Carmen de la Peña: «La relación de España con la Santa Sede es muy fluida»
El Palacio de España es una joya patrimonial en el corazón de Roma. Allí ha estado la representación diplomática de nuestro país ante la Santa Sede, la más antigua del mundo, desde 1622. «Si las paredes hablasen…», afirma Carmen de la Peña, embajadora desde hace poco más de un año, que abre a Alfa y Omega las puertas de su despacho para conceder la primera entrevista desde que accedió al cargo. A esta importante plaza ha llegado tras una exitosa carrera diplomática, ligada a África, donde ha sido embajadora y observadora ante la Unión Africana. Lideró más tarde la Dirección General para África. Antes de establecerse en la Ciudad Eterna estuvo en Berna como cónsul, ocupándose de 30.000 españoles. «Nunca había tenido la posibilidad de estar en un puesto consular, con lo que eso significa de contacto con los ciudadanos; era lo que le faltaba a mi carrera».
A Roma se ha traído todo ese bagaje para ser, como ella misma afirma, «correa de transmisión» entre España y la Santa Sede. «Pasamos los mensajes de los nuestros y explicamos cómo y por qué se hacen aquí las cosas. Me gusta esto, creo que es fundamental transmitir lo que hace la Santa Sede», asegura.
Cercana en el trato y precisa en las respuestas, en su despacho encontramos referencias a su tarea diplomática: el rostro de una niña africana que superará la treintena, la figura de un ratoncito que le acompaña a todos los destinos o una felicitación navideña de sus compañeros en Addis Abeba. Se emociona al recordarlos.
¿Qué balance hace de este primer año al frente de la embajada?
Sirve para establecerse en el puesto. Para mí es un gran honor servir a España, a mi país, ante la Santa Sede, y poder estar en la embajada más antigua del mundo, que se establece en el siglo XV, una embajada llena de contenido. El balance es muy positivo, ya que, con la Santa Sede, España mantiene una buena relación, muy fluida, que se basa en el respeto mutuo y en la cooperación. Son relaciones que abarcan cuestiones políticas, religiosas, culturales y de cooperación en diversos ámbitos. Por ejemplo, tenemos un programa llamado Conversaciones en palacio, que son diálogos entre una personalidad española y una vaticana para intercambiar puntos de vista. La última edición reunió al escritor Javier Cercas y al cardenal Ravasi. También tenemos presentaciones de libros, conciertos… Intentamos poner en valor tanto la parte española como la de la Santa Sede.
¿Es muy distinto el trabajo de embajadora en un lugar tan significativo como este?
Es distinto, porque es la embajada ante la Santa Sede. Eso significa que estoy acreditada ante el Estado del Vaticano, que es el más pequeño del mundo y, sin embargo, nos encontramos ante el mayor actor global, cuyo jefe del Estado es el Papa Francisco, el líder de más de 1.300 millones de creyentes. En la forma de trabajar es la diplomacia de siempre, pues se basa en las relaciones entre estados que vienen establecidas en el Convenio de Viena de 1961. Las funciones son las mismas: representar, informar, negociar, proteger intereses, cooperar…
Usted ha tenido una gran relación con África como embajadora, como observadora ante la Unión Africana y como directora general para África en nuestro país. ¿Cómo valora el trabajo de los misioneros en este continente?
Los misioneros, que siempre han sido un puntal de la Iglesia católica en el mundo, han realizado labores pastorales y sociales de gran envergadura en los países en los que trabajan. Sobre todo, porque están presentes en sectores clave como son el sanitario, el educativo, el del agua, el de la seguridad alimentaria o el de la formación profesional. Los misioneros españoles han aportado mucho a estos países. Han sido los primeros cooperantes. Son españoles y, por tanto, llevan su impronta española, su marca en la manera de hacer las cosas. En mis años de embajadora en África conocí a fondo estos países gracias a que he visitado las misiones donde había españoles. Muchas de esas misiones están en zonas periféricas, en las fronteras del país, en los lugares más desatendidos. Estoy muy agradecida a lo que me han aportado. Por otra parte, quiero congratularme de que el Ministerio de Asuntos Exteriores haya establecido de manera formal una especie de relación con los misioneros en África para implicarlos en un diálogo constructivo con las embajadas y poder así evaluar la situación en determinadas regiones y actuar en la diplomacia preventiva, para prevenir conflictos. Es una relación que va a enriquecer la diplomacia española, aunque estoy convencida de que todos mis compañeros destinados en África hemos tenido de facto esta relación con los misioneros.
¿Qué le parece que el Papa haya dado prioridad en sus viajes a países de la periferia, como él mismo dice? Por ejemplo, ya ha realizado cuatro viajes a África en los que ha visitado ocho países.
No soy quien para opinar, pues los viajes del Papa obedecen a unas necesidades concretas de la Iglesia. Pero si me pregunta a nivel personal, creo que el acompañamiento a los países africanos y aquellos países donde los cristianos son minoría es muy positivo tanto para los católicos de los países que se visitan como para la sociedad en su conjunto y las autoridades que gobiernan.
