@israeldej94, periodista nicaragüense: «Convertí mi cuenta de Twitter en altavoz contra la dictadura»
Las redes sociales se pueden utilizar de forma frívola, como entretenimiento, como fuente de información, como instrumento de trabajo… En el caso de Israel González Espinoza (Managua, 1994), convirtió sus perfiles en Twitter y Facebook en una afilada pluma estilográfica digital que lanzó a golpe de periodismo contra el régimen de Daniel Ortega y su política represiva –que ha causado más de 300 muertos en Nicaragua–. «Las redes sociales se convirtieron en un lugar donde refugiarse y desde el que denunciar los actos represivos del Gobierno», asegura este periodista nicaragüense que ha tenido que huir de su país por las amenazas y ha solicitado asilo político en España
¿Cómo se convirtió una red social en una herramienta contra la dictadura?
La clave fue la campaña propagandística en el curso 2016/17 por parte del régimen de Daniel Ortega, que ellos llamaron restitución de derechos, y que les llevó a poner wifi en los parques públicos de toda Nicaragua. Cuando estalló la crisis, se censuró a los medios de comunicación tradicionales y la gente se refugió en Twitter. Allí se informaba de lo que estaba pasando, se denunciaban los actos represivos por parte de los órganos de seguridad del Estado y se promovieron muchas de las manifestaciones que se sucedieron a lo largo de los primero meses de la crisis.
Hablas de censura en los medios tradicionales.
Sí. Por ejemplo, recién iniciadas las protestas, el mismo día 19 de abril, el régimen de Ortega, por medio del órgano que controla las licencias de radio y televisión —TELCOR—, ordenó a los dueños de las empresas de cable, de televisión por suscripción, que sacaran del aire a cinco canales de televisión independientes, incluyendo al canal de la Iglesia católica.
En Nicaragua hay todo tipo de acoso y censura contra los medios independientes. Se les impide la cobertura de ciertos temas o se les retienen sus materias primas. Por ejemplo, hace un mes cerró el periódico El Nuevo Diario, después de 40 años de historia, por la crisis económica y por la falta de insumos —materias primas— como el papel o la tinta. Y el único diario que se está editando actualmente, La Prensa, ha informado que tiene material hasta mediados de noviembre. En este contexto, las redes sociales han crecido exponencialmente. Como en mi caso, que pasé de cerca de 2.000 seguidores a casi 11.000.
¿Qué motivó este crecimiento en tu cuenta?
El crecimiento fue en paralelo al giro en el tipo de información que empecé a publicar. Antes de las crisis, me limitaba a hablar de temas religiosos. Es el área que venía cubriendo durante toda mi carrera periodística. Pero con la crisis, comencé a hablar de las violaciones de derechos humanos, convertí mi cuenta en un altavoz contra la dictadura, empecé a denunciar lo que estaba sucediendo en el país, las manifestaciones que se estaban dando y cómo el Gobierno quería silenciar todo este estallido social, que algunos definen como revolución ciudadana, que se estaba dando en Nicaragua. Y claro, con la censura de los medios, los ciudadanos empezaron a seguir individualmente por redes a los periodistas que estábamos informando.
¿Este giro te ha pasado factura de alguna forma?
He sufrido dos campañas de desprestigio fuertes en las redes sociales. Intentaban desacreditar mi labor como periodista y me reprochaban que como periodista especializado en temática socioreligiosa estuviera dando cabida en mis reportajes a las denuncias de violaciones de los derechos humanos.
La gota que colmó el vaso y por la que decidí exiliarme fue un intento de agresión que sufrí cuando iba por la calle con mi familia. Íbamos a bordo del vehículo familiar y al pasar por una zona frecuentada por ciudadanos pro Gobierno, nos lanzaron una piedra dirigida contra la posición en la que habitualmente yo me sentaba en el coche. Todo esto fue abonando mi decisión final de salir del país, sobre todo para no exponer a mi familia.
¿Y ahora sigue habiendo wifi en los parques?
No, lo han cortado. El Gobierno de Daniel Ortega mandó a retirar el wifi de todos los parques. Y hasta el día de hoy, la gran mayoría de los parques en Nicaragua continúan sin conexión a internet. Se volvió en su contra y decidieron cortarlo al darse cuenta del poder de las redes sociales. La gente se ha dado cuenta de que la información es poder.