Sacerdote y referente policial contra las sectas
El sacerdote Luis Santamaría, secretario de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas, es consultor de la Conferencia Episcopal Española y «uno de los expertos referentes en el ámbito de las sectas para los cuerpos policiales», según lo define un mando intermedio de los Mossos de Esquadra. La próxima semana Santamaría impartirá un curso sobre Las sectas en España: conocer para actuar, organizado por la Universidad Católica de Ávila y la Escuela Nacional de Policía a través de la Cátedra de Estudios Policiales. Se espera la asistencia de diversos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
En 2014 el investigador y sacerdote Luis Santamaría detectó 350 sectas en España con cerca de 400.000 miembros, es decir, alrededor del 1 % de la población. Desde entonces, el también consultor de la Conferencia Episcopal Española dejó de actualizar los datos, que presentaba en sus conferencias, «porque el fenómeno se ha globalizado», asegura. Pone el siguiente ejemplo: «Ese año conté siete sectas gnósticas en nuestro país, con más de 170 centros y legalizadas como asociaciones culturales. ¿Pero qué secta gnóstica captó el año pasado a la joven española Patricia Aguilar en Elche? Pues una pequeña secta de Lima (Perú), que nunca superó los doce miembros, y lo hizo por internet. ¿Cuántas sectas hay entonces en España? Con la expansión de internet, todas las del mundo», sentencia Santamaría.
La globalización de este fenómeno, la relativa facilidad con la que este semanario ha encontrado a diversas víctimas, así como la abundante publicidad de sectas que se ofertan sin impunidad en los postes eléctricos de toda España, contrasta con la posición que han ofrecido a Alfa y Omega desde la Policía Nacional: «En España no hay un problema de sectas y, por lo tanto, la Policía no cuenta con un grupo específico».
Más allá de la posición oficial, lo cierto es que el interés policial por este campo potencialmente delictivo ha crecido en los últimos años. En este sentido, es paradigmático el curso Las sectas en España: conocer para actuar que han organizado la Universidad Católica de Ávila y la Escuela Nacional de Policía, a través de la Cátedra de Estudios Policiales, para el 4 y 5 de julio dentro del II Campus de Verano en Seguridad Pública y Defensa Nacional. El curso, en el que intervendrá Vicente Jara —cofundador de la Red Iberoamericana de Estudios de las Sectas (RIES)—, está dirigido por Luis Santamaría, que define como «muy fluida y bidireccional» su relación con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en lo que se refiere a la lucha contra las sectas y la atención a las víctimas.
Como parte de este creciente interés y del intercambio de información, que en muchos casos discurre en una sola dirección «por la discreción propia con la que los cuerpos policiales tienen que llevar estos casos», la RIES ha cedido en más de una ocasión sus instalaciones, concretamente su biblioteca, para «la consulta de información de varios agentes que han elaborado el trabajo de fin de grado de sus estudios policiales sobre el tema de las sectas», asegura Santamaría.
De igual manera, el Centro Nacional de Desaparecidos, dependiente del Ministerio del Interior y en el que participan tanto Policía Nacional como Guardia Civil, ha reactivado su interés por este campo, a raíz de la desaparición y posterior localización de Patricia Aguilar, e incluso «ha pedido ayuda a las víctimas para establecer unos protocolos y unas líneas de actuación ante este tema».
En el caso de los Mossos de Esquadra van un paso más allá y sitúan al director de RIES como «uno de los expertos de referencia en el ámbito de las sectas para los cuerpos policiales», asegura a este semanario un sargento del cuerpo policial catalán. «La colaboración con él, así como con otros grupos de expertos, es habitual» y «nuestro interés por mantener esta relación en el ámbito de la reserva de inteligencia es alto». De hecho, «estamos interesados en poder asistir, o seguir de alguna forma, el curso sobre sectas que el padre Luis va a dar en Ávila, aunque todavía no sabemos si será posible».
Prevención, atención, reacción
Al contrario de lo que afirman en el Cuerpo Nacional de Policía, los Mossos de Esquadra sí cuentan con un pequeño equipo de agentes que trabajan frente a los grupos de manipulación psicológica. «Atendemos cerca de 20 casos al año, pero sabemos que hay muchos más que la gente no denuncia por no percibir la gravedad del mismo o por miedo», confirma el sargento.
La intervención del cuerpo policial catalán se centra en tres ámbitos: prevención, atención, reacción. «En cuanto a la prevención, solemos dar charlas sobre todo para despertar el espíritu crítico en aquellas personas o grupos especialmente vulnerables». En el aspecto asistencial, «atendemos y orientamos las consultas de personas que tengan un familiar o conocido que pueda estar afectado por un grupo de estas características». Por último está la vía reactiva, «que se pone en marcha en los casos en los que se da algún tipo de actividad ilícita».
Sin embargo, a pesar del trabajo policial en este ámbito, «los agentes se encuentran en muchas ocasiones con las manos atadas», en expresión de Santamaría, porque «el único punto en el que nos podemos basar para justificar nuestra intervención frente a las sectas es el artículo 515.2 del Código Penal, que habla de consecuencias punibles a las asociaciones que, aun teniendo un fin lícito, empleen medios violentos o de alteración o control de la personalidad para su consecución», añade el Mosso. «El problema es que recabar pruebas sobre la manipulación de la personalidad es muy difícil y, además, quedarían fuera de este artículo cuando la manipulación no está hecha por una asociación sino tan solo por un único gurú».
Para tratar de ayudar a los agentes se han presentado distintas propuestas para que la legislación ampare más ampliamente la labor policial. Destaca la del abogado Carlos Bardavío, «que ha elaborado la primera tesis doctoral en España sobre las sectas y el Derecho Penal. En ella propone tipificar el delito de persuasión coercitiva en el Código Penal», explica el sacerdote Luis Santamaría. Pero es un tema muy en discusión, porque «algunos vemos el peligro de que pueda aplicarse de manera que se restrinja la libertad de asociación, la libertad religiosa, etc.».
Por otro lado, la palabra secta no tiene una definición consensuada por todos los expertos de este campo y no existe en el lenguaje jurídico. «Hay que tener en cuenta que España tiene un sistema democrático con un pasado muy concreto, y existe libertad de asociación, de organización, de creencias, de cultos…», señala el fundador de RIES.
Escaso interés en la Iglesia
Estas mismas reservas para cambiar el statu quo legislativo, existen en la Iglesia. «No veo que haya un interés orgánico de la propia Conferencia Episcopal por este tema», asegura Santamaría. «Hay cierto interés a nivel formativo, sobre todo en lo que se refiere en la formación del profesorado de Religión. Esto es algo que hay que destacar, porque es uno de los valores de la clase de Religión: prevenir frente al sectarismo, y por eso varios obispos y diócesis han llamado a la RIES para dar cursos». Sin embargo, el consultor de la CEE echa de menos «una palabra de valoración para dar luz en este tema y también para ayudar a las víctimas». «Tenemos que ser pioneros en la ayuda» y «la Conferencia Episcopal Francesa nos lleva la delantera. Ha dado más pasos en este sentido».
Santamaría también es partidario incluso de enfrentarse al posible «sectarismo interno o las derivas sectarias que pueda haber en las propias realidades católicas». Es un desafío que hay que afrontar, pide Santamaría y alude a «la lucha del Papa Francisco contra los abusos, que él dice que son sexuales, pero también los hay de poder, de conciencia, espirituales…».