Yolanda Zuriarraín, médico paliativista: «Un paciente terminal lo que necesita son recursos»
La doctora Yolanda Zuriarraín es médico paliativista. Lleva más de una década dedicada a cuidar de las personas al final de la vida. Por sus manos han pasado miles de pacientes a los que ha asistido y acompañado hasta el último suspiro. Y coincide en que todos ellos tienen un último deseo: que no los abandonen
Mucha gente piensa que a un hospital de cuidados paliativos vienen las personas por las que «ya no se puede hacer nada».
Hay enfermedades incurables, pero no incuidables. A todas las personas se las puede cuidar, acompañar y asistir hasta el final. En primer lugar, hay mucho que hacer en la labor de atender el dolor, un dolor que no es solo físico. Cuando una persona enferma dice «me duele», no se refiere solo al dolor físico, sino a la angustia, a la soledad, al miedo.
Cuando empecé en este camino de los paliativos, iba con mi manual de instrucciones de médico que sabía todo lo que tenía que saber para hacer frente al dolor, controlar los síntomas… la medicina del siglo XXI es muy eficaz en este campo. Pero mi primera pregunta a un paciente fue: «¿Qué le duele?» y él me dijo: «El alma». Eso me enseñó que la medicina paliativa es algo más holístico. Por eso, el médico hace mucho más que inyectar morfina; se enfrenta al dolor de la persona que sufre.
En una sociedad como la nuestra, en la que al médico se le enseña solo a curar y que la muerte es un fracaso, ¿por qué dedicarse al final de la vida?
Mi trabajo cada día me enamora más. Con los años he aprendido que los pacientes y las familias te enseñan tanto… amo mi profesión porque recibo mucho más de lo que doy. Muchas veces me dicen: «Si es que se te mueren todos». Pero yo pienso que mi objetivo es aliviar hasta el final y acompañar. A mí me han dicho: «He disfrutado de mi madre hasta el último momento», y esa es mi mayor recompensa.
¿Qué le suelen pedir los pacientes y los familiares que atiende?
Los familiares me suelen decir que no quieren que el enfermo sufra. Y yo siempre les digo: «No os preocupéis, que yo estoy en vuestro equipo». Y cuando preguntamos a los pacientes qué más podemos hacer por ellos, nos dicen: «Lo que estáis haciendo». El enfermo sabe que, si necesita compañía, le van a coger de la mano. Y si sus familiares necesitan alguna ayuda económica o social, se van a poner todos los medios para que la tengan.
Frente al sufrimiento, ¿qué pueden hacer los cuidados paliativos?
Un paciente con una enfermedad avanzada lo que necesita es que le facilitemos los recursos para una vida mejor. Unos cuidados, una atención, un acompañamiento que le garanticen a él y a su familia que no va a estar desatendido a lo largo de su enfermedad. Eso es lo que hacen los paliativos, no dejar solas a las personas. Buscamos soluciones creativas que ayuden a los enfermos, muchas veces a pesar de la falta de recursos que serían necesarios. Porque la realidad es que faltan recursos sociales, y médicos especializados; hay muchas deficiencias, por desgracia. Solo la mitad de los pacientes que necesitan paliativos los reciben. Por otro lado, no alargan la vida de las personas, la ensanchan. Hacen que las personas puedan vivir con calidad de vida momentos únicos: pedir perdón a seres queridos, rectificar errores, casarse, cumplir sueños. Son momentos entrañables, especiales, únicos.
Yolanda, ¿por qué crees que no se apuesta por una ley de cuidados paliativos que garantice que todo el mundo reciba los cuidados que necesita?
Pues no lo entiendo, la verdad. Ahora mismo, necesitamos paliativos, un abordaje de amor que adecúe el tratamiento a las necesidades del paciente. Esto supone que no se hagan pruebas invasivas e innecesarias. Con un presupuesto inferior al 1 % en las comunidades autónomas se pueden implementar muy buenos cuidados paliativos, y ahorramos costes en pruebas innecesarias que además dañan al paciente. Debemos formar mejor a los médicos, especialmente a las futuras generaciones, para hacer una medicina humanística que tenga muy en cuenta los valores del paciente, que sepa acompañar y escuchar, y también comunicar malas noticias, que muchas veces es una de las cosas más difíciles de la medicina. Necesitamos más facultades que formen en paliativos.