la próxima negociación para el nuevo pacto europeo sobre migraciones, a propuesta de la Comisión Europea, espera que al menos «dé pasos firmes hacia un reparto obligatorio de los solicitantes de asilo» entre los Estados miembro.
Llamada a las iglesias
También considera urgente que los países regulen sistemas de patrocinio similares al de Canadá. Este país ha reubicado a miles de personas de las que se hacen responsables particulares, comunidades o instituciones de la sociedad civil. «Y su integración va mucho mejor», asegura la miembro de Sant’Egidio.
Con la situación de emergencia que se vive en Lesbos, y en vísperas de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado de este domingo, Attias espera que la Iglesia en Europa, incluida «la Conferencia Episcopal Española», también escuche la petición de ayuda para evacuar Lesbos que lanzaron ya en febrero los cardenales Hollerich, Krajewski y Michael Czerny, subsecretario de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Servicio de Desarrollo Humano Integral. «Tienen que dar los pasos para que sus gobiernos acepten en el país a un cierto número de personas», de cuyo alojamiento, sustento e integración se hará cargo la Iglesia. Los obispos alemanes ya han iniciado los trámites, y los polacos se han mostrado abiertos.
- «La crisis de la COVID-19 ha empañado muchas otras emergencias humanitarias que afligen a millones de personas, relegando iniciativas y ayudas internacionales, esenciales para salvar vidas, a un segundo plano».
- «Jesús está presente en cada uno [de los refugiados], obligado a huir para salvarse. Si lo reconocemos, seremos nosotros quienes le agradeceremos el haberlo conocido, amado y servido».
- «¡No son números, sino personas! Si conocemos sus historias, lograremos comprender […] que la precariedad que hemos experimentado a causa de la pandemia, es un elemento constante en su vida».
- «Acercarse al prójimo significa, a menudo, estar dispuesto a correr riesgos, como nos han enseñado tantos médicos. Este estar cerca para servir va más allá del sentido del deber».