El cardenal Dolan concluye una visita a Cuba para construir puentes
A pesar de la marcha atrás que ha dado la Administración Trump en el acercamiento a Cuba, en la isla sigue habiendo «signos de esperanza» para la libertad religiosa. El arzobispo de Nueva York concluye este miércoles una visita al país comunista para impulsarlos y promover la comunión en vez de los muros
«Somos vecinos y los gobiernos tienen tensiones, pero los pueblos se aman». Con estas palabras explicaba el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, el sentido de su estancia en Cuba, que termina este miércoles. En declaraciones a Associated Press, subrayó que el pueblo cubano y el estadounidense «esperan puentes en vez de muros, esperan la reconciliación».
Durante su visita a la isla caribeña, el arzobispo de Nueva York se reunió el martes con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. Fue precisamente Díaz-Canel quien había invitado al prelado estadounidense a viajar a Cuba, después de que ambos se reunieran en 2018 en Nueva York. A la invitación se sumó la Conferencia Episcopal Cubana. «¿Cómo iba a decir que no?», se preguntaba Dolan en un vídeo subido a las redes sociales en vísperas de su viaje, el 7 de febrero.
En el mismo mensaje, se hacía eco de las «razones para la esperanza» que llegan de la isla, relativas a una «mayor libertad religiosa» en un lugar donde «la Iglesia ha sufrido». «Me dijeron que si iba y estaba de visita, para rezar con ellos, visitar sus santuarios» y otras realidades de la Iglesia y también encontrarse con el presidente, «sería un gran impulso».
Un día de viaje por las sanciones
La presencia de un cardenal estadounidense, la figura eclesiástica de más alto rango de ese país que pone un pie en Cuba en bastante tiempo, se ha producido en un período de renovada tensión entre la isla comunista y su vecino del norte. El Vaticano y el cardenal cubano Jaime Ortega, arzobispo de La Habana fallecido en julio de 2019, jugaron un importante papel en el acercamiento que se vivió durante el Gobierno de Barack Obama. Esta distensión llevó al restablecimiento de relaciones diplomáticas y a la reapertura de sus respectivas embajadas en 2014.
Pero muchos de estos avances se congelaron o revirtieron cuando Donald Trump llegó a la Casa Blanca. Y el cardenal Dolan ha vivido en primera persona, durante su visita, algunas de las consecuencias. Su viaje desde Nueva York a Santiago de Cuba, que hace unos meses apenas habría durado unas horas, se prolongó un día entero.
Al eliminarse los vuelos comerciales a todos los puntos de la isla excepto la capital, tuvo que volar a La Habana; allí esperó durante horas una conexión, pues las reforzadas sanciones estadounidenses han causado una gran escasez de petróleo e importantes recortes en los vuelos internos. Por el mismo motivo se vio obligado a regresar a La Habana, un día después, en coche. Un trayecto que le ocupó otro día entero.
«Somos una única familia»
«Fue un viaje largo y difícil. Pero cada viaje es difícil, especialmente el viaje de la vida», reconoció el cardenal el día 8, en su primera parada: el santuario de la Virgen de la Caridad de El Cobre. Aunque el programa incluía visitas, entre otros lugares, a una residencia de ancianos en Camagüey, a la Universidad de La Habana y a la catedral de la capital, que la visita comenzara en El Cobre se debe al hecho de que «somos una única familia en la Iglesia. Al llegar a Cuba, queríamos venir a la casa de nuestra Madre», compartió en inglés, mientras le traducía al español su obispo auxiliar Octavio Cisneros, de origen cubano.
Su anfitrión en el santuario, monseñor Dionisio García Ibáñez, arzobispo de Santiago de Cuba y presidente de la Conferencia Episcopal, compartió con Catholic News Service que los cubanos presentes en el santuario habían escuchado sus palabras con profunda gratitud. «Y eso dice mucho» en el marco de una visita planeada como «un símbolo especial de comunión».