En Navidad no acogemos «a un personaje de cuentos, sino a un Dios que nos busca y nos implica»
En el tercer domingo de Adviento, el Papa Francisco ha bendecido a los bambinelli y ha aprovechado para impartir a niños y padres una catequesis sobre las fiestas que se acercan. En ellas, pidió no distraerse con «cosas exteriores»
Como cada año, a pocos días de la Navidad, miles de niños se han acercado hasta la plaza de San Pedro con las figuras del Niño Jesús que pondrán en su belén, para que el Papa las bendiga. Es una antigua tradición romana navideña. Tras el ángelus de esta mañana, el Papa ha bendecido miles de bambinelli, niños Jesús de todos los tamaños y materiales.
Ahora los pequeños las guardan con cuidado hasta la misma Nochebuena, que es cuando en Italia puede completarse el pesebre. Hasta ese día la cuna o el pesebre deben aparecer vacíos. «Saludo a quienes han venido con figuras del Niño Jesús para el belén. ¡Levantadlas!», les ha pedido. En ese momento, la plaza se ha convertido en un mar de manos alzadas con estatuas del belén. «Las bendigo de corazón», les ha dicho. Luego les ha hecho una petición: «Cuando en Navidad lo llevéis hasta el pesebre, rezad por mí».
El Papa ha aprovechado para explicar a los niños y a sus padres el significado profundo de la Navidad. A pocos días de Navidad, el Papa ha recordado que esta fiesta no consiste en «acoger a un personaje de cuentos, sino a un Dios que nos busca, nos implica y nos obliga a tomar una decisión». Según Francisco, «el Niño del pesebre tiene el rostro de nuestros hermanos más necesitados, de los pobres, que son los privilegiados de este misterio y, a menudo, los más capaces de reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros».
La Iglesia católica celebra estas semanas el periodo de Adviento, unas semanas de preparación espiritual antes de la Navidad. El Papa recordó que son días en los que se alterna la alegría con la «conciencia de que la existencia incluye momentos de duda en los que cuesta creer». En el momento de la prueba, dice el Papa, Dios invita a mirar más allá, a «sentir en el corazón la potencia de su promesa y de su anuncio de salvación».
Recordó que, como enseña la Navidad, Dios no se manifestó de un modo prepotente o espectacular, sino en la sencillez de un establo y de una familia pobre. «También a nosotros se nos pide que reconozcamos el rostro que Dios quiso asumir en Jesucristo, un rostro humilde y misericordioso». Por eso, antes de marcharse, pidió a los cristianos que en estos días no se distraigan con «cosas exteriores», para hacer espacio a ese Niño Jesús que cada niño romano llevará en nochebuena a su pesebre.