Primera Misa del desconfinamiento
Con la llegada de la fase 1, la mitad de la población de nuestro país ya tiene la posibilidad de asistir presencialmente a la Eucaristía. En islas como La Gomera o El Hierro llevan casi diez días y ya han vivido celebraciones dominicales. En la península, la vuelta se produjo este lunes. «Hoy ya no es desde internet, estáis aquí», dijo emocionado Joaquín Aguilar, deán del Cabildo de Zaragoza, que celebro la primera Eucaristía en la basílica de la Virgen del Pilar
Airán Expósito accedió al altar para empezar la Eucaristía. Ocupó la sede y miró al frente.
—En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
—Amén.
Se hizo el silencio. El sacerdote, emocionado, tuvo que parar. Fue al escuchar a los fieles. Siete, lo normal a diario. «Llevaba dos meses celebrando Misa solo y uno echa en falta a sus hijos», cuenta a Alfa y Omega días después de esta celebración tras el confinamiento, una de las primeras que se realizó en España. Fue en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción en Valverde, capital de la isla de El Hierro, donde también es párroco de San Pedro Apóstol en El Monacal. Vive en una de las pocas zonas que ya llevan casi diez días en la fase 1 de la desescalada, con la posibilidad de tener culto público, siempre con la limitación del aforo a un tercio y con medidas de seguridad e higiene.
Desde aquel día, que vivió conmovido al ver a los fieles llorar al recibir la comunión y tenso por todas las recomendaciones que seguir, ya han sido varias las Eucaristías celebradas, también en fin de semana, piedra de toque para medir la eficacia de las medidas adoptadas, pues la asistencia se multiplica. «El domingo en la capital participaron 25 personas, una cifra superior a la que esperábamos. La gente entendió las directrices y las cumplió», explica.
La vuelta del confinamiento que soñaba Juan Ramos, párroco de Nuestra Señora de la Asunción, en San Sebastián de La Gomera, era muy distinta a la que vivió el 5 de mayo. Su ilusión era reunir a los fieles en la plaza de la iglesia, abrir juntos la puerta, celebrar la Eucaristía y luego tener un brindis con croquetas y ensaladilla. La realidad le puso sobre la mesa un aforo limitado a 90 personas, dos voluntarias en la puerta para ofrecer gel hidroalcohólico y distribuir a los fieles, mascarillas… y, sin embargo, vibró al ver a los parroquianos. «Fue un reencuentro espléndido, una explosión en la distancia. Un regalo de Dios después de tantos días sin celebrar en comunidad. Estaba más emocionado de lo que pensaba», añade.
Aquel lunes, Ramos les dijo a los 42 fieles congregados que todas estas semanas habían sido «un tiempo para acercarnos a Dios» y también, salvando las distancias, para entender a aquellos cristianos perseguidos o en situaciones graves que no podían acceder a la Eucaristía. Ahora comprenderían de alguna manera la alegría de aquellos al volver a recibir a Jesús Sacramentado.
Alegría que desbordó en un aplauso cuando el párroco cerró la celebración: «Alguien arrancó y todos seguimos. Luego nos giramos hacia el sagrario para aplaudir al Señor. La gente estaba muy contenta».
Raquel Bravo no estuvo en esa Eucaristía, pero sí en las dos del fin de semana. Es catequista y se ofreció voluntaria para organizar las entradas y salidas del templo. El sábado fue su primera vez tras un confinamiento marcado por «una espiritualidad inusitada» y por una vivencia de la Eucaristía muy intensa en la distancia. A pesar de la limitación del aforo y de la separación de rigor entre cada fiel, sentía que la Iglesia estaba llena. En primera fila, cuatro hijas de la Caridad en el día de santa Luisa de Marillac; las únicas que podían estar juntas, porque viven en comunidad. Raquel les lanzó gestos cariñosos y pensaba en su ejemplo de vida, «limpiando miserias» en este mundo. Salió renovada.
Ya el 11 de mayo, y con la mitad de la población en fase 1, las experiencias de La Gomera y El Hierro se replicaron por doquier. A la entrada de algunos templos incluso se formaron largas colas, siempre con la distancia de rigor, para rezar. Por ejemplo, ante el Jesús del Gran Poder en Sevilla o ante la Virgen del Pilar en Zaragoza. En la capital aragonesa, el deán del Cabildo Metropolitano, Joaquín Aguilar, se desveló a las cuatro de la madrugada. Era el encargado de reabrir la basílica del Pilar tras casi dos meses cerrada: para rezar ante la Virgen y también para la Eucaristía. Él, precisamente, presidió la primera. Horas después, habla con Alfa y Omega con la voz todavía entrecortada. La emoción le puede. Reconoce que se le ha escapado alguna lágrima tras la apertura del templo a las 08:30 horas. En la Misa, conteniendo la emoción, fue recordando las indicaciones a seguir –el gesto de la paz se hace sin contacto, la comunión se recibe preferiblemente en la mano…– y les dijo: «Hoy ya no es desde internet, estáis aquí. Es lo que hemos anhelado». En la breve homilía, los invitó a hacer presente a Cristo a través de sus vidas: «Les conté una anécdota de la Madre Teresa que, en cierta ocasión, recogió a un moribundo por la calle en Calcuta, lo llevó a la casa y lo atendió. Aquel hombre, que no salía de su asombro, le dijo que no sabía si Dios existía, porque la vida lo había tratado muy mal, pero que si existía tenía que parecerse a ella. Pues que digan, les animé, que nosotros nos parecemos a Dios». Y añadió: «En estos días, hemos visto muchas experiencias de generosidad, de compañerismo, de gratitud, de ánimo, de solidaridad… Es Cristo que estaba ahí, ayudándonos para no desfallecer».
