Rafael Navarro-Valls: «La libertad religiosa está siendo erosionada en EE. UU.»
Tras Del Poder y de la Gloria (Ed. Encuentro, 2004) y Entre la Casa Blanca y el Vaticano (Ediciones Internacionales Universitarias: EIUNSA, 2009), el catedrático y académico Rafael Navarro-Valls publica un nuevo libro sobre las relaciones entre el obispo de Roma y el Presidente de Estados Unidos, elaborado a partir de artículos periodísticos, la mayoría publicados en el diario El Mundo. Entre dos orillas. De Barack Obama al Papa Francisco (EIUNSA, 2014) fue presentado el martes en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
¿Por qué ese interés sobre las relaciones entre el papado y la Casa Blanca?
Asomarse al poder en acción y ejercido con la mayor intensidad siempre me ha fascinado. El depositario de la mayor autoridad moral de la tierra (el Papa) y el titular del máximo poder político (el presidente norteamericano) sustentan una carga tan intensa que, el simple hecho de contemplarlos en acción, es un espectáculo extraordinariamente atrayente.
¿Cómo son las relaciones entre Obama -el popular emperador- y Francisco?
Cuando se reunieron en el Vaticano, Obama sintetizó en esta frase cuál había sido su actitud al entrevistarse con el Papa Francisco: «Vengo a escuchar». Y lo dijo, no solamente por deferencia al Pontífice de Roma. Sabía que sus días de vino y rosas han pasado. Su popularidad estaba bajo mínimos (43 %), mientras que la de Francisco roza el 82 % en Estados Unidos. Sabía que, aunque discrepan en temas morales y de conciencia, la valentía de Francisco al encarar los desafíos económicos y sociales, produce tal admiración que la raya divisoria de los conflictos se atenúa. Francisco respeta a Obama, pero le habla claro, y Obama admira a Francisco.
¿Qué enseñanzas cree que podríamos extraer en Europa del modelo de relaciones Iglesia-Estado en EE. UU.?
Creo que la principal lección es que el propósito de la separación entre las Iglesias y el Estado en Norteamérica no fue —por decirlo en palabras de McLoughlin— «el de hacer a los americanos libres de la religión, sino más bien oficialmente libres para la práctica (o la no práctica) de la misma». Es una separación amistosa con benévola neutralidad hacia las Iglesias. En Europa, la separación —inicialmente, y todavía quedan rastros— no fue benévola, sino hostil. Es curioso que, en una reciente estadística, sólo un 48 % de americanos estaría dispuesto a votar un candidato presidencial ateo.
Las relaciones de Obama con la Iglesia en EE. UU. no han sido fáciles. Por un lado, hay coincidencias con los Demócratas, en asuntos como la reforma migratoria. Por otro, como destaca usted, las prisas del Presidente por desmontar la política pro vida de su predecesor crearon fricciones desde el inicio de su primer mandato.
Efectivamente, uno de los factores que está jugando en las próximas elecciones legislativas de noviembre es, entre los católicos, las políticas sociales de Obama en relación con el aborto, el matrimonio y la política exterior de apoyo al control de población a través de esterilizaciones y anticoncepción. A su vez, la política de retirada de subvenciones públicas a algunos organismos impulsados por los obispos por su política provida ha sido enérgicamente denunciada como una política del ABC: Anybody But Catholics (Todos, excepto los católicos). Esto tendrá consecuencias electorales.
Los obispos americanos celebran hasta el 4 de julio la III edición de la Quincena por la libertad. ¿Está en peligro la libertad religiosa con Obama? ¿Es verdad que Obama no es un líder anticristiano, pero sí un líder que no comprende el cristianismo, y tiene una concepción muy estrecha de la libertad religiosa?
Del 21 de junio al 4 de julio, los católicos son exhortados por los obispos estadounidenses a reflexionar, entre otras cosas, sobre la conexión entre libertad religiosa y servicio al necesitado y a los más vulnerables. Éste es un aspecto de la libertad religiosa que no llega a entender bien Obama. No entiende que la conciencia, al resistirse a eliminar vidas humanas o erosionar aspectos esenciales de instituciones sociales, tiene un papel importante en la tutela de la libertad religiosa. El propio Tribunal Supremo llamó a la conciencia «la estrella polar que guía nuestra democracia». En este aspecto, la libertad religiosa está siendo erosionada en Estados Unidos al no tutelar suficientemente el poder legislativo la objeción de conciencia. La reforma sanitaria de Obama, con todas sus virtudes, es un ejemplo de lo que digo [La reforma obliga a contratar seguros con prestaciones tales como fármacos abortivos, anticonceptivos o esterilizaciones. N. d. R.].
¿En qué consiste esa revolución en marcha que ha iniciado el Papa Francisco? ¿Cuáles son sus expectativas en debates abiertos, como la reforma de la Curia o el Sínodo de los Obispos sobre la familia?
Él acaba de matizar, en la entrevista a La Vanguardia, su pretendido carácter de revolucionario. Para Francisco, él no es «ningún iluminado». Lo que está haciendo «es cumplir lo que los cardenales reflexionamos durante las Congregaciones Generales». Esto es importante de retener para calcular lo que el Sínodo de la Familia hará, que no será tanto medidas revolucionarias cuanto actuaciones para fortalecer y potenciar a la familia. La reforma de la Curia está en marcha, pero el auténtico desafío para Francisco es cómo elevar la temperatura espiritual de lo mil doscientos millones de católicos y, en especial, del casi medio millón de sacerdotes (410. 000) y 800.000 religiosos en la Iglesia.