Descansar es más importante que poder comprar
Se ha generalizado la costumbre de abrir en domingo. Esto ya no solo se limita a la restauración o al ocio, sino también a algunos centros comerciales y tiendas. Esto no ha supuesto un incremento de ventas como algunos auguraban, sino que las ventas semanales se reparten ahora entre siete días y no entre seis como antes. Uno se pregunta entonces: ¿qué hay detrás de esta apertura dominical que no trae más beneficios a los comerciantes y que perjudica a sus trabajadores que se ven impedidos de disfrutar con su familia el día que todos los demás están libres?
Creo que detrás de ello está la nueva religión del economicismo. Esta nos muestra un camino hacia nuestra salvación que pasa por el consumo, por la capacidad de comprar aquello que queremos. Los centros comerciales se convierten en los nuevos templos en los que puedo hacer realidad mis anhelos a través de la compra de bienes y servicios y, como toda religión, precisa de sus momentos de culto, de sus fiestas en las que se pueda alabar al nuevo Dios.
Por eso no solo hay fiestas periódicas consagradas al consumo y a las compras como son las navidades, el black friday, Halloween, las rebajas, san Valentín, el día del padre, de la madre, etc., sino que también los domingos hay que consagrarlos y permitir que la gente pueda comprar en ese día. Lo importante para todos es comprar y por eso es necesario que haya gente (los trabajadores) que sacrifiquen sus domingos para que otros puedan, realmente, cumplir con aquello que es lo más importante, comprar, adquirir bienes y servicios.
Aquellos que no seguimos la religión economicista y que pensamos que el descanso dominical con la familia es más importante que poder comprar en domingo, podemos posicionarnos no solo no comprando nada en días festivos sino comprando el resto de días en negocios que no abran el domingo. Esta política podría impulsar a darle importancia a las personas y a su descanso semanal en el mismo día que su familia.