Teólogos católicos y ortodoxos piden un diálogo profundo sobre «la unidad ortodoxa»
«Varias [iglesias ortodoxas] han criticado a ambos bandos del conflicto» entre los patriarcados de Constantinopla y Moscú por tomar «decisiones unilaterales que han desafiado la unidad panortodoxa», afirman los miembros del Grupo San Ireneo en el comunicado final de su encuentro anual
Un grupo de teólogos ortodoxos y católicos se ha hecho eco de las críticas vertidas desde varias iglesias ortodoxas contra los patriarcados de Moscú y Constantinopla por «tomar decisiones unilaterales que han desafiado la unidad panortodoxa». Para solucionar el cisma entre ambos patriarcados, que amenaza con agrandarse, los estudiosos afirman que es necesario un diálogo que aborde en profundidad «cuestiones eclesiológicas fundamentales, como la naturaleza del cisma y de la unidad ortodoxa».
Este llamamiento de los miembros del Grupo de trabajo conjunto católico-ortodoxo San Ireneo llegó de forma casi paralela al reconocimiento por parte de la Iglesia ortodoxa griega de la Iglesia ortodoxa ucraniana autocéfala y a la consiguiente ruptura del Patriarcado de Moscú con el de Atenas. El 12 de octubre, un concilio extraordinario de jerarcas de la Iglesia ortodoxa griega votó a favor de reconocer a la Iglesia ortodoxa ucraniana establecida este año.
La decisión se implementó el sábado 19, cuando en una celebración conjunta presidida por el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, y el patriarca griego, Jerónimo, se recitó al patriarca ucraniano, Epifanio, dentro de la lista de patriarcas con los que están en comunión (dípticos). El día 17, el patriarcado de Moscú había anunciado que si esto llegaba a ocurrir retiraría a Jerónimo de sus propios dípticos, como ya hizo hace un año con Bartolomé.
Un pronunciamiento relevante
El Grupo San Ireneo, establecido en 2004 y compuesto por 13 miembros ortodoxos y otros tantos católicos, incluyó sus reflexiones sobre las tensiones intraortodoxas en el comunicado final de su 16º encuentro, celebrado en Trebinje (Bosnia y Herzegovina) del 9 al 13 de octubre. Sus conclusiones resultan de interés no solo por proceder de una serie de expertos de diversas iglesias ortodoxas y de la católica, sino porque además, entre sus miembros, se encuentra el dominico Hyacinthe Destivelle, responsable del diálogo con los ortodoxos orientales dentro del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
De forma oficial, la Santa Sede no ha entrado a valorar la situación dentro de la Ortodoxia. En declaraciones realizadas a Alfa y Omega en febrero, Destivelle aseguraba que «la Iglesia católica es total y absolutamente neutral —explica—. Pero no indiferente. Como dice san Pablo, “si un miembro de la Iglesia sufre, todos sufren”. Pero solo podemos rezar por su resolución y responder desde la cercanía».
Al no estar vinculado a los órganos oficiales de diálogo ecuménico, el Grupo San Ireneo tiene más margen de maniobra. Y en los últimos tiempos ha detectado la necesidad de abordar los conceptos de unidad y cisma. Lo hará a lo largo de varios encuentros anuales, empezando por el de hace unos días. En el comunicado final, se explica que los miembros del grupo analizaron varios casos reales, entre ellos la situación actual en Ucrania.
Celebran que «afortunadamente no ha ocurrido (al menos de momento) un cisma dentro de la Ortodoxia global», pues el resto de iglesias ortodoxas (ahora salvo la griega) siguen en comunión tanto con Moscú como con Constantinopla. Con todo, «varias de ellas han criticado a ambos bandos del conflicto por [tomar] decisiones unilaterales que han desafiado la unidad panortodoxa».
Ejemplos de «sanación de la memoria»
Para una solución duradera de este conflicto «dependerá hasta cierto punto de las consultas y el diálogo» entre ellos, y que «podría implicar a otras iglesias». Este diálogo, además, no debería abordar «solo las tensiones actuales sino también cuestiones eclesiológicas fundamentales, como la naturaleza del cisma y de la unidad ortodoxa».
No se trata, por tanto, de abordar solo la cuestión ucraniana. En realidad, detrás de la ruptura entre Moscú y Constantinopla hay un problema de dónde está la primacía dentro de la Ortodoxia. Constantinopla ha sido considerada históricamente primus inter pares, pero su número de fieles es muy reducido; mientras que la Iglesia ortodoxa rusa es la más numerosa (aunque la mayoría de sus fieles son ucranianos).
En futuros encuentros del Grupo San Ireneo —adelanta el comunicado— elaborarán una descripción de distintos grados de unión y separación, y se estudiarán «sugerencias concretas sobre cómo se podría afirmar el reconocimiento mutuo por etapas». Además, estudiarán no solo las causas de los cismas, sino las «presiones (especialmente sociológicas, psicológicas y de imagen) que refuerzan el cisma pero que también pueden superarlo».
Por último, «consideraremos las dimensiones y requerimientos para una sanación de la memoria», como las situaciones actuales de reconocimiento mutuo en la práctica, como ocurre con los sacramentos y los santos.