En total, solo el lunes, pasaron por la basílica 3.373 personas: 2.626 fueron a visitar a la Virgen en la santa capilla y 747 asistieron a la Eucaristía en la zona del altar mayor.
Aforo completo
En Murcia, en la parroquia de San Pedro Apóstol, se celebró a las 20:00 horas una de las últimas Eucaristías, primeras tras el confinamiento, de un lunes muy especial. «Dios hace muy bien las cosas», nos dice Pepe Sánchez, el párroco, minutos después de cerrar las puertas del templo. Había sitio para 58 personas y fueron 58.
Aún con mascarilla, Sánchez reconoce los rostros. Muchos se acercaban habitualmente a la parroquia, abierta dos horas al día, para rezar. «Tras el confinamiento me pregunté cómo podía vivir esta experiencia y estar cerca de la gente. Así que decidí abrir unas horas por la mañana y exponer al Santísimo. Como la parroquia está de camino a un gran supermercado, mucha gente entró a rezar. Ha sido una experiencia maravillosa», explica.
Y por todo ello, esta primera Eucaristía –a la que precedió el rezo del rosario– ha sido como una celebración de acción de gracias. «He visto gente emocionada, gente seria, también preocupada… pero respondiendo con mucha fe», añade.
En el pasillo central del tempo, una escalera sujeta el móvil que transmitió la Eucaristía todas estas semanas. También el lunes. Hay muchas personas que todavía no pueden salir de casa, como una mujer que siguió la celebración a través del teléfono de su nieta. Ella escuchó la homilía de Pepe Sánchez, que pidió a los fieles que este tiempo no caiga en saco roto, que «Dios nos llama a lo esencial y a la solidaridad con tantas personas vulnerables, que van a ser muchas más por esta crisis». «Nuestro negocio, como dice san Juan de Ávila, es un negocio de amor», dijo.
La celebración se cerró con un aplauso espontáneo y con una pequeña sorpresa. El párroco entregó a Mercedes un regalo: un icono de la Santísima Trinidad de Rublev. Merecido. Ella, que vive al lado de la iglesia, ha acompañado a Pepe diariamente en la Misa y le ha ayudado con la limpieza del templo durante estas semanas.
La otra cara de la moneda la viven esta semana las diócesis que se han quedado en la fase 0. Toda la Comunidad de Madrid, gran parte de Castilla y León, algunas provincias de Castilla La-Mancha y Andalucía y zonas –las más pobladas– de la Comunidad Valenciana y Cataluña. En total, el 49 % de la población.
Así, en algunas iglesias tendrán que esperar como mínimo al 18 de mayo para volver a la Eucaristía, siempre que el Gobierno determine que las condiciones sanitarias son las idóneas para avanzar. Es la realidad de las sedes de Madrid, Barcelona, Málaga, Granada, Valencia, Valladolid, Ciudad Real, Orihuela-Alicante, entre otras. A unas les afecta de manera total y a otras parcial. De hecho, hay diócesis como las de Zamora o León que han decidido no volver al culto hasta que toda la diócesis se encuentre en el primer estadio de la desescalada.
En la archidiócesis de Madrid ya está todo preparado desde la semana pasada. Se han organizado los templos para que puedan distribuirse fácilmente, colocando dispensadores de gel hidroalcohólico o aumentando el número de Misas, fundamentalmente los domingos.
Para que la vuelta a la Eucaristía se produzca con total seguridad, la Conferencia Episcopal y las diócesis han preparado una serie de recomendaciones. Medidas, muchas de ellas, que se derivan de las recomendaciones de las autoridades sanitarias y que han sido recogidas, muchas de ellas, en la orden ministerial que regula la fase 1 del proceso de desescalada. Con alguna novedad, pues el texto publicado en el BOE pide que se determine el aforo máximo y recomienda que se limite la duración de las celebraciones.
Estas son las principales pautas que afectan a los fieles:
- Desinfección de manos a la entrada y salida.
- Mantener la distancia de seguridad.
- Uso de mascarillas.
- Sin contacto en la paz.
- Colecta a la salida.