No es verdad 866 - Alfa y Omega

Échenle un vistazo a la viñeta que ilustra este comentario. El mismo humorista, Ricardo, ha publicado otra, hace poco, en la que se ve al Presidente del Gobierno de España sentado en su poltrona viendo pasar el Fin de Año y comentando para sus adentros: Sabía que si me quedaba quieto el año terminaría pasando. Pues sí, el 2013 terminó pasando y el 2014 también pasará, pero en España sigue habiendo casi 6 millones de parados y ha sido publicado, y no desmentido hasta ahora, que el PP quiere hacer dormir el proyecto de Ley del aborto hasta después de las elecciones europeas, de momento. A ver si pasan también; a ver si va pasando todo y no pasa lo que tiene que pasar. Y mientras esperan y nos hacen esperar a todos a ver si pasa o no pasa, niños indefensos e inocentes siguen siendo asesinados en el vientre de su madre y una sola vida aniquilada y destruida vale más que todas las elecciones y todos los partidos políticos juntos. La Secretaria General del PP ha afirmado, en la COPE, sobre la futura Ley del aborto que está «del lado del sentido común, una posición sensata que casa muy bien con lo que piensa la mayoría de los españoles». Pues ¡qué alegría tan grande!, porque lo que hace falta saber es si lo que piensa la mayoría de los españoles es correcto, o es una barbaridad, es moral y éticamente aceptable, o es miserablemente deleznable. Y va siendo hora de que tanto insensato, con sus cómplices y consentidores, reflexionen, si son capaces, y entiendan de una vez que la política es para la vida y no al revés.

Tanto el señor Presidente del Gobierno como el líder del principal partido de la oposición se dedicaron, hace unos días, en el Congreso de los Diputados, al intelectual ejercicio de recordar citas bíblicas. A estos biblistas, como los ha calificado Juan Manuel de Prada, más les valiera dejarse de citas bíblicas y lograr que ni una sola vida de un ser humano indefenso e inocente sea aniquilada en España.

El País ha dedicado una página a la noticia de que Aragón promociona un concurso antiabortista entre escolares, una competición de cortos que premia al que mejor argumente la defensa de la vida del no nacido. Lo titula y comenta en plan irónico porque, claro, hasta ahí podríamos llegar: ¡Qué descaro, qué desfachatez premiar a quien mejor argumente la defensa de la vida del no nacido!, cuando aquí una mayoría de insensatos lo que trata de argumentar es la defensa de la muerte del no nacido. Mientras tanto, la Generalidad de Cataluña, tan sobrada ella de euros de los que todos aportamos, subvenciona con 156.139 euros a entidades que promueven talleres sexuales, publicidad de clínicas abortistas y portales de contactos; y abochorna el nivel de civilización de esas compañeras a las que lo único que parece interesarles es su derecho a gozar de la vida porque, según ellas, a los que hay que atender es a los ya nacidos. Repugna tanta insensibilidad e indignidad.

A todo esto, revistas tan deslumbradoras como Time lo llaman en portada The mindful revolution y Multitasking culture, o sea revolución de las mentes y cultura a todo trapo. Y un Presidente francés, socialista él, aunque educado en colegios cristianos, a los pocos días de aparecer en las portadas de los medios como alguien a quien la fidelidad matrimonial le importa un pimiento, se va a ver al Papa porque dice que es una audiencia útil.

A todo esto también, don Mariano Rajoy, por fin, se ha ido a Cataluña a decir lo que un Presidente de España tiene que decir allí con todas las letras. Lo único que se pregunta el españolito de a pie es por qué eso no lo hizo hace año y medio, cuando quizás se podían evitar cosas que hoy ya no parecen tan evitables y que, por cierto, no ha explicado cómo las va a evitar. A lo cual, el impresentable Mas sonríe y pregunta si se puede tener un plan para Cataluña sin tener en cuenta al 70 % de la población catalana, porque eso es despotismo ilustrado. Oiga usted: ¿y qué clase de despotismo es tramar una secesión del territorio nacional, sin tener en cuenta al 98 % de la población española? ¿Eso qué es: despotismo? ¿O cómo lo llamamos? Ya sé que hay catalanes que se sienten lo que son: españoles, y que no tienen por qué pagar el pato de que se les corte el grifo de las dádivas y subvenciones, pero lo menos que se puede pedir es que se controle adonde va el dinero que les damos para que no vaya a dónde no tiene que ir.