Sacerdotes ante el coronavirus: «Jesús no se ha escondido»
Miles de parroquias en España hoy están sin fieles por el coronavirus. ¿Cómo lo están viviendo los sacerdotes? Algunos están enfermos, otros se mueren por llevar al Señor a sus fieles pero no pueden hacerlo. Después de unos primeros momentos en los que los curas derrocharon creatividad e iniciativa a la hora de seguir con la actividad parroquial, hoy celebran la Eucaristía sin pueblo delante, pero con el corazón muy cerca de su gente
«Estas van a ser una Cuaresma y una Semana Santa diferentes, pero Dios también va a hablar», afirma Ramón Montero, párroco de la madrileña parroquia de Santa Rosalía. Y Dios está hablando, pero quizá no del modo al que nos tiene acostumbrados la vida litúrgica habitual de las parroquias. Con el culto público suspendido y las parroquias cerradas, Pablo Lamata, párroco de Nuestra Señora del Valle, afirma que «estos días a la gente le está costando mucho entender que para estar cerca de Dios no es necesario ir a la parroquia».
Sin embargo, Dios no se ha escondido. Alfredo Jiménez, párroco del Santísimo Cristo de la Victoria, está bendiciendo con el Santísimo a todo el barrio desde lo alto del campanario de la parroquia todos los domingos, y el día de San José también, una iniciativa que termina entre los aplausos de la gente desde sus casas. «La gente necesita tocar a Jesús —dice el párroco—. Subo al Señor a la torre para que se sientan muy cerca de Él, aunque Cristo no les deja nunca. Por suerte, esta torre es muy alta, y está en un lugar muy céntrico de todo el barrio. Muchísima gente puede verlo, y no paran de llegarme mensajes de agradecimiento». Esta iniciativa «ha tocado mucho el corazón, la gente se siente muy cerca de Jesús, algo muy necesario en estos momentos».
Para Alfredo Bada, de Nuestra Señora de Fuente del Fresno, «estos días de cuarentena están convirtiéndose en un continuo Sábado Santo: sin culto público, sin procesiones… Es una espera en la que no tenemos que perder la esperanza. Alguno incluso se ha convertido al ver las iglesias un Sábado Santo, por eso seguro que estos momentos difíciles darán fruto abundante», confía.
Mientras tengan fuerzas, ni siquiera el coronavirus puede parar el celo pastoral de algunos. Entre aquellos sacerdotes que están presentando los síntomas está Juan Merino, párroco de Santa María del Parque: «Esto es muy duro», declara, pero aunque no puede seguir con la pastoral habitual no renuncia a hacer «una parroquia virtual» utilizando el WhatsApp, desde donde cuelga avisos, homilías y oraciones para todos sus fieles, además de una bendición con el Santísimo grabada desde el patio para todos los parroquianos. Al mismo tiempo, ha seguido haciendo desde casa su programa La Buena Noticia, para Radio María.
Durante estos días, el SARCU, servicio sacerdotal de Madrid para urgencias nocturnas, está recibiendo más llamadas, porque «abundan las peticiones de confesiones y de unciones», desvela su coordinador, Pablo Genovés. Además, son numerosos los sacerdotes que se han presentado voluntarios para doblar sus guardias y hacer sustituciones en caso de que fuera necesario.
Jon García Escobar, párroco de Santiago Apóstol en Valdemoro, ingresado por coronavirus, ha mandado estos días un audio desde su habitación en el hospital a todos los sacerdotes pidiendo: «No abandonéis vuestras parroquias, no abandonéis vuestros altares, no abandonéis la Misa los que tenéis la suerte de celebrarla en el altar de la parroquia por vuestro pueblo, por vuestra parroquia».
Con la voz cansada por la enfermedad, desde su cama en el hospital Jon se abre y reconoce «quizá haber perdido un poco la cabeza», pero aconseja a sus hermanos en el sacerdocio: «sentaos en el confesionario y rezad un rato, enviando la absolución a tantos que se van a morir sin ella, con actos de arrepentimiento. Que les llegue esa absolución de su sacerdote».
Para García Escobar, esta situación «es una hora muy importante para nosotros los sacerdotes», y llama a la conversión al decir: «Somos unos imbéciles a los que nos encanta hacer grandes eventos evangelizadores y tener muchas cosas en nuestras parroquias, sobre todo si viene el obispo a visitarlas. Pero lo más grande que tenemos en las parroquias es el sacerdocio. Sed sacerdotes, no haced cosas, sino sed sacerdotes. Tenemos la oportunidad de serlo. Incluso yo que estoy en la cama, puedo ofrecer la vida sacerdotalmente por nuestro pueblo. Mucho ánimo. Con cariño os animo a vivir esta hora con un corazón muy alto, en los altares y en vuestras parroquias, dejándoos estremecer al veros con solo Jesucristo en vuestras manos. Que todo ese torrente de redención que brota de vuestras manos llegue a todos los fieles que nos han sido confiados».