El Papa Francisco pronunció este domingo una oración sobre el trabajo en la cantera de piedra de Akamasoa, el pueblo levantado sobre un vertedero en la capital de Madagascar, en la que rogó para que los empresarios traten con dignidad a los trabajadores y desaparezca el desempleo.
Ante este paisaje lunar de la cantera de granito, donde trabajan cada día 700 personas, Francisco comenzó su oración, sobre un promontorio, con las frases «Por todos los trabajadores» y «Por aquellos que trabajan con sus manos y con un enorme esfuerzo físico».
«Cuida sus cuerpos del desgaste excesivo, que no les falte la ternura y la capacidad para acariciar a sus hijos y jugar con ellos», dijo Francisco ante miles de personas que viven en Akamasoa, gracias a la labor del misionero argentino Pedro Opeka y por la que han podido construir viviendas para 25.000 vecinos.
La oración del papa, en medio de un total silencio, continuó: «Haz que el fruto del trabajo les permita asegurar dignamente la subsistencia de sus familias. Que encuentren en ellas, cada noche, calor, descanso y aliento y que juntos, reunidos bajo tu mirada, conozcan la auténtica alegría».
Pidió para que los «niños no sean forzados a trabajar, puedan ir a la escuela y perseverar en sus estudios, y sus maestros ofrezcan tiempo a esta tarea, sin necesitar de otras actividades para el sustento cotidiano».
Y rogó para que Dios toque «el corazón de los empresarios y los dirigentes: Que hagan todo lo posible por asegurar a los trabajadores un salario digno y unas condiciones que respeten la dignidad del ser humano».
«Hazte cargo con tu paternal misericordia de los que no tienen trabajo y haz que el desempleo -causa de tantas miserias- desaparezca de nuestra sociedad. Que cada uno conozca la alegría y la dignidad de ganarse el propio pan para llevarlo a su casa y mantener a su familia», continuó.
Instó a que los trabajadores «se animen mutuamente, apoyen a los que están agobiados, levanten a los que han caído» y que «sepan, juntos, de manera constructiva, hacer valer sus derechos y que sus voces sean escuchadas».
Antes de la oración, el Pontífice escuchó a una de las empleadas del yacimiento: «Trabajamos en la cantera todo el día. Rompimos el granito durante 30 años para satisfacer nuestras necesidades diarias. Nuestro salario es pequeño, pero estamos felices de tener un trabajo», dijo.
«Esperamos que algún día haya más justicia para los más pobres», añadió y aseguró que la visita del papa dará nuevos estímulos para «levantarnos cada mañana con más valor y fuerza para trabajar para nuestros hijos».
«Le agradecemos, Santo Padre, por defender los derechos de los trabajadores de todo el mundo», afirmó, para concluir con las palabras: «Nunca olvidaremos su visita a nuestra cantera».