El coronavirus no para la adoración perpetua: «No podemos poner al Señor en cuarentena»
Los adoradores de las capillas de adoración perpetua de toda España están viviendo la situación de confinamiento por coronavirus como una prueba, pero también como una oportunidad de mostrar su amor al Señor, o bien manteniendo sus turnos desde casa, o bien yendo donde es posible a adorar al Santísimo. Al final, «todo esto va a aumentar nuestro deseo del Señor, de recibirle y estar con Él», dice un adorador
«Suspensión temporal de la capilla de adoración perpetua»: cuando llegó este mensaje al móvil de Nacho Calderón, «fue un mazazo. Me dio mucha rabia y me eché a llorar. Pensé: «No pueden hacernos esto». Para los que somos adoradores desde hace años, dejar de ir a la capilla es un palo muy fuerte».
Adorador en la madrugada del sábado en la capilla de adoración perpetua de Tres Olivos, al norte de Madrid, Nacho recibió mal la noticia del cierre de la capilla, pero acogió con ilusión la indicación: «Aunque se suspende la capilla, no se suspende la oración. Los turnos van a seguir funcionando desde casa, cada uno solo o en familia puede hacer su turno de oración ante una imagen del Señor, de la Virgen, rezando en silencio, la liturgia de las horas, el rosario, novenas o meditaciones espirituales. Que siga esta cadena de oración y que se unan muchos más desde casa en estos momentos que no podemos velar directamente con nuestro Alimento Eucarístico y rezar por los afectados, fallecidos, familias y personal sanitario».
De este modo, con la adoración física suspendida, los turnos se siguen manteniendo en Tres Olivos, cada uno desde casa. De hecho, Nacho tiene experiencia en adorar a distancia. Por su trabajo, tiene que realizar frecuentes viajes al extranjero, por lo que cuando llega su turno se conecta a cualquier canal de YouTube con adoración perpetua. «Me suelo conectar con una parroquia en Estados Unidos. Es una maravilla porque aunque es a través de una pantalla, sé que es el Señor el que está ahí, en vivo, y es lo más cercano que puedo estar con Él».
Así, cuando llega su turno estos días de confinamiento «me pongo delante del Señor y le adoro. Y no solo cuando me toca, sino que estos días en casa nos conectamos a menudo. Colocamos al Señor en medio de nosotros a través de cualquier dispositivo y Él nos preside, nos alienta y nos ayuda».
¿Cómo es adorar en tiempos de coronavirus y confinamiento? «Cada día es distinto –asegura Nacho–. Hay veces en que yo hablo mucho, hay otras en las que Él habla mucho, como cuando aún no se había desatado todo esto. Echo mucho de menos su presencia física, pero Él está, sigue estando. Lo mismo que echo de menos la Comunión sacramental, sabiendo que la espiritual es maravillosa. Pero, como ha escrito una persona de mi grupo: «Jesús mío, seguiré adorándote. Donde quiera que esté, en cualquier lugar que me encuentre y bajo cualquier circunstancia»».
Nacho opina que toda esta situación «nos va a ayudar mucho a la vuelta. Todo esto está aumentando nuestro deseo del Señor, de recibirle y estar con Él. Vamos a apreciar mucho más lo que es la Misa, el privilegio enorme de comulgar, y de tener al Señor delante de ti en la adoración».
«La gente necesita estar cerca del Señor»
El padre Justo Lofeudo, impulsor de la mayoría de capillas de adoración perpetua que hay en España y muchas de las que hay en todo el mundo, cuenta a Alfa y Omega que «en muchos lugares del mundo algunas capillas se están manteniendo abiertas, sobre todo aquellas que tienen un tamaño que permite la distancia prudencial. Otras no, dependiendo de la decisión de sus obispos o de los párrocos. Sin embargo, en todas se ha pedido a los más ancianos y a los que pertenecen a algún grupo de riesgo que no vayan, por prudencia. Y aunque muchos de ellos querrían ir, esta indicación se está manteniendo».
Para el padre Lofeudo, «nada escapa al Señor, Él tiene todo en su mano. Tenemos que recurrir a Él. No podemos poner al Señor en cuarentena. La gente necesita estar cerca de Él en la adoración perpetua. Mientras puedan estar abiertas las capillas, hay que mantenerlas abiertas».
Es lo que sucede con una de las capillas de adoración perpetua que hay en España. A día de hoy se mantiene abierta con una restricción de aforo máximo de dos personas, y con una serie de normas que contemplan un metro mínimo de separación y el uso obligatorio de guantes, además de una limpieza diaria con lejía y la prohibición de acudir a quienes estén en grupos de riesgo o presenten síntomas.
Soy adoradora de las madrugadas, en un horario que por el hecho de ser sábado, casi siempre estoy sola. Por ello además de adorar hago limpieza de la capilla, pues en dos horas es más fácil que le pueda dedicar un tiempo para arreglarla.
Cuando estalló esta enfermedad, pensé que me vendría muy bien dedicarle más tiempo a la oración con el Señor, ya que allí yo me encuentro muy segura con Él, como que no me va a pasar nada, y además se iban a necesitar muchas oraciones. Sin embargo, al tener en mi entorno a varios contagiados, yo debía estar en cuarentena para no propagar la enfermedad. En principio, me supuso un golpe, ya no iba a poder disfrutar de su compañía. Veía que lo mismo le iba a poder pasar a más compañeros de adoración, con lo que el Señor no iba a estar tan bien cuidado.
Entonces vino la decisión por parte de los sacerdotes: se cerraba la capilla de adoración, que únicamente se cierra en los días que Jesús está en el sepulcro, hasta su resurrección. Dolorosa decisión, pero a mi modo de ver solidaria con la gente. La adoración la seguiríamos haciendo cada uno desde nuestras casas, en nuestro horario.
Fue entonces cuando me empecé a preparar mi rincón de oración y empecé a encontrar que la Iglesia no es el edificio únicamente. Que sí, allí está el Señor presente y físicamente, pero que en todas partes le puedes encontrar y que hay muchas formas de unirte en oración.
He descubierto grupos de WhatsApp de oraciones, en las que te recuerdan en cada horario las oraciones: ángelus, rosario, coronilla de la Misericordia…, además de misas en televisión, radio, YouTube, vídeos online por Facebook…
También he descubierto la adoración al Santísimo las 24 horas online. Yo no soy ningún hacha con la tecnología, por eso me costó, hasta que al final conseguí ponerla en la televisión. Primero la tenía en el teléfono. Qué alegría más grande me dio cuando lo conseguí.
Por supuesto que estoy deseando que se termine este confinamiento y se pueda volver a abrir la capilla, porque significará que se ha terminado esta pandemia y que volvemos a tener a Nuestro Señor, otra vez en persona. Serán momentos de gran alegría y podremos dar gracias a Dios y pedir por los que se hayan quedado en el camino y que estarán en el cielo con Él.
De toda esta situación, sacaré estos nuevos grupos que nos ayudan a mantener las oraciones vivas y que nos demuestran que no estamos solos, sino que hay mucha gente que todavía cree en Él, que no somos un corpúsculo perdido, y que nos podemos unir y estar en contacto a través de ese Internet, que también vale para el bien.