Inteligencia artificial contra el suicidio juvenil
En una sociedad donde el guasap se ha impuesto a la llamada telefónica y donde los jóvenes se expresan en redes sociales, el Teléfono de la Esperanza ha visto limitada su capacidad de ayuda. El algoritmo Code of Hope, que detecta el comportamiento en Twitter de personas con depresión de alto riesgo para prevenir un posible suicidio, se ha convertido en el Teléfono de la Esperanza del siglo XXI
Llevaba una vida perfecta. Comidas en restaurantes de lujo, viajes a París, paseos en barco, conciertos con amigas… pero todo se desvaneció cuando la modelo e influencer, de 27 años, se ahorcó con una sábana en su casa de Majadahonda hace ahora dos años. El suceso conmocionó a los cerca de 300.000 seguidores de la joven, que no se explicaban cómo alguien con una vida de color de rosa se suicidaba. Pero ella misma había revelado semanas antes, en Instagram y WhatsApp, los sentimientos que posteriormente le abocaron a quitarse de en medio. En un vídeo en Instagram que tan solo estuvo disponible unas horas –no se podía permitir dejarlo de forma permanente, su reputación de chica feliz que esperan las marcas comerciales se hubiera ido a pique–, la joven confesó entre lágrimas que su vida no era tan perfecta como aparecía en las fotos y que su trabajo consistía precisamente en idealizar su día a día. De hecho, la modelo grabó el vídeo desde el aparcamiento del concierto al que decía en sus redes sociales que había acudido con amigas. En realidad, había asistido sola, con su fotógrafo, para buscar la imagen perfecta y simular una vida de ensueño. La segunda voz de alarma llegó en forma de guasap. Fue uno de los últimos que envió antes de morir. Se lo escribió a una amiga a la que le confesaba que era «todo fachada» y que se sentía «sola».
En el mismo año, el 2017, otros cerca de 300 jóvenes se suicidaron en España según el Instituto Nacional de Estadística, lo que representa un 9 % más que el año anterior. De hecho, en este segmento de la población, el suicidio es la principal causa de muerte, solo por detrás de los tumores. A este ascenso parece haber contribuido, de alguna forma, el abuso en las redes sociales. Según un estudio llevado a cabo en el hospital universitario Sainte-Justine de Montreal, en Canadá, existe una conexión entre el tiempo que los adolescentes pasan en la redes sociales, o viendo la televisión, y el aumento de los síntomas de depresión.
Sin embargo, comparado con el total de suicidios en España –3.679 personas muertas–, los casos que afectan a la gente joven (hasta los 29 años), tan solo representan el 10 % del total. A pesar de ello, en la ONG Teléfono de la Esperanza, fundada en 1971 por el hermano de San Juan de Dios Serafín Madrid y que se dedica, entre otras cosas, a prevenir el suicidio, están preocupados por estas cifras porque «hemos constatado con inquietud que la gente joven ya no llama por teléfono. Eso hace que nuestra capacidad de ayuda en este rango de edades se vea limitada de alguna forma», reconoce el secretario general de la ONG, José María Sánchez Orantos, en conversación con Alfa y Omega. Hoy la juventud española se desenvuelve principalmente en un contexto digital, donde la llamada telefónica ha perdido relevancia y ha dejado paso a las notas de voz y a los mensajes en WhatsApp, Twitter y otras muchas redes sociales.
Un puente digital entre los jóvenes y la ONG
Esta distancia relacional y comunicacional entre el Teléfono de la Esperanza y los jóvenes, se ha visto acortada por un puente digital en forma de algoritmo que han construido de forma altruista entre las empresas Publicis España, WYSIWYG* y AP Exata, y que permite identificar perfiles en las redes sociales con síntomas de depresión de alto riesgo.
«Todo surgió de un miembro de nuestro equipo que se quedó impactado ante el mensaje de desesperación que un joven había lanzado en redes sociales antes de suicidarse», explica Paco Mendoza, CEO de Publicis España. «Aquel chico había gritado al mundo, a través de internet, por lo que estaba pasando y la sociedad no había sido capaz de identificarlo. Precisamente, nosotros siempre decimos que la revolución digital, cuya parte comercial trabajamos mucho, siempre tiene que ayudar a las personas. Por eso, decidimos actuar».
Comenzó entonces el desarrollo de la inteligencia artificial Code of Hope (Código de la Esperanza), que detecta el comportamiento de personas con depresión de alto riesgo para prevenir un posible suicidio. Pero para su implementación, el algoritmo no debía señalar solo determinadas palabras. «En un idioma como el nuestro, en el que manejamos la ironía y muchos otros recursos que cambian el significado de las palabras, debíamos ir un paso más allá para no equivocarnos en la detección de un problema como puede ser una señal de aviso ante el suicidio», subraya Mendoza. Por eso, siguiendo una teoría desarrollada por el psicólogo Robert Plutchik, «empezamos a mezclar determinadas palabras con manifestaciones textuales de determinados sentimientos y así tratar de detectar y descartar la ironía para centrarnos en quien se encontraba en un problema de verdad».
Cuando el Code of Hope estuvo listo, el último paso fue la implementación del nuevo sistema en la ONG. Tal y como explican desde Publicis España, se hizo de la siguiente manera: se creó un patrón de aprendizaje a partir de perfiles de suicidas y sus últimas publicaciones en las redes sociales. Con ese patrón, el algoritmo analiza las últimas publicaciones de diferentes usuarios e identifica perfiles que hayan mostrado las mismas señales. Después de esta primera fase, un bot instalado en la cuenta de Twitter de Teléfono de la Esperanza sigue automáticamente el perfil señalado y le muestra al usuario el siguiente mensaje: «¿Hablamos? No estás solo». Seguidamente, se invita a la persona a acceder al DMCard, una nueva tecnología de Twitter que permite un chat virtual con voluntarios de la institución. Tras esta interacción, el algoritmo sigue analizando durante un tiempo a los usuarios identificados. Si su estado emocional mejora, pasará a stand by, de lo contrario, se generará un informe que se enviará al Teléfono de la Esperanza para poder intervenir a tiempo.
El código se empezó a utilizar en noviembre de 2018 y en sus primeros seis meses de funcionamiento analizó un millón de perfiles e identificó a 300 de ellos como de alto riesgo. Todos ellos han sido contactados, escuchados o tratados.