El Papa Francisco recibe, por primera vez, a los Reyes
La audiencia más larga del Santo Padre a un mandatario internacional, después de la celebrada con su compatriota, la presidenta argentina. Así se describía el encuentro de los Reyes de España y el Papa Francisco, el pasado lunes, en el Vaticano
Si la política de gestos es importante en diplomacia —y lo es—, la audiencia privada que el Papa Francisco concedió a los reyes de España deja más de un detalle digno de comentario. El primero, la duración del encuentro, que puso a prueba la paciencia de la prensa congregada y del resto de la Delegación española, ansiosa por saludar al Santo Padre. El segundo, los regalos que los reyes don Juan Carlos y doña Sofía entregaron al Pontífice —dos volúmenes con la obra mística de san Juan de la Cruz y santa Teresa de Jesús—, que se han interpretado como un reclamo más para que el Papa visite España en 2015, con motivo del quinto centenario del nacimiento de la santa abulense. Aunque no hubo invitación formal por parte de los reyes, el libro y la invitación previa que los obispos españoles cursaron durante la visita ad limina parecen indicar que el Santo Padre pisará tierra española el año próximo. Ya había dado pistas el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, don José María Gil Tamayo, que en declaraciones a COPE confesó haber dicho al rey que «tenía que forzar al Papa. Puede estar dispuesto y santa Teresa es buen motivo para que esté entre nosotros». El Papa entregó a los reyes un bronce de la basílica y la plaza de San Pedro y su exhortación apostólica Evangelii gaudium.
Durante los más de cincuenta minutos de conversación, Sus Majestades felicitaron al Papa por la ceremonia de canonización celebrada el día anterior —«muy bonita», dijo don Juan Carlos; «preciosa», añadió la reina— y el Santo Padre les agradeció su presencia. El Pontífice también se interesó por el problema del paro en España, especialmente por la tasa de desempleo juvenil, y por la situación de los ancianos, a su juicio el otro grupo más indefenso en el modelo de sociedad actual. También hubo tiempo para la escena internacional, y el Papa y don Juan Carlos abordaron el conflicto ucraniano y el estado de la Unión Europea.
Concluido el encuentro, los reyes presentaron al resto de la delegación española al Santo Padre y, en el mismo tono distendido de la audiencia, el Pontífice bromeó con algunos de los presentes, como el ministro de Asuntos Exteriores, con quien comentó su educación en los jesuitas. Terminada la visita, el propio Francisco acompañó a los reyes a la salida y les despidió mientras se alejaban en coche.
España, tierra de Papas
Apenas dos días antes del encuentro, el cardenal arzobispo de Madrid, don Antonio María Rouco Varela, pronunció un discurso durante la cena que los reyes ofrecieron en la Embajada española ante la Santa Sede, y recordó, como había hecho anteriormente don Juan Carlos, el amor de Juan Pablo II por España, tierra que visitó en cinco ocasiones: «Habéis hecho emocionada memoria —dijo el cardenal— de los dos santos Pontífices Juan XXIII y Juan Pablo II, ambos conocidos y venerados por vuestras majestades. El Papa bueno que convoca el Concilio Vaticano II, un hito excepcional de la Iglesia contemporánea que quiere ofrecer al hombre de los nuevos tiempos el don siempre vivo y fecundo del Evangelio.
Y el Papa del más prolongado pontificado del siglo XX, que conduce a la Iglesia, con incansable celo apostólico, a las puertas del tercer milenio. Un Papa que fue recibido por Vuestras Majestades con una exquisita forma de respeto, acogida y afecto. Se despidió de nosotros con estas palabras: España evangelizada, España evangelizadora… Tierra de María.
Vuestra majestad ha recordado también a Benedicto XVI. La XXIV Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Madrid le permitió mostrar su especial aprecio a España y al servicio por ella prestado a la historia de la renovación moderna de la Iglesia, que emprende el gran empeño misionero de la evangelización de América con el espíritu de sus mejores santos. El reconocimiento de la dignidad de todo ser humano, del principio de la fraternidad como inspirador y conformador de las relaciones entre las personas, y la afirmación de la necesidad de un orden jurídico internacional para conseguir la paz. Nuestro Santo Padre Francisco procede de esa América, con la que estamos hondamente unidos.
Majestades: os agradecemos de corazón vuestra presencia. A su intercesión [la de san Juan Pablo II y san Juan XXIII] queremos encomendar el bien y la salud de vuestras majestades, el bien y el futuro de España, el bien y la prosperidad de todos sus hijos e hijas».