En este sentido, la Santa Sede también tiene un papel fundamental en el diálogo interreligioso. Usted ha servido en países como Catar o Yibuti. ¿Qué opinión le merece el trabajo que realiza la Iglesia, por ejemplo, en el mundo musulmán?
El diálogo interreligioso es fundamental en un mundo globalizado como el nuestro. Es fundamental transmitir un mensaje de cercanía y cooperación en aquellos principios de actuación que se comparten. Por otro lado, siempre es necesario el diálogo, hablar y compartir puntos de vista. Es la mejor forma de evitar el enfrentamiento. En Catar y en los países del Golfo, la Iglesia juega un papel fundamental. Además del diálogo, también realiza una misión pastoral muy importante, acompañando a los trabajadores extranjeros que se cuentan por centenas de miles y que trabajan en dichos países.
El Papa Francisco se ha convertido en un referente mundial en cuestiones como el medio ambiente, los derechos de los migrantes, la lucha contra la pobreza, la paz… ¿Comparte el Gobierno de España estas prioridades?
El medio ambiente es un tema clave de nuestro siglo. También la cuestión de los migrantes, la paz, la pobreza… Añadiría otro: la lucha contra la pena de muerte. Son cuestiones que la Santa Sede comparte con el Gobierno de España. Creo que dentro de la agenda social hay muchos puntos de coincidencia. También destacaría la aceptación del multilateralismo como la mejor forma para hacer frente a los desafíos actuales, que son muchos. El multilateralismo es un principio de actuación que compartimos con el Vaticano.
¿Afecta a una embajada como esta que el país lleve sin Gobierno tantos meses?
Puede afectar, pero como lo hace al resto de la Administración. En cualquier caso, el trabajo continúa. Nuestro trabajo es de continuidad, ejecutamos programas que ya existen, atendemos situaciones variadas y participamos en un sinfín de actividades.
Uno de los temas más polémicos de los últimos tiempos ha sido la exhumación de Franco. ¿Cómo ha sido el diálogo entre el Gobierno y la Santa Sede? ¿Se han resentido las relaciones?
Este tema, que ha sido muy mediático en España, no ha afectado a las relaciones. En absoluto. Sobre esta cuestión siempre ha existido un diálogo fluido entre el Gobierno de España y las autoridades eclesiásticas por diversos canales, y la Santa Sede siempre ha estado muy bien informada. Como es sabido, el Gobierno actuó con la aprobación del Congreso –no hubo ningún voto en contra– y según las sentencias de los tribunales. El Gobierno ha tenido un diálogo con las autoridades eclesiásticas competentes cuando ha hecho falta.
Otro de los temas de actualidad es la situación de Cataluña. ¿Cómo se ve este problema desde Roma? ¿Se habla de esto con los representantes de la Santa Sede?
El tema de Cataluña no es un tema de relaciones bilaterales. Se trata de un problema interno dentro de un Estado y que debe resolverse dentro del orden constitucional español. No obstante, me consta que la Santa Sede sigue con mucha atención todos los acontecimientos en Cataluña y que está muy bien informada. Le quisiera remitir al comunicado de los obispos catalanes sobre esta cuestión. Remito a los lectores a acercarse a ese comunicado.
Sea o no periodo electoral, la cuestión de los Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede siempre aparece. ¿Sigue siendo un instrumento válido?
Los Acuerdos con la Santa Sede son acuerdos internacionales, necesarios para encauzar las relaciones bilaterales entre dos estados. Es la competencia del Gobierno proponer una reforma de dichos acuerdos, si lo estima oportuno, a la otra parte. Le puedo decir a nivel personal que estamos en el siglo XXI, que han pasado bastantes años y que, posiblemente, las partes verán algunos temas en los que sería, a lo mejor, conveniente tratarlos o reflexionar sobre ellos, teniendo en cuenta la gran evolución que ha tenido la sociedad española en los últimos años. Eso es una competencia del Gobierno, que lo decidirá si le parece oportuno dentro del diálogo que mantiene con la Iglesia. Dentro de una lealtad y un deseo de cooperación.
En 2021 se celebra un Año Santo Compostelano y también el V Centenario de la Conversión de san Ignacio de Loyola. Sería una gran oportunidad para una visita papal. ¿Vendrá Francisco a España?
Sería estupendo que pudiera visitarnos y esas fechas son muy buenas, porque son dos hechos religiosos que marcan algunas de las contribuciones de España a la Iglesia universal. Tengo que decirle que, de momento, carezco de informaciones al respecto. De lo que sí estoy segura es de que el Papa Francisco irá a España cuando su agenda se lo permita y lo estime conveniente, y entonces será recibido en nuestro país de la manera más positiva posible por los españoles y por todas las instituciones. Hay un clamor español para que el Papa nos visite. España es un país muy cercano a Su Santidad.