Iglesia y medios: 50 años juntos
Este año se cumple el 50 aniversario del Decreto Conciliar Inter mirifica. El arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, monseñor Antonio Montero -que vivió muy de cerca aquellos días conciliares como director-corresponsal de Ecclesia-, hizo un balance de lo que este texto ha supuesto para la relación entre la Iglesia y los medios de comunicación. Fue durante una asamblea de delegados de la Comisión de Medios de Comunicación, de la Conferencia Episcopal Española, cuando se cumplían 40 años del texto. Éstos son algunos retazos:
El Decreto Inter mirifica supuso un impulso para una toma de conciencia de la Iglesia sobre el fenómeno de las comunicaciones sociales. El documento recomienda tener muy en cuenta los valores morales en todo el proceso de la información moderna. Reconociendo su provecho y necesidad, proclama el derecho de todos los ciudadanos a una información indispensable, al tiempo que pide que se tomen en consideración su contenido y sus fines, en el respeto a la verdad, la justicia y el amor.
También recuerda a los ciudadanos el deber de contribuir a la formación e incremento de una saludable opinión pública, a través de los medios de comunicación. Los usuarios de los medios han de favorecer las producciones moral y artísticamente elevadas, y evitar, al mismo tiempo, las peligrosas e indignas, con especial atención hacia los jóvenes. Se recuerda además, a este respecto, la responsabilidad de los escritores, periodistas y críticos de anteponer el bien común a los intereses personales. Se añade, también, que las autoridades públicas deberán tutelar ese bien común mediante el fomento de los valores religiosos, culturales y artísticos, así como también proteger con las ayudas necesarias las iniciativas beneméritas en ese campo, creando a la vez una legislación eficaz para reprimir los abusos en los medios de comunicación social.
El Decreto también estimula a la presencia activa de los católicos en el mundo de la comunicación. Y hace alegatos muy explícitos en pro de la creación y el sostenimiento de una producción mediática a favor de una opinión pública proclive al derecho natural y a las enseñanzas de la Iglesia. Con idénticos criterios, recomienda la presencia católica en la producción y distribución de filmes, y la creación de emisoras, o, al menos, programas de radio y televisión.
Finalmente, los párrafos claves del Decreto, para mí, son los cuatro finales, donde la Iglesia adquiere un paquete de compromisos. Que el Papa tendrá a su disposición un organismo en la Santa Sede, lo que sería, a los pocos meses, el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales. Se establece también que los obispos hagan otro tanto en las Iglesias locales respectivas. Y que debe organizarse cada año, en todas las diócesis, un día mundial en el que se enseñe a los fieles las obligaciones que tienen en esa materia. Y para que todos los principios se lleven a la práctica, se pide publicar una Instrucción pastoral por el organismo de la Santa Sede.
Con la publicación, siete años más tarde, de la Instrucción pastoral Communio et progressio, se enriquecieron y completaron la documentación doctrinal y las aplicaciones pastorales del Decreto, como frutos saludables del Concilio Vaticano II.
La Iglesia conserva la costumbre de dar título a cada uno de sus documentos con las primeras palabras del mismo. Así sucede con los documentos conciliares del Vaticano II. Para el caso de los Medios de Comunicación Social, es necesario recordar dos fechas: el 4 diciembre de 1963 y el 2 abril de 1964; y dos documentos, el Decreto conciliar Inter mirifica (Entre las cosas maravillosas), que corresponde a la primera fecha, y el Motu proprio de Pablo VI, de la segunda fecha, In fructibus multis (Son muchos los frutos).
El primer texto del Decreto Inter mirifica se envió a los Padres conciliares de todo el mundo para su estudio el día 23 de julio de 1962, dos meses antes de comenzar el Concilio. Ya en esta edición, llevaba el título que mantuvo hasta el final, cuando fue promulgado el día 4 de diciembre de 1963. El Motu proprio de Pablo VI puso en marcha las disposiciones mandadas en el Decreto conciliar. El Papa Montini resumió la andadura de Pío XI, Pío XII y Juan XXIII en los temas de cine, radio y televisión, e instituyó un organismo vaticano para la Iglesia universal que tratase de las comunicaciones sociales.
No hace muchos días, decía monseñor Claudio María Celli, Presidente del Consejo Pontificio para los medios de comunicación, que «nuestros medios son invitados a comunicar la ternura de Dios». El Papa Francisco lo decía en el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este 2014: «El mundo parece cada vez más pequeño. Estamos conectados, pero escandalosamente solos. Sólo quien comunica poniéndose en juego a sí mismo, puede ser un punto de referencia».
Lo andado por la Iglesia en los 50 años de este aniversario, en los temas de comunicación social, está a la vista. Basta repasar los documentos emanados desde el Consejo Pontificio de la Comunicaciones Sociales. Lo que necesitamos todos en este ahora es la valentía de aquellos primeros cristianos, de san Pablo, para anunciar a tiempo y a destiempo la más grande noticia del mundo: el amor de Dios desbordado en Jesús.