Enfermeros y enfermeras, «ejemplo de heroísmo» para el Papa Francisco
En el Día Internacional de la Enfermería, el Papa Francisco ha ofrecido la Misa en Santa Marta por aquellos enfermeros y enfermeras que «en esta época de la pandemia han dado ejemplo de heroísmo, y algunos dando su vida»
«Recemos hoy por los enfermeros y enfermeras, hombres, mujeres, muchachos y muchachas que tienen esta profesión, que es más que una profesión, es una vocación, una dedicación. Que el Señor los bendiga. En esta época de la pandemia han dado ejemplo de heroísmo, y algunos han dado su vida. Recemos por las enfermeras y los enfermeros»: así ha comenzado el Papa Francisco su Misa en la casa Santa Marta hoy, Día Internacional de la Enfermería.
«Falta nos hace que recen por nosotros», exclama Belén Fernández, directora de Enfermería de los hospitales San Juan de Dios de León y de Burgos, porque «nunca pensé que íbamos a vivir los momentos que hemos vivido estas semanas».
Mucho estrés y mucho miedo: de esta manera resume Belén todo lo vivido en estos días, «pero a pesar de todo hemos podido seguir ofreciendo una atención de alta calidad a nuestros pacientes».
Ante la crisis sanitaria desatada en tan poco escaso espacio de tiempo, «ha sido muy complicado cubrir todas las necesidades que iban surgiendo. Desde el minuto 1 nos pusimos a disposición del sistema sanitario de salud y abrimos más camas para atender a todos nuestros pacientes». Al final «hemos podido sacar adelante todo el trabajo gracias a la buena disposición de todos los profesionales, que han estirados sus turnos y sus guardias y se han ofrecido sin que tú se lo pidieses. Gracias a ellos hemos podido salir adelante y ofrecer una atención de calidad».
En los primeros momentos de lucha contra la pandemia, Belén recorría los pasillos y pudo ver muchas «crisis de ansiedad, miedo y estrés, sobre todo porque no estábamos enfrentando a algo que en ese momento era totalmente desconocido». Pero también reconoce que el mayor miedo de sus compañeros «no era el poder contagiarse ellos mismos, sino la posibilidad de llevar el virus a sus casas y a sus familias, sobre todo cuando algunos de ellos tenían familiares enfermos o mayores viviendo con ellos». En sus rostros, «más que miedo vi pánico. No por ellos, porque iban lanzados a trabajar y dar lo mejor de sí mismos, sino a la posibilidad de contagiar a sus seres queridos».
Todo lo que han podido vivir en estas semanas ha sido tan intenso que «parece que llevamos con el coronavirus más de un año, cuando apenas han pasado dos meses», afirma la directora de Enfermería de los hospitales San Juan de Dios de León y de Burgos. En cualquier caso, todo esto ha servido, «para hacernos conscientes de que esta sociedad es más vulnerable y frágil de lo que pensábamos, y de que hace falta una buena capacidad sanitaria que pueda responder a retos como este».
Hoy los profesionales sanitarios constituyen el 15 % de los contagiados por coronavirus en España, pero todo lo vivido «nos ha fortalecido más. Enfermeros, médicos, auxiliares, personal de limpieza, celadores…, nadie ha vivido esto desde la barrera. Si antes trabajábamos como un equipo, ahora lo somos todavía más».
Además, la crisis del coronavirus Demandas «ha revalorizado aún más nuestro trabajo diario», y aunque agradece los aplausos desde las ventanas y balcones, «nuestra labor es vocacional, y lo más gratificante es la atención a los pacientes que tenemos delante. Y la gente lo sabe y lo agradece también: en nuestros controles de enfermería siempre ha habido flores y bombones. Y los seguirá habiendo».
Como afirma el Hermano Amador Fernández, Superior de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios de la Provincia de Castilla, «el año 2020 quedará grabado en nuestra memoria personal y colectiva, por el mayor reto sanitario al que ha tenido que enfrentarse nuestra sociedad». Han sido unos meses «en los que hemos tomado conciencia de forma mucho más clara del valor de quienes nos cuidan, de quienes velan por nuestra integridad y nuestra salud». Por eso, en el Día Internacional de la Enfermería, «debemos ser más conscientes que nunca de la importancia de una profesión esencial en nuestros sistemas de salud, que aporta atención altamente cualificada y extraordinaria calidad humana en cualquier situación de enfermedad o fragilidad».
Mensaje del Papa: «Santos de la puerta de al lado»
Además de su recuerdo y oración en la Misa de la mañana, el Santo Padre ha querido enviar a los enfermeros un mensaje más largo y específico en su día. En él, pide que las actuales circunstancias, en las que se ha «redescubierto» su figura, sirvan para «colocar la dignidad de vuestro trabajo en el centro, en beneficio de la salud de toda la sociedad».
Dada su mayor cercanía a los enfermos, Francisco se muestra consciente de que además de velar por su evolución el personal de enfermería «experimenta el trauma que causa el sufrimiento en la vida de una persona». Acogiendo su vocación de «buenos samaritanos», además de administrar los tratamientos «infunden ánimo, esperanza y confianza», incluso en los últimos momentos. Una labor que requiere escucha y «un continuo –¡y fatigoso!– esfuerzo de discernimiento y atención».
Por todo ello, forman parte de esa categoría de «santos de la puerta de al lado» que el Papa acuñó en su exhortación Gaudete et exsultate. También «son la imagen de la Iglesia, “hospital de campaña”, que continúa llevando a cabo la misión de Jesucristo, que se acercó y curó a las personas que sufrían todo tipo de males y se arrodilló para lavar los pies de sus discípulos. ¡Gracias por vuestro servicio a la humanidad!».
Inversión pública y condiciones de trabajo dignas
Más allá de este reconocimiento, sin embargo, el Pontífice ha aprovechado su mensaje para pedir a los gobernantes que «inviertan en sanidad, como bien común primario, fortaleciendo las estructuras y designando más personal de enfermería». La pandemia, reconoce, ha «evidenciado muchas deficiencias».
Por otro lado, insiste en que «los enfermeros y enfermeras, así como las comadronas, tienen derecho y merecen estar más valorados e involucrados en los procesos que afectan a la salud de las personas y de la comunidad. Se ha demostrado que invertir en ellos» y dotarles de herramientas científicas, humanas, psicológicas y espirituales «favorece los resultados en términos de atención y salud en general». Por otro lado, es esencial mejorar sus condiciones de trabajo y garantizar sus derechos para que puedan llevar a cabo su servicio con plena dignidad.