Don José se ha ido, contagiado por amistad
El padre José Ruiz, capellán del Hospital de Cuidados Laguna, falleció hace unos días por cuidar de un voluntario que había enviudado recientemente y necesitaba compañía. Fue antes de las medidas de cuarentena y de saber siquiera que el voluntario estaba enfermo. Don José escribió para Alfa y Omega el vía crucis del año 2019
No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Nos lo va a decir Jesucristo estos días, en el Evangelio que relata su Pasión. Nos lo dice cada día para que aprendamos a querer, como quiso Él.
El capellán del Hospital de Cuidados Laguna, el padre José Ruiz, ha ido más allá dando la vida, no solo por sus amigos. Ha dado la vida poco a poco cada día, por enfermos que no se iban a curar, por sus familias, por sus compañeros, siguiendo los pasos de este Dios Amor, del que siempre hablaba con la auténtica pasión de un hombre profundamente enamorado a los 82 años.
La muerte de nuestro capellán nos recuerda que cada vida es digna del mayor de los sacrificios, por pobre, pequeña y frágil que sea. Nos enseñó a sembrar esperanza, alegría, cariño, ternura, dedicación, y el tiempo y los medios que sean necesarios por un enfermo. Todo eso nos enseñó, y mucho más.
El padre José Ruíz celebró bodas paliativas, casando a personas cuyo último deseo era estar juntos hasta el final, aunque ya estuviera muy próximo. Pero también bautizos de niños muy enfermos que tampoco iban a vivir mucho. Estuvo en el momento del dolor pero también en el de la alegría, porque siempre en el sufrimiento puede haber felicidad, cuando hay amor por medio.
Si había que celebrar una fiesta de cumpleaños, él era el primero en animarse para acercar la figura amable, alegre y sonriente de Nuestro Señor a los enfermos. Todos recordamos el mítico cumpleaños de nuestro paciente Mateo, cuando don José matriculó la silla de ruedas y nos animó a mover Roma con Santiago para organizarle un tablao flamenco en la sala del hospital. Ver la sonrisa imborrable de un paciente con ELA que va a morir al ver a los excepcionales artistas de Fundación Casa Patas actuando es una experiencia increíble, inolvidable.
Así se nos ha ido don José en esta epidemia, por cuidar de un voluntario que había enviudado recientemente y necesitaba compañía, socorro que él le prestó. Fue antes de las medidas de cuarentena y de saber siquiera que nuestro voluntario Fermín estaba enfermo.
Algunos dirán que fue mala suerte. Pero decía hace unos días mi amiga Erika Montalbán, en las páginas de ABC, que el hecho de que nuestro don José se haya ido, contagiado por amistad, y en la antesala del duelo santo, tiene un sentido. Yo no podría haberlo dicho con palabras mejores. Querido don José, patrono de la sonrisa y del buen humor, intercesor de la amabilidad y de la palabra siempre a tiempo, de la broma oportuna y de la reflexión profunda, de la ternura y del buen hacer callado, alegre y generoso. Capellán de Laguna. Gracias por todo. Siempre le recordaremos.
Don José Ruiz escribió para las páginas de Alfa y Omega el vía crucis del año 2019: