«Esto es una aventura de amor escandalosamente alegre»
Álvaro Gangoso, de 22 años, es uno de esos jóvenes que hoy se pone el mundo por montera. Pertenece a Hakuna, «un milagro del que Dios se está valiendo para revolucionar la vida de muchas personas»
Aunque asegura haberse equivocado mil veces, reconoce que la educación que le dieron sus padres le ha marcado tanto que hoy puede decir que está en la Iglesia gracias a la fe que le han transmitido. Álvaro Gangoso, de 22 años, es uno de esos jóvenes que hoy se pone el mundo por montera. «Siempre he tenido el regalo de la fe. Desde niño he crecido en un ambiente cristiano, me he educado en un colegio de hermanos de La Salle y he recibido mis creencias a través de mis padres, que me han transmitido con mucha naturalidad que somos amados, que estamos aquí para ir felices al cielo. En ese caminar me he equivocado mil veces, y he aprendido a dejar las huellas de mis padres para abrazar por mí mismo la fe, amar sin ver, con todo lo que supone: seguir a Cristo y confiar en Él en momentos de alegría fervorosa, pero también en la noche, en el miedo o en la duda. ¡Y cómo me gusta!», asegura el joven. Y es precisamente por ello que, «a pesar de mis torpezas, procuro abrir los ojos a ese algo santo escondido detrás de los detalles más ordinarios de cada día, sabiendo que fallaré una y mil veces pero sin perder la tranquilidad». En su opinión, «a veces nos complicamos demasiado y perdemos lo esencial, yo el primero».
Desde hace unos años, el joven pertenece a Hakuna, uno de esos soplos renovadores del Espíritu que están armando mucho lío en España y que tiene como protagonistas a los jóvenes y la música. «Lo conocí yendo a una hora santa en Comillas, durante un verano. En tiempo de vacaciones celebran las horas santas en lugares de veraneo. Salí de allí pensando que pasaba algo muy fuerte. Luego nos fuimos a tomar unas cañas… Y así comenzó todo». Hoy por hoy, «Hakuna supone en mi vida una forma de vivir y compartir la fe y el ambiente donde Dios se me ha presentado como un pobre loco que solo sabe amar». «Es un milagro del que Dios se está valiendo para revolucionar la vida de muchas personas, transformándola en una fiesta, en vida vivida, celebrar la vida con mayúsculas», explica. Esta aventura que asumió hace pocos años le ha llevado ya a las periferias del mundo. «El verano pasado estuve el mes de julio en Kenia. En total fuimos 180 universitarios de toda España y nos repartimos en dos poblaciones del interior: Lodward y Eldoret. Nos repartíamos en grupos de compartiriado (así llamamos a los voluntariados) entre varios centros de acogida, de educación especial, orfanatos, escuelas, barriadas marginales, ambulatorios… Son voluntariados centrados en el trato personal, de igual a igual, más que en la mano de obra. Estoy convencido de que el poder transformador de ese contacto humano es muchísimo más reparador. Además teníamos actividades propias de Hakuna: charlas, horas santas, Misas, fiestas, excursiones…».
«Me bloqueé»
En apenas unos meses Hakuna llevará a otras 200 personas a Guadalajara y Tapalpa, en México, y a Salta y Buenos Aires, en Argentina. Al hablar de la aventura en África, Gangoso admite que no puede evitar hablar de «la frustración e impotencia que me sobrevino el primer día de voluntariado, pues estoy seguro de que a alguien le puede ayudar». Recién llegados, «fuimos a limpiar la ropa en un centro de niños con discapacidad». «Estaban muy mal atendidos, aunque hacían lo que podían con los medios que disponían. Allí me encontré con una niña con discapacidad que, en lugar de acudir a la llamada a comer, se había quedado sola, escondida, tirada en el suelo, rodeada de moscas y comiendo sus propias heces. Me bloqueé. A veces vamos a estos lugares con muy buena intención, creyendo que somos santa Teresa de Calcuta, pero admiras a los santos como ella cuando compruebas tu debilidad para afrontar este tipo de situaciones».
Sobre lo que piensan quiénes están a su alrededor, dice que «me atrevo a pensar que reconocen en lo que gasto mi tiempo algo admirable». «Ven que lo que hago me hace feliz y que es verdadero, y la verdad siempre tiene una fuerza especial». Además, está convencido de que «se avecina una primavera del Espíritu Santo». «El papel fundamental lo jugamos los laicos. Cada cristiano tiene un poder transformador arrollador cuando se abre al misterio de Dios y se deja abrazar por Él. Tenemos que creernos que estamos llamados a disfrutar de este mundo más que nadie y a seguir con pasión a Cristo, y que esto es una aventura de amor escandalosamente alegre».