El Papa: «Un momento de ira puede arruinar la relación con un hermano, a veces sin remedio»
Francisco reflexiona durante la audiencia sobre la mansedumbre, que «se manifiesta en los momentos de conflicto. Cualquiera puede parecer manso cuando todo está tranquilo, pero ¿cómo reacciona bajo presión si es atacado, ofendido, agredido?»
Alegato del Papa por la paz, la mansedumbre y en contra de la ira y la violencia. Es la reflexión que ha hecho Francisco este miércoles durante la audiencia general, que ha versado sobre la tercera de las ocho bienaventuranzas: Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Y lo primero que ha subrayado el Pontífice ha sido la supuesta contradicción entre el concepto de mansedumbre y el de la posesión de la tierra. Son dos términos que «parecen incompatibles» porque «la posesión de la tierra es el ámbito típico del conflicto. A menudo se lucha por un territorio, para conseguir la hegemonía de una determinada zona. En las guerras, el más fuerte prevalece y conquista otras tierras», ha asegurado.
Pero el verbo por el que los mansos accederán a la tierra no es «conquistar», sino «heredar». Los mansos heredarán la tierra prometida. De esta forma, «el manso hereda el más sublima de los territorios», que es el cielo, ha explicado el Santo Padre.
No es, sin embargo, la actitud pasiva de quien espera recibir lo que le corresponde. No, «el discípulo de Cristo ha aprendido a defender» la tierra con «su paz, su relación con Dios, sus dones»; y lo hace a través de «la misericordia, la fraternidad, la confianza, la esperanza».
Mano en momentos de conflicto
En una segunda reflexión, Francisco también ha subrayado que «la mansedumbre se manifiesta en los momentos de conflicto» y «se puede ver por la forma en que se reacciona a una situación hostil. Cualquiera puede parecer manso cuando todo está tranquilo, pero ¿cómo reacciona bajo presión si es atacado, ofendido, agredido?».
En este sentido, ha puesto de ejemplo a Jesús, cuya «mansedumbre se ve con fuerza en su pasión: no respondió ni amenazó, porque se confió al que juzga con justicia», ha recordado el Papa.
Pecado de ira
El Pontífice ha querido concluir la audiencia general alertando contra el pecado de la ira, «un gesto violento cuyo impulso todos conocemos. ¿Quién no se ha enfadado alguna vez? Todos», ha afirmado Francisco, al mismo tiempo que ha advertido de que «un momento de ira puede destruir muchas cosas. Se pierde el control y no se valora lo que es realmente importante, y se puede arruinar la relación con un hermano, a veces sin remedio. Por la ira, tantos hermanos no se hablan, se alejan uno del otro. Es lo contrario de la mansedumbre. La mansedumbre reúne, la ira separa».