Misioneros contra la violencia y el expolio en Centroáfrica
Los obispos del país denunciaron la semana pasada que el último acuerdo de paz, firmado en febrero en Jartum (Sudán), está siendo violado diariamente. La inestabilidad se mantiene en un país en el que las empresas extranjeras están expoliando los recursos naturales y provocando un desastre ecológico. Levantar la voz le está costando a la Iglesia amenazas e incluso arrestos, como le ocurrió al misionero italiano Aurelio Gazzera mientras documentaba los abusos de una empresa china de extracción de oro
En poco menos de un mes, República Centroafricana cumplirá medio año con el nuevo acuerdo de paz firmado el pasado 5 de febrero en Jartum (Sudán) entre el Gobierno y los 14 grupos armados. Y, sin embargo, pocas cosas han cambiado desde entonces. Así lo han constatado los obispos del país que, en un mensaje publicado la semana pasada, denuncian que el acuerdo es violado diariamente y que el pueblo «está cansado de la hipocresía» que caracteriza la firma de acuerdos de este tipo [este último es el octavo acuerdo de paz].
Según el español Jesús Ruiz Molina, obispo auxiliar de Bangassou, el acuerdo no ha tenido en cuenta a la sociedad civil, a la que solo ha permitido acudir como observadora, y tampoco se le permite defender sus derechos, pues las protestas están siendo sofocadas por una milicia llamada Los Tiburones que incluso ha amenazado a los obispos tras su reciente mensaje con una carta en la que se podía leer: «Ahora, ataquemos a la Iglesia».
El obispo comboniano, que participó hace unos días en la Semana Española de Misionología en Burgos, asegura en conversación con Alfa y Omega que cada semana hay unas 50 violaciones del acuerdo con matanzas, ocupaciones de edificios públicos, barreras… «En la provincia de Haut Mboumou, en mi diócesis, el acuerdo no ha llegado. En Paoua, en el noroeste del país, el grupo armado 3R de Sidiki, uno de los señores de la guerra que es, además, consejero gubernamental, asesinó a 52 personas», añade.
Ruiz Molina destaca la penosa situación de la población civil, con más de la mitad de los ciudadanos desplazados en su diócesis, sin escuelas ni atención sanitaria. «No funciona nada, salvo los centros educativos de la Iglesia. El Ejército, al que recibimos con esperanza, ahora comete los mismos atropellos que los grupos armados; como el Gobierno no les paga, ellos se cobran de la población. No vemos las ayudas internacionales y seguimos con las mismas infraestructuras que en 1960. Mientras tanto, el presidente se está convirtiendo en la persona más rica del país», dice.
Para el italiano Aurelio Gazzera, carmelita descalzo que lleva en el país desde 1992, el problema más serio es que «no se ha dado voz a las víctimas ni a la sociedad civil». «Es vergonzoso que un jefe rebelde se convierta en ministro o consejero del primer ministro mientras la víctimas no pueden ni siquiera llorar a sus propios muertos», afirma.
A todos estos desafíos hay que sumar uno gravísimo y que, por el conflicto armado, ha quedado en un segundo plano en los últimos años: el expolio que está sufriendo el país, sobre todo, por parte de China y Rusia. «Sufrimos un neocolonialismo salvaje. Explotan nuestros recursos naturales y dejan un gran desastre ecológico. Es el botín de guerra que se van a llevar ante la pasividad del gobierno, que está vendiendo el país a empresas extranjeras que, además, protege», concluye.
Esto lo sabe por experiencia propia el padre Gazzera. Desde principios de este año está documentando [este es su blog en español] el desastre ecológico que se está generando en Bozoum (noroeste del país), donde él vive, con la extracción de oro. En todo este tiempo ha realizado vídeos, fotografías e informes que detallan el expolio de un recurso tan preciado y el impacto que en el medio ambiente está produciendo. Por ejemplo, se ha cambiado el curso de un río; se utiliza mercurio para que la extracción sea más sencilla y menos costosa; el agua, que los locales usan para lavarse y beber, está muy sucia; se está destruyendo la fauna…
Del mismo modo, ha documentado que el oro sale del país hacia Camerún sin ningún tipo control y ha constatado que la empresa beneficiaria no ha cumplido con las infraestructuras prometidas tras la concesión –un centro sanitario y una escuela– ni ha dado trabajo a la población local.
«A principios de 2019, los habitantes de los pueblos vecinos me advirtieron de la presencia de empresas chinas que estaban extrayendo oro. Cuando vi el desastre ecológico –el curso del río había sido devastado, escavado y abandonado y el agua, contaminada– comprendí que el problema era muy serio. Cada día, las empresas gastan entre 20.000 y 30.000 euros en maquinaria y carburante y deben de ganar millones. Están disfrutando de los recursos del país sin compensar a la población. Las autoridades están implicadas», apunta Gazzera a Alfa y Omega.
En una de sus incursiones en las obras de extracción, el pasado 27 de abril, el misionero fue detenido por la Brigada Minera –creada para proteger a las empresas que extraen el oro–, le confiscaron su cámara fotográfica y el teléfono y le encerraron en la sede de este cuerpo policial. «Pero la población de Bozoum –cuenta–, cuando se dio cuenta de que estaba arrestado, se levantó. Llegaron centenares pidiendo mi liberación y así lo hizo el procurador».
Pero la persecución al carmelita italiano no quedó ahí, pues días después el primer ministro le acusó en sede parlamentaria de ser un traficante de oro, aunque, dice Gazzera, «nadie lo tomó en serio». «Son muchas personas las que me conocen, saben del trabajo que hacemos en Bozoum con escuelas, programas de agricultura, mediación, cohesión social, cajas de ahorro…», agrega.
Tanto el cardenal arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, como el obispo de Bouar, Miroslaw Gucwa, lo defendieron desde el primer momento e incluso le acompañaron a una reunión con el primer ministros y los tres ministros implicados (Minería, Bosques y Medio Ambiente) el pasado 8 de mayo. «Después de algunas amenazas serias, el primer ministro tuvo que reconocer que hay problemas y prometió acciones que todavía no se han tomado. Estos días, la explotación sigue funcionando a pleno rendimiento, el agua es un río de fango y ha habido muertos, asesinados o violentados por los militares encargados de la seguridad de los chinos», añade.
La situación no se restringe a Bozoum y áreas colindantes, según un informe elaborado en mayo por el propio misionero italiano, pues hay explotaciones en las mismas condiciones en otros lugares como Abba, Gallo, Garga, Yaloke, Berberati… «El hecho de levantar la voz solo tiene que ver con nuestro compromiso con el bienestar de la población», se apunta en el citado texto titulado Notas sobre los problemas causados por las compañías chinas de extracción de oro.
Aurelio Gazzera está convencido de que la situación de inestabilidad y guerra que ha vivido el país en los últimos años tiene mucho que ver con sus recursos naturales –diamantes, oro, madera, pastos, agua…– y asegura que hay países como Rusia, China, Estados Unidos, Francia o los vecinos Sudán y Chad que están intentando aprovecharse de la situación. «Un Gobierno débil impide cualquier discusión seria sobre este tema, y el país está siendo literalmente vendido», concluye el misionero carmelita.