Rocco Buttiglione es la antítesis del político profesional. Políglota, hombre de vastísima cultura, suaves maneras y un fino sentido del humor es imposible reconocer en él la imagen de inquisidor intolerante que arrastra desde que, en 2004, el Parlamento Europeo vetó su nombramiento como Comisario de Justicia, Libertades y Seguridad, debido a su fe cristiana y sus convicciones sobre la familia. El diputado italiano y ex ministro de Asuntos Europeos y de Cultura y Turismo ha visitado esta semana España para presentar ¿Democracia sin religión? El derecho de los cristianos a influir en la sociedad (ed. Stella Maris). Comparte autoría del libro con un amplio elenco de personalidades, entre las que se cuentan Jaime Mayor Oreja, el cardenal Schönborn, Ignacio Sánchez Cámara o Joseph Weiler, que, desde distintas perspectivas, lanzan la voz de alarma sobre la creciente hostilidad cultural y política en Europa hacia el cristianismo.
¿Hay un problema de libertad religiosa en Europa? «No me gusta hablar de libertad religiosa –responde–. Está en peligro la libertad». La noción misma de libertad. «El perro hace lo que el instinto le dicta. Para el hombre es distinto. Ser libre es no tener una constricción exterior, pero también ser dueño de uno mismo, no estar bajo el control de las pasiones desordenadas. Porque las pasiones son buenas siervas, pero muy malas amas. A través de los instintos, podemos controlar al perro mejor que con la cadena. De modo análogo, si el hombre vive según pasiones desordenadas, es muy fácil controlarle y manipularle».
El matrimonio, nudo gordiano
El nudo gordiano de la crisis cultural que atraviesa Europa «es la negación del matrimonio como unión entre un hombre y una mujer», que es la misma «base de nuestra civilización», añade Buttiglione. «Unos dicen que el matrimonio es simplemente un producto cultural. Bien, de acuerdo. Todo el hombre es elaboración cultural. Pero cultural no significa arbitrario. ¡No! El matrimonio, la familia… son el resultado de la historia del amor y de la vida de muchas generaciones. Hoy se quiere liberar los apetitos, las apetencias; se busca el placer inmediato. Es la liberación de los instintos. La revuelta contra la razón».
«No es cierto –prosigue– lo que decía mi generación: Haz el amor y no la guerra. El impulso sexual puede ser bueno o muy destructivo». Como muestra Freud, «toda la cultura humana nació por sucesivas canalizaciones de la energía sexual en términos que valorizaban lo humano sobre lo meramente animal». Porque «la sexualidad es como el agua: si está canalizada, es fecunda. Si no está canalizada, puede ser muy destructiva».
Necesitamos santos
¿Y cómo dialogar hoy en Europa con quien no comparte unos mínimos presupuestos morales y antropológicos con nosotros?
«Hay que hablar desde la experiencia de la realidad», responde el diputado. «Muchas veces los católicos pensamos de manera ideológica: tenemos una doctrina e intentamos defenderla. Eso no funciona. Una vez, Juan Pablo II me dijo: No debes decir que esto es así porque lo dice el Papa, debes decir que el Papa lo dice porque es así».
El testimonio es el mejor modo de defender el matrimonio y la familia. «En mi propia vida, he experimentado que han sido extraordinariamente positivos. Y quiero que mis hijas y mis nietos vivan una experiencia parecida. Tengo el derecho de proponérselo».
También hay que huir de planteamientos ideológicos en el debate político. Rocco Buttiglione pone como ejemplo un debate en la Cámara de los Diputados italiana sobre la eutanasia. «Yo conté que había tenido en mis brazos a un hombre que pedía: Quiero morir, mátame. Pero lo que él decía no era verdad; lo que verdaderamente quería decir es: No puedo vivir de esta manera, ayúdame a vivir de otra manera. Este hombre vivió; hoy es feliz. Esto es un hecho».
«Necesitamos testimonios. Un gran pensador no católico, Benedetto Croce, dijo que no nos pueden salvar los políticos ni los filósofos; quizá puedan hacerlo los poetas y los santos…».
Entrevista completa a Rocco Butiglione en: Rocco Buttiglione: «Si el hombre vive según pasiones desordenadas, es fácil manipularle»
«Yo he vivido una etapa extraordinaria en la historia de Europa», dice Rocco Buttiglione. «He tenido la gran suerte de haber tratado de cerca a Juan Pablo II y a Helmut Kohl», artífices respectivamente de la caída pacífica del bloque soviético -«fue un milagro que el comunismo acabara sin sangre»- y la reunificación alemana y ampliación al Este de la UE, con la creación del euro «como instrumento para anclar definitivamente a Alemania en Europa», e «impedir que nazca un nuevo imperialismo alemán».
«Fueron grandes logros, pero el edificio se ha quedado sin terminar de construir. Europa es como un castillo maravilloso, pero falta el techo, no hemos completado el proyecto», y será imposible hacerlo mientras sigamos renegando de nuestras raíces. «Un joven puede pelearse con sus padres (a veces, debe incluso pelearse con ellos), pero lo que no puede hacer es negar ese vínculo filial, porque se haría a sí mismo abstracto, perdería la fuerza para enfrentarse con el mundo, con la vida». Eso es lo que le pasa a esta Europa. «Los cristianos tenemos que luchar por Europa», conscientes, eso sí, de que «no debemos esperar la victoria, porque el vencedor será Jesús en su segunda venida. Hasta que Él llegue, la batalla continúa. Algunas veces ganaremos un poco, otras veces perderemos un poco… No me preocupa eso. Lo que me preocupa es Europa. Cuando el Señor regrese encontrará fe en el mundo, ¿pero la encontrará en Europa?».