Cardenal Turkson: «Pensemos en el post-COVID para no estar desprevenidos» - Alfa y Omega

Cardenal Turkson: «Pensemos en el post-COVID para no estar desprevenidos»

El cardenal Turkson, prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, organismo encargado de presidir la comisión de trabajo para la era post COVID-19, hace hincapié en el compromiso en favor de «las iglesias locales para salvar vidas humanas»

Vatican News
Robert Sarah
Foto: CNS.

El pasado 20 de marzo el Papa Francisco solicitó al Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral que creara una comisión, en colaboración con otros departamentos de la Curia romana, para expresar la preocupación y el amor de la Iglesia por la entera familia humana frente a la pandemia de COVID-19, sobre todo a través del análisis y la reflexión sobre los desafíos socioeconómicos y culturales del futuro y la propuesta de pautas para enfrentarlos. El encargado de presidir la comisión es el cardenal Turkson, prefecto del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.

El Papa le ha recibido en audiencia varias veces para discutir la emergencia del coronavirus. ¿Qué preocupaciones le ha expresado?
El Papa expresó su preocupación por la crisis mundial generada por el COVID-19 y por los dramáticos escenarios en el horizonte. Nos dijo que no perdiéramos el tiempo, que nos pusiéramos a trabajar inmediatamente, porque somos el dicasterio de referencia. Debemos actuar ahora y pensar inmediatamente en lo que pasará después.

¿Cuál es la misión confiada a su Dicasterio?
El Santo Padre nos ha confiado dos tareas principales. La primera se refiere al hoy: la necesidad de ofrecer con prontitud la señal concreta del apoyo del Santo Padre y de la Iglesia. Se trata de poner en marcha acciones de apoyo a las iglesias locales para salvar vidas humanas. La segunda se refiere al después. El Papa está convencido de que nos encontramos en un momento de cambio de época y reflexiona sobre lo que vendrá después de la emergencia, sobre las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, y sobre cómo la Iglesia puede ofrecerse como punto de referencia seguro al mundo perdido ante un acontecimiento inesperado. Contribuir a la elaboración de un pensamiento sobre esto es nuestra segunda tarea. El Papa nos ha pedido concreción y creatividad, enfoque científico e imaginación, pensamiento universal y la capacidad de entender las exigencias locales.

¿Cómo se están organizando?
Hemos creado cinco grupos de trabajo que ya están operativos. Ya hemos tenido dos reuniones de trabajo con el Santo Padre. Hemos creado una unidad de dirección, de coordinación, para organizar las iniciativas que conciernen a la acción de hoy, y las que conciernen a la preparación del mañana. Si no pensamos en el futuro nos encontraremos de nuevo sin preparación. Hemos creado un nuevo modo de colaboración entre los diversos dicasterios y oficinas de la Santa Sede. Una modalidad de task force. También estamos involucrando a instituciones que tradicionalmente han colaborado con el dicasterio, como la Universidad de Georgetown, la Universidad de Potsdam, la Universidad del Sacro Cuore de Milán, el World Resources Institute y muchas otras.

¿Por qué es importante hoy pensar en las perspectivas de futuro?
Es importante para no estar desprevenidos. La crisis sanitaria ya ha desencadenado una crisis económica. Y si no se aborda la crisis inmediatamente, se corre el riesgo de causar una crisis social. Una crisis corre el riesgo de ser seguida por otra, y luego por otras, en un proceso en el que nos veremos obligados a aprender lenta y dolorosamente a cuidar de nuestra casa común.

Además, es hora de aflojar las sanciones internacionales que inhiben la posibilidad de que los países receptores presten un apoyo adecuado a sus ciudadanos, de permitir que todos los estados satisfagan las mayores necesidades del momento. Es hora de reducir, si no de perdonar, la carga de la deuda en los presupuestos de los estados más pobres. Es hora de recurrir a soluciones innovadoras. Es hora de encontrar el coraje para unirse a la llamada a un alto el fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo. No es el momento de seguir fabricando y traficando con armas, gastando enormes cantidades de capital que deberían utilizarse para curar a la gente y salvar vidas.

¿Cómo está llamado el hombre de hoy a vivir esta prueba?
El hombre redescubre hoy toda su fragilidad. Redescubre, en primer lugar, que habitar la Tierra como una casa común requiere mucho más: requiere solidaridad para acceder al bien de la creación como bien común, y solidaridad para aplicar los frutos de la investigación y la tecnología para hacer nuestra casa más saludable y habitable para todos. En esto el hombre redescubre a Dios, que ha confiado al hombre esta vocación de solidaridad. Redescubre cuán ligado está el destino de cada uno al de los demás. Redescubre el valor de las cosas que importan y la carencia de valor de tantas cosas que consideramos importantes.

Cinco grupos coordinados

Dicha comisión, formada por el prefecto del dicasterio, el cardenal Peter Turkson, por monseñor Bruno-Marie Duffé y por el vicesecretario, Augusto Zampini, prevé cinco grupos de trabajo. El primero estará coordinado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y tendrá el cometido de escuchar y apoyar a las Iglesias locales, en cooperación con Caritas Internationalis. Este grupo tiene también la tarea de colaborar con iniciativas de caridad promovidas por otras realidades de la Santa Sede, como la Limosnería Apostólica, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y la Farmacia del Vaticano.

El segundo grupo, también coordinado por el dicasterio que preside Turkson, se ocupará de la investigación y el estudio de la pandemia, para reflexionar sobre la sociedad y el mundo posterior al COVID-19, particularmente en los sectores del medio ambiente, la economía, el trabajo, la salud, la política, la comunicación y la seguridad. Los socios de este grupo serán las Academias Pontificias para la Vida y las Ciencias, junto con varias organizaciones que ya colaboran con el Dicasterio.

El tercer grupo estará coordinado por el Departamento de Comunicación, y tendrá como tarea informar sobre el trabajo llevado a cabo por los grupos. Además, promoverá la comunicación con las Iglesias locales. El cuarto, coordinado por la Sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, apoyará a la Santa Sede en sus actividades y relaciones con los países y organismos internacionales, comunicándoles los frutos de la investigación, el diálogo y de los reflejos producidos.

Finalmente el último grupo, coordinado también por Desarrollo Humano Integral, será el responsable de la financiación para apoyar la asistencia de la comisión a las iglesias locales y las organizaciones católicas, así como de sus actividades de investigación, análisis y comunicación.